El Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) está al borde de dejar de ser el que conocemos hasta ahora. Un organismo que es orgullo del sector agropecuario nacional está a las puertas de convertirse en un botín de guerra entre dos facciones enfrentadas del Gobierno Nacional, con Federico Sturzenegger y Luis Caputo como capitanes de esos bandos.
El INTA se encuentra atravesando momentos de turbulencia desde fines de 2023, cuando posterior a la asunción presidencial de Javier Milei, se habló respecto de su posible privatización. Rápidamente el sector agropecuario y las provincias dejaron en claro que ni el organismo ni INTeA, un brazo comercial del paraguas científico, estaban en condiciones de privatizarse. La privatización de esa empresa que cobra regalías por los desarrollos del instituto figuraban en la primera versión de la Ley Bases.
Luego, con el correr de los meses comenzó a tomar forma una propuesta de “reestructuración” del organismo, que no es ni más ni menos que un ajuste. Costó, pero el ajuste finalmente avanza aunque no a la velocidad con que quisieran los libertarios. La motosierra del Gobierno Nacional chocó varias veces con los Consejeros del organismo y sus trabajadores, hasta que finalmente el 15 de abril de este año, se aprobó de manera formal un proceso de reestructuración del ente, que incluso podría ser violatorio de la Ley que regula estos temas, y que viene de 1973.
El ajuste venía solapado, pero se venía dando, mediante retiros voluntarios y la anuencia de las gremiales del campo. Lo que ahora está en debate y a la espera de una decisión oficial, es la reducción del INTA: despidos masivos y venta de tierras y edificios, que según los planes oficiales, son “improductivos”.
De hecho lo que las autoridades del INTA quieren delinear es un organismo que trabaje más cercano a los productores de la Pampa Húmeda y elaborar un sistema similar a uno que utiliza Aapresid, la Asociación de Productores de Siembra Directa. De allí provienen sus dirigentes Nicolás Bronzovich, productor del sudeste bonaerense y Beatriz Giraudo, productora del suroerste santafesino. Presidente y vice.
Este binomio agrícola tiene en la cabeza alivianar el organismo, con menos recursos humanos e inmobiliarios, y pasar a realizar ensayos en campos de los productores. Sin definiciones, eso es lo que buscarán en los próximos años implementar.
Este plan de ajuste en el INTA viene siendo resistido por los empleados. Tanto ATE como APINTA, el gremio específico que los nuclea, resisten en las calles y en las redes sociales todos los intentos oficiales, y prometen dar batalla. Enfrente, todo parece encaminado a recortar el 30% de la plantilla de trabajadores.
De concretarse lo aprobado por el Consejo Directivo del organismo por 7 votos contra 2 -una suerte de “intervención” de la Dirección Nacional para poder conformar una súper gerencia que maneje casi todo este proceso-, se podría dar el despido de cerca de 1500 empleados, y la venta de alrededor de 70 mil hectáreas. Aunque sin debate con sus “bases”, este proyecto fue avalado por los productores agropecuarios nucleados en la Mesa de Enlace y CREA, quienes suman 5 de esos 10 votos. Solo Federación Agraria Argentina votó en contra. El resto aprobó el desguace, que fue garantizado durante Expoagro por Juan Pazo, que presionó a las entidades para que se lleve adelante.
Al respecto, el representante de FAA, Gustavo Tettamanti, declaró ante los agremiados que representa: “La decisión fue avanzar con la reforma de la Estructura del INTA. Está decisión fue dividida. Mi posición fue votar en contra de la Reforma. Si bien comparto la necesidad de Reformas en el INTA, no podía avanzar sin el acuerdo con todos ustedes y llegar a un Consenso para tener un mandato. En el transcurso del día pude hablar con varios y las visiones eran distintas por eso necesitaba tiempo para llegar a una idea común. Pedí ese tiempo pero no lo tuve”.
Es quizá esa votación la clave de todo, porque allí radica el peso de la disputa entre los economistas que le hablan al oído al presidente: Caputo y su alfil en producción Juan Pazo intentan llevar adelante la feroz reducción del organismo para poder intervenirlo, mediante la Secretaria de Coordinación de Gestión, que aún no fue formalizada ni tiene cabeza. Ahí radicará el poder de este lado del gobierno, para poder manejar el organismo que debería ser autárquico y descentralizado.
Si bien hay muchas cuestiones legales aún por resolver y técnicas desde el punto de vista, hay otro proyecto que podría barrer con esta disputa que llevan adelante los consejeros entre ellos y la dirigencia del INTA: Podría llegar como un misil un decreto del Ministerio de Desregulación, a cargo de Sturzenegger, que entre otras reparticiones públicas y organismos, podría fusionar al INTA con el INTI y la Conae, la comisión de actividades espaciales.
Esta idea podría dinamitar el plan de Caputo y Pazo, y hacer que la discusión por los nombres quede obsoleta. El nuevo organismo podría pasar a llamarse Instituto Nacional de Convergencia Tecnológica y Desarrollo Estratégico (INCyTDE), aunque hay disidencias respecto al nombre, que podría sufrir cambios. Este proyecto consta de 5 objetivos en un plan a 10 años.
Por un lado busca la “Integración de capacidades tecnológicas”. Según se conoció, busca “unificar laboratorios, satélites y redes de extensión para abordar problemas nacionales con enfoque interdisciplinario”. Los elaboradores del plan ejemplifican con el uso de datos satelitales para agricultura de precisión o monitoreo industrial.
El segundo punto es el de la “Sustentabilidad productiva”. Buscará “promover tecnologías verdes, eficiencia energética y adaptación al cambio climático en sectores agroindustriales y espaciales”.
El tercer punto trata de una “vinculación público-privada”, para “incrementar la participación privada en proyectos de I+D hasta un 30% para 2035, priorizando áreas como biotecnología, Industria 4.0 y nanosatélites”.
En el área de recursos humanos, la fusión buscará “Establecer programas conjuntos de posgrado con universidades y becas cofinanciadas para retener talentos en áreas estratégicas”.
A su vez, el INCyTDE (o como se llame) tendrá “una estructura federal con centros regionales autónomos, pero coordinados bajo estándares nacionales”.
En lo que el equipo de Sturzenegger dio en llamar Integración Institucional (2025-2028), este raro organismo creará tres gerencias temáticas (Agroindustria, Tecnología Industrial, Espacio y Datos) bajo un Consejo Directivo tripartito (representantes de cada organismo original).
También motorizará vender activos “subutilizados” como edificios en desuso para financiar laboratorios de última generación. Además propone desarrollar un “geoportal” integrado que combine datos satelitales mediante SAOCOM, mapas de humedad de suelo y registros industriales.
El loco proyecto de Federico contempla además proyecciones 2033 a 2035, en el que incorpora conceptos como agricultura 5.0, “Corredores industriales verdes”, entre otras rarezas.
Si bien se trata de un bosquejo preliminar sin saber a ciencia cierta si tendrá lugar, lo cierto es que en esta guerra a cielo abierto entre las dos facciones más influyentes de Economía, el INTA será un botín. Una batalla más en una guerra por poder.
En todo caso, esta guerra está librada entre escritorios, bastante lejos de la tierra, el barro y sobre todo las economías regionales, principal motor del interior profundo del país y por quienes no parecen detenerse ni un segundo.
Es todo sarasa, la finalidad ultima es la venta de edificios y tierras, como se hizo con Cerviño, y que el destino de ese dinero jamas llegue a la investigacion.