Sin duda el momento más emotivo del tradicional acto con el que los productores de pollos y huevos celebraron, como cada 2 de julio, el Día Nacional de la Avicultura, fue cuando se anunció que Roberto Domenech, el eterno conductor de una de las cámaras del sector, CEPA, se jubilaría después de casi cuatro décadas de actividad dirigencial. El cerrado aplauso coronó la que fue una vida gremial dedicada a la implementación de planes estratégicos para ese sector, que se alcanzaron (porque el consumo de carne aviar ya iguala a la vacuna), con doble mérito en un país que cambia las reglas de juego en todo momento.
Tanto cambio de reglas y contextos que los discursos escuchados en la celebración -realizada en el marco de una exposición sectorial en Punta Carrasco- volvieron a plantear nuevos desafíos en la agenda de estas actividades, que van desde un inusitado contrabando de huevos en la frontera norte a la imperiosa necesidad de generar condiciones de competencia para poder exportar.
La celebración del Día de la Avicultura Argentina fue organizada conjuntamente por la Cámara de Productores e Industrializadores Avícolas (Capia) y el Centro de Empresas Procesadoras Avícolas (Cepa),. Se había anticipado la presencia de la vicepresidente de la Nación, Victoria Villaruel, pero se excusó por estar enferma y se salvó de que seguramente luego los militantes libertarios -en una interna que nadie comprende demasiado- la acusarían de poner los huevos en varias canastas o vestirse con plumas para la ocasión.
Lo cierto es que lejos de ese mundillo de agravios gratuitos, los avicultores locales escucharon con atención el discurso del presidente de Capia, el productor norteño Juan Kutulas, quien habló en nombre de todos y reivindicó de entrada el peso de la actividad.
“Con más de 58 millones de ponedoras y 900 millones de pollos faenados al año, la avicultura argentina produce más de 17.500 millones de huevos, abasteciendo eficientemente el mercado interno y exportando a más de 65 destinos. El sector genera más de 90.000 empleos directos e indirectos en 18 provincias, con una facturación combinada de más de 7.000 millones de dólares y exportaciones que alcanzan los 450 millones de dólares. Argentina se destaca como el segundo consumidor mundial de huevos (363 unidades per cápita), octavo productor global de carne de pollo, décimo exportador de esta proteína y decimoquinto exportador de ovoproductos“, enumeró el empresario.
Pero de inmediato, pese al fuerte crecimiento que se visualiza en el sector -y del cual Domenech fue uno de los artífices claves- llegó el momento en el Kutulas se puso a revisar la agenda de reclamos, a los que llamó “desafíos críticos”, que requieren atención urgente de las autoridades:
- Carga Impositiva Elevada: en muchos casos supera el 40% del precio final, reduce la competitividad y castiga al productor formal.
- El huevo es la única proteína de origen animal gravada con el 21% de IVA, una situación que debe corregirse bajando ese impuesto.
- El contrabando en zonas de frontera genera problemas sociales para pequeños productores, distorsión de precios y pone en peligro el estatus sanitario, afectando exportaciones por 450 millones de dólares.
- Preocupa el aumento de las importaciones de productos aviares, que, sumado a asimetrías con otros países y la falta de planificación, perjudica al sector.
- La falta de líneas de financiamiento accesibles para inversiones productivas obliga a las empresas a sostener sus avances con recursos propios, que no cubren las necesidades mínimas. Es crucial acelerar el acceso al crédito para modernizar instalaciones.
- Desde CAPIA se subrayó la necesidad de contar con la herramienta de vacunación contra la influenza aviar para proteger aves de ciclos largos, siempre de manera estratégica, transparente y sin afectar los mercados internacionales de exportación de carne aviar. Es que ese es un escenario que los frigoríficos de aves temen mucho.
- Además, indirectamente el sector salió a bancar al INTI (en momentos en que corren peligro tanto ese organismo como el INTA) que tuvo a cargo la medición y ser certificador de la huella hídrica y de carbono.
“El sector celebra una Argentina más desregulada, con menos burocracia, más libertad y una economía que comienza a florecer, lo que permite planificar el futuro. Se requiere acelerar los avances en el acceso al crédito para modernizar galpones y mejorar la eficiencia, destacando que los primeros pasos dados no son suficientes para la gran escala que se precisa”, remarcó Kutulas.
Hubo una concurrida delegación de la Secretaria de Agricultura, que por supuesto no respondió directamente a ninguno de estos planteos, que escalan a sus resortes. El subsecretario de Producción Agropecuaria Manuel Chiappe, solo dijo que él, como productor agropecuario en Entre Ríos, es proveedor de maiz para el sector. “Son buenos pagadores”, aseguró. Y se despidió diciendo que el gobierno nacional “está a la altura de los desafíos”.
Luego dijo que la gestión nacional tiene como bandera prioritaria la inserción internacional de los productos argentinos, y recordó que la avicultura tiene abiertos 90 destinos, entre ellos las recuperadas China y Chile, y las novedosas Corea y Filipinas. También explico que se está trabajando en una linea de créditos a medida del Banco Nación para el sector avícola.
Pero a esa altura el bullicio, como cruel cacareo, comenzó a imponerse sobre las palabras del funcionario, que leía sobre otros objetivos mientras la gente felicitaba a Domenech por su merecidisima jubilación, finalmente consciente de que los grandes artífices de la historia, en un país sin políticas públicas duraderas, ha sido el propio sector privado.