En medio del debate global por reducir las emisiones de carbono en la aviación, los países de América Latina y el Caribe se posicionaron como futuros proveedores de los llamados combustibles sostenibles de aviación (SAF, por sus siglas en inglés).
Es que en un encuentro realizado en Montreal, Canadá, una comitiva de expertos, funcionarios y representantes de la Coalición Panamericana de Biocombustibles Líquidos (CPBIO), con el IICA como brazo técnico, dialogaron sobre el rol de los granos como materia prima para estos combustibles, remarcaron la relevancia de la región y comenzaron a tomar medidas concretas para posicionarla como proveedor global.
En ese marco, se conformó un Task Force (Grupo de tareas) regional con el objetivo de abrir caminos para la producción, distribución y uso de SAF en América. “Esta iniciativa busca posicionar a nuestros países en los principales escenarios de decisión internacional”, explicó Carlos Mateus, secretario general de Fedebiocombustibles.
Lo cierto, es que en Argentina y la región, cultivos como la colza, la camelina o carinata, pueden servir para la elaboración de estos combustibles, generando además condiciones para una aviación más amigable con el medio ambiente, tal como buscan muchos líderes mundiales.
Esta reunión cobra importancia particular en Argentina ya que el sector se encuentra a las puertas de una nueva siembra de estos granos. Cultivos incipientes como la camelina o la carinata podrían convertirse en la próxima frontera del agro. Aunque hoy ocupan superficies marginales, grandes compañías globales ya tienen los ojos puestos en su potencial como materia prima para el SAF.
Durante el evento, la Coalición –integrada por los principales gremios empresariales e industriales de las Américas dedicados a la producción y procesamiento de azúcar, alcohol, maíz, sorgo, soja, aceite vegetal y granos, entre otros productos del sector agropecuario– avanzó en el posicionamiento de la región como proveedora global de combustibles sostenibles de aviación (SAF), en el marco de la transición energética. El Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) ejerce como secretario técnico de la Coalición, creada en 2023 en San José de Costa Rica.
“Se lograron contactos clave y se avanzó en una agenda que permitirá buscar espacios como observadores en instancias como el Comité de Protección Ambiental de la Aviación (CAEP) y el Órgano Asesor Técnico (TAB), con el fin de identificar líneas de acción comunes para los países miembros en estos y otros escenarios internacionales de decisión”, agregó Mateus.
En Montreal se discutieron los logros en materia meteorológica y de ambiente desde la adopción del Objetivo Global Aspiracional a Largo Plazo (LTAG, por sus siglas en inglés) de cero emisiones netas de carbono para la aviación internacional en 2050. También se trataron el Plan de compensación y reducción de carbono para la aviación internacional (CORSIA), las emisiones de la aviación no derivadas del CO2, los aeropuertos ecológicos, la biodiversidad, la economía circular, la adaptación a los eventos meteorológicos extremos y la resiliencia de las infraestructuras, temas que parecen muy alejados de la agricultura, pero que pude que dentro de poco sean habituales.
Agustín Torroba, Especialista Internacional en Biocombustibles y Energías Renovables del IICA y secretario ejecutivo de la CPBIO disertó y aseguró durante su presentación: “La agricultura es un aliado estratégico para la descarbonización del sector aéreo a través del SAF, ya que, gracias al poder de la fotosíntesis de la biomasa, permite que utilicemos el CO2 de la atmósfera para producir la materia prima biológica que luego será transformada en los biocombustibles o en el SAF para descarbonizar la aviación”.
Como secretario ejecutivo de la CPBIO, Torroba insistió en la necesidad de trabajar para cerrar las brechas de productividad en los seis principales cultivos que hoy se utilizan para producir biocombustibles: caña de azúcar, maíz, trigo, soja, palma y colza.
De acuerdo a un estudio del IICA, cerrando dichas brechas de productividad se pueden producir las materias primas necesarias para obtener 500 millones de metros cúbicos de SAF – sin incrementar una sola hectárea de tierra cultivable – y así cumplir prácticamente todos los escenarios de consumo de SAF para la descarbonización.