Hace una década que la producción sojera, el principal complejo productivo y motor económico nacional, no crece. El punto de quiebre lo marcó la campaña 2015/2016, cuando se alcanzaron las 60 millones de toneladas, una cifra que desde entonces la cadena no pudo repetir.
Impuestos distorsivos, falta de infraestructura, baja rentabilidad, poco acceso al crédito. Muchos son los factores que intervienen en ese diagnóstico, pero para Rodolfo Rossi, presidente de Acsoja y un experimentado referente de la cadena, hay una razón de fondo que los engloba a todos: “Se instaló la idea de que a la soja no hay que empujarla, total el productor la va a sembrar siempre”.
Generalmente, en sus intervenciones públicas, Rossi asegura que, comparada con el resto de los granos, la soja es “la más discriminada”, pues es la que menos incentivos recibe, la que más derechos de exportación paga y la que, en el “inconsciente colectivo”, parece que no pierde nunca.
En cierto sentido, la evidencia es que fueron tan buenos los precios y la incorporación tecnológica que muchas veces esta oleaginosa se transformó en monocultivo en varias regiones. “La soja siempre fue ´pum para arriba´ en la Argentina por varias situaciones comparativas que lo hacían un cultivo rentable para el productor, pero eso se fue equilibrando”, observó Rossi en diálogo con Bichos de Campo.
Ese “punto de equilibrio” del boom sojero se percibe hace ya una década. Tras haber alcanzado el récord productivo, por crecimiento de área e incorporación tecnológica, la cadena no ha podido volver a perforar ese techo de las 60 millones de toneladas.
Aún con todas esas limitaciones, Argentina lidera las exportaciones de derivados, como harina y aceite de soja, pero lo cierto es que la industria tiene una capacidad de procesamiento mucho mayor. Para unos 10 millones de toneladas extra, estima Rossi, que destaca el potencial de esa oleaginosa como alimento humano y animal y para la producción energética.
Si no hay suficientes granos para esa industria es porque, evidentemente, las brechas de rendimiento -tanto de kilos como de contenido proteico- son una barrera casi infranqueable para el grueso de los productores primarios.
Mirá la entrevista completa:
“El productor piensa más en la lucratividad que en la productividad, buscando mejorar márgenes y ahorrar costos”, afirmó Rossi, que atribuye ese desbalance a la falta de condiciones para invertir e incorporar tecnología.
Y eso se expresa en síntomas muy específicos. El magro acceso al crédito, por ejemplo, es el que determina que hoy la mayor parte de nuestro parque automotriz acumule más de 10 campañas, pero también el que desincentiva la inversión en fertilización, una de las principales causas detrás de las brechas de rendimiento.
A cargo ya de su tercer mandato de Acsoja, con más de 2 décadas de experiencia dentro de la cadena, este genetista asegura que siempre hay espacio para trabajar con prioridades dispares, como lo son hoy las de los productores y exportadores, y que en eso residen los acuerdos que se tejen dentro del sector.
“Igualmente, siempre hay tensiones intra cadena”, aclaró el referente, que considera que su misión es “articular todas esas necesidades que son distintas, aún cuando la rentabilidad de un sector muchas veces no acompañe al otro”.
Le preguntaría a Rossi, cuantas veces en los últimos 10 años, el sojero tuvo esta oportunidad de convertir una tonelada en USD 310/320 billete
También le preguntaría, si recuerda que durante Macri, los productores lelloraron tanto ¡ pero tanto !!! sobre la sojización que no permitía que roten los suelos, hasta que el gobierno le rebajó 11 % de retenciones al maiz. Obviamente………el mayor cultivo de maíz, le roba hectáreas al de la soja
Eso es lo que sucede don Rossi. ¿ O no se dá cuenta que ha aumentado el área sembrada con maíz ?