El Beni es uno de los nueve departamentos en que se divide Bolivia y se ubica en la región del centronorte. Limita al noreste con Brasil y, con una superficie de 213.564 km², es el segundo departamento más extenso del país.
Aquí la ganadería nace en Loreto el 28 de junio de 1682, en la primera misión fundada por los padres jesuitas en el territorio del gran Moxos, con 84 animales bovinos que los religiosos trajeron y que prosperaron rápidamente gracias a la calidad de los pastos y sabanas nativas.
En la actualidad, en El Beni se desarrolla una ganadería que sobrepasa los 3 millones de cabezas y desde 2023 está declarado libre de aftosa. Son alrededor de 8.000 productores ganaderos, de los cuales el 85% son pequeños (50 a 500 cabezas); el 12% son medianos (de 500 a 2000 cabezas) y el 3% son grandes productores, con más de 2.000 cabezas.
“Los jesuitas trajeron el ganado llamado ´criollo´, que es la mezcla del ganado caracú (de origen español) con toros de la región, de ninguna raza definida. Eran animales rústicos, grandes por choque de sangre con toros europeos, con mucha resistencia a enfermedades y sobre todo a las garrapatas, tábanos y mosquitos, que son muy endémicos de los climas tropicales”, dice Alonso “Poncio” Mejía Rivero, que pertenece a la tercera generación de ganaderos y cuya familia poseía nueve campos ganaderos en la zona, con un total de más de 7.000 cabezas de ganado.
“Con el recorrer de los años, en El Beni se fueron introduciendo toros Guzerat, toros mestizos indoeuropeos y luego la raza Nelore, por su rusticidad. Hoy tenemos un 90% de ganado de esta raza muy típica de Brasil, a la vez que también se ha introducido Brahman, que está dando buenos resultados pero todavía son poca cantidad. En cuanto a los productores dedicados a la lechería, las razas introducidas son Holando, Pardo Suizo, Gyr Lechero y Girolando, una raza originaria de Brasil”.
Si bien El Beni es uno de los departamentos más grandes de Bolivia, a la vez es uno de los menos poblados. Esto se debe a su extenso territorio de selvas, llanuras y áreas de difícil acceso. Según el censo de 2024, cuenta con 477. 641 habitantes.
“La familia Mejía Rojas comienza en la producción ganadera en la provincia de Marbán del municipio de Loreto-Beni en 1954, a partir de una ganadería de 800 cabezas que comprara el señor Honorato Mejía Cuéllar, quien envía a mi señor padre Edmundo Mejía Rojas, a lomo de mula desde la ciudad de Santa Cruz y acompañado de un guía o marucho trayendo 22 animales caballares”, describe Poncio, que además es secretario de Hacienda del Comité Cívico de El Beni.
En esta región se practican dos tipos de producción ganadera: ganadería extensiva tradicional y extensiva mejorada. En este último sistema se aplica manejo tecnificado, monta estacionada o entore, palpación de preñez, peso de nacimiento, destete del ternero y sanidad animal a todo el rodeo. La ganadería extensiva mejorada es el sistema de producción utilizado por la gran mayoría de los productores ganaderos del Departamento del Beni.
“En el sistema de manejo mejorado se dividen las propiedades en potreros para realizar el manejo de destete, recuperación de vacas flacas, potrero de engorde para el terminado de la vaca de descarte y el animal macho destinado para engorde”, agrega.
La alimentación de la ganadería de El Beni se realiza sobre la base de pastura natural (o “pasto ecológico”, como se llama en la zona) compuesta por pasto de bajio, camalote, paja toruna, cañuela morada, arrocillo y otras variedades de pastos. Se trabaja con rotaciones sobre la base de una carga de 3 animales por hectárea en época lluviosa o de buena producción de forraje (unos 6 meses) y una carga de 1 animal cada 5 hectáreas en la época seca.
En este sistema de manejo los animales o vacas de producción están asignados a un potrero de sanidad, donde se realiza el control permanente de las hembras en parición, sanidad del ternero, secado del ombligo, desparasitado, vitaminado y tonificado.
“Los que nos compran permanentemente animales a los ganaderos benianos son los ganaderos de Santa Cruz que se dedican a la recría y engorde, para llevar al matadero y destinar a mercados de consumo local, nacional y también exportar”, describe Poncio. “Otros clientes son los internadores (intermediarios) del departamento de La Paz, que compran animales terminados, faenados y trasladados en cámaras frigoríficas desde el norte del Beni, provincia Ballivián, y la parte occidental del país, que también consume nuestra carne bovina”.
“Soy un ganadero de tercera generación de la familia Mejía Rojas que realiza esta actividad ganadera hace 37 años, aplicando el sistema extensivo mejorado con una producción de ternero del 70%, una mortalidad de 5% de animales al destete y un 5% de mortalidad de adultos por diferentes circunstancias”, detalla. “Llevo delante una producción sostenida de animales aplicando el sistema de manejo rotacional e implementando la sanidad sobre la base de una genética apropiada e implementando las prácticas racional de manejo de ganado bovino”.
Al mismo tiempo Poncio lamenta que el Gobierno nunca haya apoyado al ganadero Beniano y que todo lo que se tiene y produce es gracias al esfuerzo extremo por parte del productor: “El Gobierno nunca hizo una importación de toros y vacas reproductoras de ningún tipo de ganado para mejorar la genética, solo después de la inundación de 2014 entregó una partida reducida de animales hembras a los campesinos e indígenas que producen ganadería de subsistencia y que no son parte de la estructura organizacional de la Federación de Ganaderos del Beni”, reclama.
“El ganadero beniano necesita seguridad jurídica, leyes que garanticen la posibilidad de hacer inversiones con posibilidad de retorno seguro y de obtener créditos blandos de apoyo a la producción. Por el contrario, hoy que sufrimos una catástrofe: debido a el cambio climático somos penalizados con multas exageradas e imposibles de pagar y se nos responsabiliza a los dueños de propiedades de iniciar el fuego e incendio de nuestras pasturas y se nos culpa como si fuéramos los responsables, cuando la realidad es que las causantes son las altas temperaturas que hacen que el pasto seco se queme, por el efecto de sobrecalentamiento de un trozo de lata o una botella de vidrio que genera efecto lupa”, enfatiza.
“En esta épocas necesitamos políticas de apoyo de parte de el gobierno antes que multas y leyes que nos incentiven para ser cada vez más eficientes y altamente competitivos porque el ganadero Beniano hoy solo es productor primario, es decir solo produce ternero y vaquilla de un año, y que muy poco porcentaje aguanta hasta dos años” explica Poncio.
Y concluye: “Nuestro anhelo es tener la capacidad de sacar nuestro ganado terminado y para ello necesitamos pasturas para la recría y probar nuevas alternativas, como podría ser el forraje verde hidropónico, pero para eso necesitamos el apoyo económico y técnico del Gobierno, no podemos hacer todo los ganaderos solos. Tenemos dos épocas bien marcadas, la lluviosa y la seca. La lluviosa empieza en noviembre hasta abril. Ya en mayo llueve poco y hasta octubre el pasto se seca y no tiene valor proteico y nutricional. Por eso necesitamos suplementos y apoyo para introducir pasturas que estén verdes todo el año”.