Todo cargamento de peras y manzanas que es enviado a México, un mercado que absorbe unas 18.000 toneladas al año de ambas frutas, es sometido a un proceso de Tratamiento de Frío en Origen (TFO), que se sabe efectivo contra las plagas más comunes en estos cultivos, las cochinillas harinosas y larvales de grafolita.
Luego de exponer la fruta a 0 grados por 42 días, los estados móviles de ambas plagas son eliminados. Pero lo que no se sabía a ciencia cierta, por la falta de evidencia que lo comprobara, es si ese efecto alcanza también a los huevos que puedan ser transportados junto con la fruta.
A fin de echar luz sobre ese asunto, investigadores del INTA Alto Valle llevaron a cabo un trabajo “en tiempo récord” que luego permitió aprobar un nuevo protocolo para el envío de peras y manzanas al mercado mexicano, muy relevante para las producciones de Río Negro y Neuquén.

El proyecto fue impulsado y financiado por el Comité de Productores y Exportadores de Frutas y Hortalizas a los EE.UU (Copexeu), pero supervisado por los organismos sanitarios de ambos países, Senasica y Senasa.
Y el resultado fue positivo, porque, en poco más de un año, los investigadores confirmaron los estudios sobre mortandad de huevos de Pseudococcus viburni (“cochinilla harinosa”) que habían llevado a cabo en 2010 y aseguraron que, luego del tratamiento de frío, estos no continúan con su desarrollo.
Gracias a ello, se firmó una nueva adenda comercial que garantiza los estándares requeridos por México y acredita la sanidad de la fruta fresca de la Norpatagonia.

“Se debieron recoger las colonias iniciales de la plaga en el campo, realizar la identificación morfológica y molecular, multiplicar la especie en laboratorio y luego someter a los individuos a los tratamientos de frío cuarentenario en atmósfera controlada y convencional”, explicó Liliana Cichon investigadora asociada de INTA Alto Valle y líder del proyecto, que destacó que el tiempo que demandó todo ese trabajo fue sorprendentemente bajo.
De hecho, contaron también con el aporte de la estación experimental de Mendoza, donde ayudaron a identificar las distintas especies de cochinillas presente en el Alto Valle para que el resultado fuera concluyente.
También se integraron otras instituciones relacionadas específicamente con el control cuarentenario, como la Estación Experimental Agropecuaria Obispo Colombres (Tucumán), Danper (Perú) y FuEDEI (Fundación para el Estudio de Especies Invasivas) para el análisis metodológico y de los resultados obtenidos.
Para un nicho comercial tan relevante, que en lo que va del 2025 ya absorbió más de 14.000 toneladas, el acompañamiento de la investigación tiene efectos muy concretos y colabora a sostener el estatus de la producción nacional.
“Trabajamos colaborativamente con investigadores, productores, exportadores de nuestro país y autoridades del servicio fitosanitario de México, para lograr acuerdos y planes de trabajo sólidos, con el claro objetivo de garantizar la sanidad y calidad de nuestras exportaciones, herramienta fundamental para el crecimiento y desarrollo del sector agropecuario”, destacó Diego Quiroga, director nacional de Protección Vegetal del Senasa.
			



