En el marco de EnBio 2025, una muestra donde los insumos biológicos son protagonistas, Luis Wall, especialista en microbiología del suelo, expuso una visión que se aparta de la agenda dominante.
Para Wall, comprender la biología del suelo no es un detalle menor, sino la clave para garantizar la salud del agro y su sostenibilidad a largo plazo. Sin embargo, advirtió: “Cuando no entra en el tablero de decisiones del productor, la microbiología y la biología quedan de lado. Entonces se hace un manejo de la producción agrícola en base a insumos químicos”.
El investigador del Conicet y especialista en salud del suelo, analizó ante el micrófono de Bichos de Campo la situación actual de los suelos, la agricultura tradicional, y como los insumos biológicos llegaron para cambiar la agenda del sector.
Durante EnBio, realizada en Victoria, Entre Ríos, Wall expuso ante el auditorio colmado de productores, y una de las perlas de su charla fue la prueba del calzoncillo. El experto aseguró: “Hay una prueba cómica o graciosa, que es la de enterrar calzoncillos de 100% puro algodón en el suelo. Después de un año se lo busca. Si lo que se rescata es el elástico, ese suelo tiene una salud perfecta, porque se comió todo el algodón de la prenda. Si uno rescata la prenda, le falta mucha salud. Es un suelo muy pobre en términos de biología”.
Esta curiosa prueba, fue escuchada por unos 500 asistentes, y luego de la charla, le preguntamos a Wall sobre la llegada a los productores, y la relación que se guarda entre biología y producción convencional.
Al respecto, Wall insisttió en que ese tema no forma parte de la agenda del agro, y que esta ausencia de la biología en la ecuación productiva genera un impacto directo en la estructura física del suelo. “La estructuración del suelo es la consecuencia de la actividad biológica. Los microorganismos producen moco, distintos tipos de moco. Ese pegoteo de partículas genera la agregación del suelo, la porosidad. Si eliminamos la biología, perdemos estructura”, explicó Wall a este medio.
A lo largo de su disertación, el investigador dejó en claro que la degradación del suelo no solo afecta la productividad, sino que tiene consecuencias ambientales y sanitarias profundas. “En Europa, hace años que entendieron que no se pueden usar más agroquímicos por su impacto ambiental. Acá, ese costo ambiental no lo paga nadie. Pero la degradación de los suelos, el calentamiento global y la resistencia a antibióticos que se desarrollan a partir de estos suelos son problemas serios de salud pública”, enfatizó.
Uno de los principales desafíos para la adopción de bioinsumos es el margen de rentabilidad que persigue el productor. Durante este tiempo de empresas de insumos que quiebran, Wall reconoció que la presión económica a menudo obliga a priorizar la inmediatez sobre la sustentabilidad: “El biológico no genera una respuesta inmediata. O si la genera, capaz que no es la misma que un agroquímico. Pero en tres años el productor empieza a ver un cambio en la estructura del suelo. Hay indicadores de salud del suelo, como análisis de lípidos y enzimas, que te muestran la evolución”.
El especialista también apuntó a una cuestión estructural que limita la posibilidad de cambiar el modelo productivo: el arrendamiento de tierras. “Vos alquilás un departamento y lo tenés que devolver como lo recibiste. ¿Por qué no se hace lo mismo con el suelo? Hoy existen herramientas para medir su salud. Si un lote se arrienda en cierto estado, debería devolverse igual o mejor”, propuso Wall, aunque admitió que planteó esto muchas veces y nunca nadie le dio bolilla.
Mirá la entrevista completa con Luis Wall, experto en salud de los suelos:
Uno de los puntos más urgentes y debatidos en la actualidad es el margen de rentabilidad de los productores agropecuarios. Según Wall, el sector atraviesa un escenario económico complejo, donde los márgenes se han reducido significativamente. Esto obliga a los productores a buscar soluciones inmediatas, pero también a considerar a largo plazo el futuro de los suelos y la sustentabilidad de las prácticas agrícolas.
“El biológico lo que hace es, o en combinación con una reducción de la cantidad de agroquímicos, ir mejorando la salud del suelo, la estructura del suelo. Entonces, en el mediano plazo, ni siquiera en el largo plazo, en tres años, vos tenés un cambio en la estructura física del suelo”, explica Wall. Este cambio gradual implica que, si bien los bioinsumos no siempre ofrecen respuestas rápidas, su impacto positivo se percibe con el tiempo, a medida que se mejora la calidad del suelo.
Para Wall, el cambio vendrá de la mano de la evidencia y la comunicación entre productores: “El que adopta bioinsumos empieza a ver suelos con otro color, otro olor. Y cuando ves el beneficio en tu campo, lo querés seguir haciendo. Se trata de construir una red de conocimiento basada en la experiencia”.
Wall destacó que en los últimos años, especialmente después de la pandemia, ha aumentado exponencialmente la presencia de estos productos en el mercado, tanto a nivel local como internacional. “Hace cuatro años serían cuatro o cinco carpas, y hoy son un montón de carpas, y el año que viene van a ser más carpas”, dice Wall al referirse a las crecientes jornadas y exposiciones donde los bioinsumos se presentan como alternativa al uso intensivo de agroquímicos.
A pesar de los avances, los productores continúan siendo cautelosos con el uso de estos productos. La adopción de los bioinsumos depende, en gran medida, de la observación directa de los beneficios en el suelo y en la producción. “El productor lo adopta cuando ve la consecuencia, porque la consecuencia no está solamente en el producto final y el bolsillo, sino que después de un tiempo, él empieza a ver que el suelo tiene otra estructura, tiene otro color, tiene otro olor”, afirmó Wall.
Según el experto, una de las claves del éxito de los bioinsumos radica en su integración con las prácticas tradicionales del productor. Wall lo describió como el manejo del microbioma del suelo, un concepto fundamental para comprender la salud del suelo. “Manejar el microbioma del suelo es cómo manejar la humanidad. La humanidad no se maneja”, señala.
El futuro de la agricultura argentina depende, en gran parte, de cómo se manejen los recursos del suelo. La adopción de bioinsumos y la gestión sostenible de los suelos son esenciales para garantizar una producción agrícola más eficiente y menos dependiente de insumos químicos. Sin embargo, como subraya Wall, el cambio no será inmediato. “La adopción viene de la mano de mostrar el beneficio a corto y mediano plazo y de la comunicación entre la gente que lo vivió y la que todavía no se anima”, concluye.
Excelente exposición!!!