Conseguir a un argentino que haya caminado Agritechnica durante más de treinta años no es algo que pase todos los días. Es que se trata de una feria especialziada en maquinaria y tecnología para el agro, donde todo cambia a gran velocidad (los stands, los motores, las pantallas y hasta los países que exponen). Por eso, entrevistar a alguien que estuvo desde la primera edición es como toparse con una línea de tiempo viviente.
Esa persona es Reynaldo Postacchini, vicepresidente de Claas. Y por eso la charla con Bichos de Campo no trató solo sobre máquinas nuevas sino sobre cómo evolucionó esta feria y, con ella toda la industria de la maquinaria agrícola.
Postacchini llegó a Agritechnica cuando Alemania todavía mostraba las costuras de la reunificación. En auqel momento había fábricas del Este que hoy ya no existen, pabellones más austeros, menos idiomas en los pasillos y apenas una sombra de la tecnología que hoy domina cada stand.
Pocas personas pueden reconstruir esa transición con tanta nitidez: la feria que pasó de Frankfurt a Hannover, que se volvió global, comenzó a recibir fábricas de India, China, Estados Unidos, Brasil y Argentina, y dejó de ser solo una vidriera para convertirse en un anticipo del futuro del agro.
Antes de meternos en los lanzamientos de esta edición, le propusimos a Postacchini un ejercicio simple: mirar hacia atrás. Contar qué vio, qué cambió y qué permanece.
Mirá la entrevista:
-¿Cuándo empezaste a venir a Agritechnica?
-Desde 1993, cuando todavía se hacía en Frankfurt. Alemania recién salía de estar dividida y había fábricas del este que hoy ya no existen. Desde entonces no falté nunca.
-¿Cómo era la feria en esos primeros años?
-Más chica y menos internacional. Después fue creciendo y hoy tenés marcas de India, China, Rusia, Estados Unidos, Brasil… y también muchas argentinas. A mí eso me da una alegría enorme.
-¿Qué te tocó ver cambiar en estas tres décadas?
-Todo. Las cabinas, la ergonomía, la electrónica, la automatización. Las máquinas pasaron de depender totalmente del operador a asistirlo en casi cada decisión. Hoy prácticamente no tocás el volante.
-Recién mencionabas la presencia argentina en Hannover. ¿Cómo ves ese proceso?
-Es muy importante. En su momento, con Nino Millán, trabajamos para integrar Agritechnica con Expoagro. Eso abrió un camino. Hoy ves stands argentinos que son un orgullo.

-A nivel tecnológico, ¿dónde sentís que estuvo el mayor salto?
-En la inteligencia de las máquinas. La capacidad de medir, decidir, corregir y registrar todo. La digitalización es clave. Hoy reparás algo, subís los datos a la nube y el productor ya sabe qué se hizo.
-¿Y cómo imaginás el futuro cercano?
-Más autonomía, más eficiencia, menos consumo por tonelada procesada. Pero también veo algo que no es técnico: la importancia de la educación. Para manejar estas máquinas necesitás lectura, comprensión, matemática básica. Sin eso, la tecnología se te escapa.
-¿Seguís viniendo un día antes de que abra la feria?
-Siempre. Ese rato es para mí. Para recorrer en silencio, ver qué cambió y qué viene. Después, cuando llegan las multitudes, la feria es otra cosa.
-¿Qué te sigue emocionando después de treinta años acá?
-El domingo de la familia. Ver a los chicos subidos a las máquinas, preguntando cómo funcionan. Eso te muestra el futuro. Y te muestra también por qué tenemos que mejorar la educación en Argentina.




