El productor ganadero, referente de los autoconvocados y ex funcionario de Senasa en el gobierno de Cambiemos, Carlos “Caico” Montoya, se sumó al debate por la entrada en vigencia de la trazabilidad individual obligatoria del ganado, que comenzará a correr a partir del 1° de enero próximo y que promete generar cambios en los manejos tradicionales de la hacienda.
Lejos de mostrarse a favor de la medida, Montoya recordó una experiencia similar anterior que se tradujo en un beneficio para un puñado de personas, en detrimento los propios productores. Fue durante su paso por la Oficina de Inspección y Control Veterinario y Fitosanitario de la Comisión Europea, en los años en que Luis Barcos presidía el Senasa, a fines de los años 90.
“La trazabilidad empezó en Europa cuando apareció la ‘vaca loca’ en Inglaterra. La comunidad europea le pedía a ese país que implementara la trazabilidad individual, y una vez que lo hizo no pudieron dejar de pedírsela a los demás países. En ese entonces hicimos diferentes visitas y una de ellas fue a Argentina. Se hizo una negociación y el país aceptó la trazabilidad de lote por el tipo de explotación que había”, recordó el productor en conversación con Bichos de Campo.
“Al no alimentar a la hacienda con proteína animal, una de las causantes de la ‘vaca loca’, se aceptó esa forma de trazabilidad, que implicaba caravanas para cada uno de los animales que conformaban ese lote, que tenían el mismo número. Ahí empezó el negocio de la caravana y al principio solo se hablaba de los animales que iban hacia la Unión Europea”, contó a continuación.
Esto, sin embargo, duró poco y el organismo sanitario local tomó la decisión de extender el uso de estas identificaciones a todo el rodeo. Para Montoya, la medida se transformó en un negocio que liquidó el agregado de valor de quienes producían animales para ese destino.
“Si querías exportar a la comunidad europea, caravaneabas a tus terneros y los engordadores, que no podían comprarle a cualquiera porque necesitaban esa trazabilidad, le compraban hacienda a ese que caravaneó. De esa forma, vos te garatizabas un precio un poco más alto por la hacienda que iba a Europa. Quienes, en cambio, hacían terneros para el mercado interno, no caravaneaban. Existía esa opción. Sin embargo, al volver compulsivo para todos los productores, se armó un negocio para las fábricas de caravanas y acabó con ese diferencial de precio”, explicó el ex Senasa.
Lo irrisorio del asunto estaba, según Montoya, en imponer como obligatorio el cumplimiento de una norma que no era tal.
“Normalmente uno adhiere a una regla si te la exigen. Si la Comunidad Europea a mí me exigía trazabilidad individual, yo cumplía. Pero acá nunca nadie nos exigió trazabilidad individual, y terminamos teniendo trazabilidad individual, pudiendo haber tenido la de lote. La trazabilidad individual la hizo un genio para inventar una caravana nueva que fuera individual, que nadie pidió”, señaló el ganadero.
Ahora, en medio de los debates por la Agenda 2030 y la intensión de la UE de frenar los desmontes y proteger a los bosques nativos –para lo cual crearon la normativa 1115/2023 con la que buscan trazar productor como soja y carne, para asegurarse que no provienen de zonas que hayan sido deforestadas con posterioridad al 2021- Montoya vislumbra otra ventana por la que podría volver a repetirse lo que sucedió a finales de los 90.
“Esa reglamentación la hacen como forma de lavar culpas, al considerar que son grandes compradores de productos hechos a partir del desmonte. Para eso te ponen condiciones para exportar alimentos, que pasan sobre la legislación argentina. ¿Cómo van a ponerme requisitos de zonas desmontadas si tenemos nuestras propias leyes contra la deforestación? Como eso mantiene un conflicto nunca salió. Sin embargo, un grupo de adelantados que ya estaba preparado para hacer su negocio, como lo es el Visec, va a una feria como la de Anuga, en Alemania, y hacen propaganda del nuevo sistema de chipeado. Son unos oportunistas”, señaló.
“Resulta que sin que nadie te lo pida, vos querés hacer una caravana nueva con chip electrónico. ¿Para qué si el botón es lo mismo? ¿Por qué me cambian el sistema que funciona? ¿Qué país me pide el requisito de este chip para poder exportar carne? Te aseguro que si lo preguntás nadie te lo va a contestar”, sostuvo a continuación.

Para Montoya la clave está, al igual que en la experiencia de comienzos de siglo, en darle a los ganaderos la libertad de elegir.
“Una cosa es que te den la libertad de elegir y otra es que te lo impongan. Si vos obligas a todos, inclusive a los que no exportan carne a la comunidad europea, estás matando a los productores chicos. Cancillería debería hacer el laburo de exigir que no pasen por arriba de nuestras leyes porque esto es una barrera paraarancelaria. Nosotros no tenemos que aceptar todo lo que pida la Comisión Europea agachando la cabeza”, concluyó.
Al igual que Montoya, son varios los productores que marcan su negativa ante la entrada en vigencia de este nuevo sistema, que Senasa ya reglamentó y sobre el que recientemente publicó nueva información de cara a su aplicación.
Bichos de Campo contaba días atrás el caso del criador Carlos Baravalle, que aseguró que la medida solo trasladaría a los costos sin otorgar ningún beneficio concreto.
“El beneficio de la caravana no lo tenemos nosotros en ese caso. Al ternero le están trasladando el costo y el beneficio lo va a gozar el que compra cada animal”, indicó en esa oportunidad.
Como él, se sumaron otras expresiones en redes sociales de productores negados a implementar la medida.

“El gobierno reglamento el curro de las caravanas electrónicas. No es un pedido de la UE, es un negocio para algunos amigos y un mayor control del Estado. Vamos al revés de lo que dicen los que se hacen llamar Liberales. ¿Las entidades agropecuarias? Silencio total, todos prendidos”, publicó el autoconvocado Ariel Bianchi en X.
Días después, se sumó al intercambio con otro productor. “Nos dijeron que el Estado no se iba a meter más con lo privado. Parece que no. Acá otro rebelde”, posteó en esa oportunidad.




