La campaña arrocera empieza a tomar forma en Entre Ríos. Con la provincia consolidada otra vez como una de las principales zonas productoras del país y con los lotes entrando en la recta final hacia la siembra, Nicolás Gaynor, productor de La Paz, explicó en el establecimiento Los Isleños, previo a la siembra, cómo se prepara un campo arrocero y por qué el manejo del agua define el resultado del cultivo.
Mientras recorre un lote que viene de soja y que este año pasará a arroz, Gaynor señala el rastrojo todavía presente y las labores de tierra ya avanzadas. “Acá, lo que podemos ver es el rastrojo que quedó del cultivo de soja, y ya está la taipa en proceso de taipeado y de ronda para luego sembrarlo”, describe.
El productor detiene la caminata para explicar una de las estructuras clave del arrozal. “La taipa es lo que contiene el agua dentro del lote. El lote no es plano, entonces uno genera una taipa para ir conteniendo el agua en todo el lote. Es como una terraza. Tiene una altura de entre quince y veinte centímetros, y lo que hace es mantener este paño inundado”, señala.
Unos metros más allá, las rondas están recién trabajadas por el tractor. “La ronda es la que deja que el agua no se vaya. La taipa cuida el agua internamente dentro del lote, y la ronda es la que lo contiene”, resume.
Cada sector delimitado por taipas es un paño, una superficie que debe quedar con nivel parejo para que la lámina de agua se mantenga pareja. “Entre taipa y taipa, este paño tiene todo el mismo nivel. Vos lo llenás con agua y el agua tiene que generarse en todo el paño igual”, aclara.
En el recorrido por el lote, Gaynor no tarda en subrayar por qué el agua es central. “El agua es lo principal que se necesita para generar un cultivo de arroz. Si no tenés agua, no podés”, explica.
“Es un cultivo de humedad, que necesita estar siempre con humedad y, básicamente, con agua. Más o menos noventa días inundado, con una lámina entre dos, cinco y diez centímetros, depende del momento del cultivo”.
El establecimiento se riega con agua del río Paraná. “Este campo se provee de agua de río. Hay cuatro levantes. El primero levanta tres metros, el segundo levanta ocho metros, y después hay un tercero y cuarto levante que levantan entre ochenta centímetros y un metro, como para terminar en el fondo del campo”, detalla.
Mirá la entrevista completa con Nicolás Gaynor:
Una vez dentro del campo, la gravedad hace el resto. “Uno siempre tiene que ir a la mayor altura del lote, y por ahí entra el agua y se riega todo por gravedad”, resume.
El lote que visita esta campaña viene de soja, pero la rotación es más amplia. “Al arroz hay que rotarlo, principalmente por un tema de conservación de suelo y de malezas. No te digo que no se puede hacer arroz-arroz. Sí, se hace, pero siempre hay un tema de malezas y de conservación de suelo”, explica.
En este establecimiento, la rotación incluye soja, trigo, maíz y arroz. Pero cuando se repite arroz, se incrementa la tarea. “Eso requiere mayor concentración de trabajo, porque uno cuando cosecha el arroz, se rotura el suelo. Entonces hay que volver a hacerlo”.
Tras la siembra, la secuencia es simple: “Desde la germinación tenés más o menos diez días a que emerja la planta. Desde que emerge, tenés otros diez, quince días a que llegue al estado de tres hojas. Ahí necesita mayormente fertilizantes… nitrógeno”.
Cuando alcanza ese punto, llega el agua permanente. “Cuando el arroz tiene tres hojas y arranca el proceso de macollaje, se inunda. La planta se mantiene inundada durante todos los procesos que vienen después”.
Gaynor repasa las fases: “La planta pasa desde estado vegetativo a estado de reproducción. Eso se llama estado de diferenciación, donde hay que cuidar tema agua y enfermedades”. En la zona de La Paz hay dos adversidades principales. “Hay una enfermedad que es un hongo, que te saca kilos, y hay que estar mirándolo”.
En insectos, lo más común es “la chinche verde… pica el grano, pica la espiga y ese grano no se hace”.
Luego, la cosecha llega rápido. “Estos campos se estarán cosechando en febrero. Segunda quincena de febrero”, explica. El ciclo completo baja a unos 90 a 100 días, según el manejo.
A diferencia de otros cultivos, el arroz no se cosecha seco. “Es uno de los pocos cultivos que se cosecha húmedo, con una humedad entre veinte y veinticinco, por fragilidad al quebrado”. Ese mismo día empieza la siguiente etapa. “Se cosecha y atrás ya se está empezando a preparar para la próxima siembra… es literal”, dice.
“Se cosecha el arroz y automáticamente se empieza a laborear, a arar, … todo lo que es elaboración del suelo para llegar a un trigo en mayo o un maíz en agosto o una soja en octubre”.
Finalmente, el destino: “Se cosecha, se carga en camiones y se manda a la secadora y al molino. Después el molino define si va a mercado interno o exportación”.





