Desde hace tiempo se empezaron a generar oscuros nubarrones sobre el sector vitivinícola nacional, cubriendo los distintos eslabones de la cadena productiva. Como consecuencia de un consumo interno de vino retraído, una demanda internacional decreciente por los cambios de consumo en el rubro de bebidas, sumado esto a una sobreoferta de uva para vino, los viñateros y las industrias bodegueras están en crisis.
Ejemplo de esto es la crisis que atraviesa la histórica bodega mendocina de Norton, que desde hace días viene acumulando deudas en el sistema bancario por más de 30 millones de dólares.
En horas de esta tarde, la empresa informó que decidió presentarse en Concurso Preventivo de Acreedores. Tomás Lange, CEO de la empresa expresó a este medio: “En el día de la fecha, Bodega Norton S.A se presentó en Concurso Preventivo de Acreedores. Esta decisión fue tomada para asegurar los puestos de trabajo y la continuidad de la operación, en el marco de un contexto desafiante para la industria vitivinícola, tanto a nivel local como internacional y luego de evaluar distintas alternativas de solución a la situación financiera de la compañía”.
Según añadió el ejecutivo, “ña compañía reafirma su compromiso con sus colaboradores y la comunidad vitivinícola y continuará trabajando con el mismo espíritu de esfuerzo y excelencia que la caracteriza desde hace 130 años”.
Hasta el 18 de octubre, en la Central de Deudores del Banco Central (BCRA) la empresa registra cheques rechazados sin fondos por 269 millones de pesos, de los cuales apenas fueron abonados dos por 17 millones de pesos. Luego de la publicación de esta nota, pagaron dos cheques más y ahora el total de rechazos había bajado a 67 millones de pesos. Sin embargo, la deuda bancaria asciende a la friolera de 42.000 millones de pesos.
Norton se fundó en 1895 por Edmund James Palmer Norton, un aventurero inglés que llegó a Mendoza y trajo vides desde Francia, la bodega fue durante más de un siglo símbolo del vino argentino. Hoy, sin embargo, enfrenta una crisis que refleja el deterioro general de toda la industria vitivinícola.
Norton además venía de gozar la difusión sin precedentes que le dio un posteo en redes sociales de la popular cantante estadounidense de pop Britney Spears, que llegó a catalogar al vino que produce la bodega como “un vino real que es extremadamente bueno como rico. Primera vez con un vino real”, había dicho la cantante en Instagram.

Los viñateros mendocinos no están exentos a esta crisis, y manifiestan que esta situación es “la peor en más de una década”.
Hace días, la Asociación de Viñateros de Mendoza (AVM) emitió un comunicado en el que advierte que el sector atraviesa “una de las peores crisis de rentabilidad que hayamos vivido en décadas”. El texto apunta contra la falta de respuestas del Estado, la presión impositiva y la destrucción del mercado de la uva, que deja sin rentabilidad a productores grandes, medianos y pequeños.
“La ecuación económica del productor primario ya no cierra. Durante este ciclo 2024/2025, los costos se dispararon de manera insostenible: mano de obra, agroquímicos, fertilizantes, energía, transporte, impuestos, tasas… todo subió menos la uva”, indicó la entidad.
Para ponerle argumentos a la crisis, un estudio reciente de la Fundación Mediterránea asegura que el escenario combina una demanda global en retroceso, un consumo interno estancado y precios reales entre los más bajos de la última década. “El exceso de oferta se refleja en la acumulación de stocks vínicos y en la pérdida de rentabilidad del productor primario”, advierte el informe que publicó en las últimas horas el Instituto de Estudios sobre la Realidad Argentina y Latinoamericana (IERAL) de dicha entidad.
Según el informe, los precios promedio de los vinos varietales exportados acumulan una baja del 30% en dólares constantes desde 2013.
En los viñedos, la situación es más grave aún: La pérdida de rentabilidad empuja a muchos productores a reducir o abandonar parte de sus viñedos, sobre todo los de menor productividad. En consecuencia, la superficie cultivada muestra una tendencia descendente sostenida desde 2010.




