Hubo reunión, tras como se anticipaba, entre el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y su par de China, Xi Jinping. En un juego de alta diplomacia repleto de simulaciones, el acercamiento permite suponer que habrá una distensión en la guerra comercial que mantienen ambas potencias. Por lo menos, en un capítulo que nos interesa mucho a los argentinos referido al mercado internacional de soja, hubo señales concretas cuando el líder chino prometió reanudar formalmente las importaciones del poroto de origen estadounidense.
Según Trump, China se ha comprometido a adquirir “grandes cantidades de soja estadounidense” y esas compras comenzarían “de inmediato”, aunque no se especificaron los volúmenes ni el cronograma de dichas operaciones. Algunos analistas hablan de unas 12 millones de toneladas para lo que queda de este año, pero no hay nada confirmado.
Por ese motivo, tras las declaraciones de Trump, los futuros de soja en el mercado de Chicago (CBOT) reaccionaron con una baja de hasta el 2%, reflejando la incertidumbre de los operadores sobre el alcance real del compromiso de los chinos.
Por lo pronto, China ya había hecho gestos concretos en la víspera, con la compra a Estados Unidos de un par de barcos.
Como sea, mientras se confirman estas operaciones, el acercamiento es un quiebre luego un contexto de tensiones comerciales entre ambas potencias, que desde hace años impactan en los mercados agrícolas globales. La soja es uno de los principales productos dentro del intercambio bilateral, y cualquier cambio en la política de compras de China -el mayor importador mundial del grano- tiene repercusión directa sobre los precios internacionales. También para la economía argentina, que tiene en la soja y sus derivados su principal producto de exportación, con cerca del 25% de las divisas.
Desde el lado chino hubo pocas precisiones también. La agencia oficial Xinhuá publicó un cable donde señaló que “Jinping afirmó que está dispuesto a seguir trabajando con su homólogo estadounidense, Donald Trump, para construir una base sólida para las relaciones bilaterales y crear un ambiente favorable para el desarrollo de ambos países”.
“China y Estados Unidos deben ser socios y amigos. Eso es lo que la historia nos ha enseñado y lo que la realidad demanda”, afirmó el presidente chino, que no se refirió en concreto a ningún rubro del intercambio bilateral.

Más bien, habló como chino, una cultura milenaria que se toma sus tiempos frente a las ansiedades occidentales. “Guiamos el rumbo de las relaciones entre China y Estados Unidos”, dijo Xi. “Frente a los vientos, las olas y los desafíos, debemos mantener el rumbo correcto, navegar el complejo panorama y garantizar que el gran barco de las relaciones entre China y Estados Unidos siga avanzando de manera estable”.
Xi, elípticamente, también marcó que su economía no sufrió con las represalias arancelarias impuestas por Trump desde que asumió su segundo periodo de gobierno. Subrayó en ese sentido que en los tres primeros trimestres del año el PBI de China creció un 5,2%, mientras que el comercio de importación y exportación de bienes con el resto del mundo aumentó un 4%.
“Tenemos la confianza y la capacidad para superar todo tipo de riesgos y desafíos”, enfatizó de nuevo en tono místico.

Aquí, lidiando con la ansiedad de los mercados, la analista Paulina Lescano resumió que los humores de los operadores fueron cambiando mientras se iban derrumbando las expectativas de compras masivas. El acuerdo sería de importaciones por 12 millones de toneladas para esta ciclo comercial y compromisos de 25 millones de toneladas anuales para los próximos tres años.
“Me concentraría primero en ver si llegan a las 12 millones de toneladas de este ciclo. En tres años puede haber mil idas y vueltas”, razonó la analista, recordando que en 2024 China compró 27 millones de toneladas de soja de los Estados Unidos.





