El maíz -un cultivo de gran importancia para la economía agrícola en general, y para la actividad ganadera en particular- enfrenta diversas amenazas durante su ciclo de crecimiento, alguna de las cuales generan especial preocupación entre los productores.
Tal es el caso del hongo Stenocarpella maydis, que fue detectado durante la temporada 2023/24 en cultivos de Corrientes y Chaco, y que es capaz de atacar no solo a las hojas, tallos y espigas del maíz, sino también de causar una enfermedad neurotóxica en los animales que lo consumen. Se trata de la “diplodiosis”, conocida por afectar al sistema nervioso.
Frente a esto, un equipo de investigadores la Universidad Nacional del Noreste comenzó a explorar soluciones basadas en el control biológico de esta enfermedad, y presentó interesantes avances en el VI Congreso de Microbiología Agrícola y Ambiental, cuyo lema fue “Del ambiente a la aplicación: microorganismos para el desarrollo sustentable”.
La investigación, titulada “Antagonismo in vitro de tres aislados de Trichoderma sobre Stenocarpella maydis“, fue conducida por la ingeniera agrónoma Celsa Noemí Balbi, la doctora Susana Gutiérrez y el estudiante Nelson Carlos Monasterio Díaz. El trabajo se enfocó en el uso de organismos vivos para combatir plagas o enfermedades.
Para este caso en particular trabajaron con tres variedades de Trichoderma, un tipo de hongo beneficioso conocido por su capacidad de atacar a otros que son dañinos. El estudio consistió en aislar dos variedades identificadas como Ts y Tr, que fueron tomadas directamente de silos y restos de maíz de la región, y una tercera llamada Tv, que provino de suelos arroceros.
En condiciones controladas, los investigadores cultivaron el hongo dañino junto a los tres benéficos, que mostraron cualidades para frenar su crecimiento.
Entre los resultados se encontró que hubo inhibiciones en torno al 75,8% para la variedad Ts; 73,7% para Tr, y 63,4% para Tv. Según escalas científicas internacionales, los tres hongos beneficiosos lograron colonizar el espacio antes que el patógeno, superándolo en la competencia por territorio.
Por otro lado, las variedades Ts y Tr establecieron contacto con el hongo dañino en apenas 48 horas, mientras que la variedad Tv necesitó 72 horas para lograrlo.
Los investigadores también observaron cómo actúa cada variedad de Trichoderma contra el hongo perjudicial. “La variedad Ts logró penetrar directamente la estructura del hongo dañino, mientras que Tr actuó enrollándose alrededor de sus filamentos. En ambos casos se observó un deterioro progresivo del patógeno, con formación de vacuolas (espacios vacíos dentro de las células) y descomposición de sus estructuras”, señalaron.
“Los resultados preliminares de esta investigación abren una salida promisoria para los productores de la región. El biocontrol con Trichoderma podría convertirse en una herramienta práctica para aplicar directamente en el campo, reduciendo los focos de propagación del hongo dañino y, consecuentemente, disminuyendo el riesgo de intoxicación en el ganado bovino”, indicaron en este sentido.