Una modificación de las retenciones (o derechos de exportación, como les gusta decir a los puntillosos) es una cosa muy sencilla de instrumentar, y por eso a todos los gobiernos le gustan tanto. El trámite es sencillo: Apelando al Código Aduanero y esquivando al Congreso, el ministro de turno define la alícuota que tributarán ciertos productos y entonces escribe en el Boletín Oficial: “A partir de tal día, tributarán X% del Valor FOB fijado por la Secretaría de Agricultura las siguientes posiciones arancelarias de la Nomenclatura Común del Mercosur”. Luego, en el anexo, coloca los códigos correspondientes a la soja y sus derivados, al maíz, a la cebada y al resto de los granos.
No es nada difícil. No es compleja la fórmula para bajar o subir las retenciones.
La Resolución 11/2002, firmada por el ministro Jorge Remes Lenicov en marzo de 2002, luego de la gran crisis de 2001 y que reimplantó los DEX, decía eso: “Artículo 1º: Fíjase un derecho del 10% a la exportación para consumo de las mercaderías comprendidas en la Nomenclatura Común del Mercosur detalladas en las (6 planillas que como Anexo forman parte integrante de la presente resolución”. Luego seguían los códigos. Empezaba con el 01011100, que corresponde a los caballos reproductores de raza pura.
Hay un gráfico oportuno de la Bolsa de Cereales de Córdoba que recorre la historia de las retenciones agrícolas. Allí quedan claras dos cosas. La primera es que no es esta que anuncia ahora el gobierno de Javier Milei la primera rebaja del tributo, sino que es visible el intento de reducción en el gobierno de Mauricio Macri, en 2015, inclusive en la soja.
La segunda cosa que queda clara del gráfico es que en 2002 la retención a la soja de Remes Lenicov subió del 10% inicial inmediatamente al 23,5%. También que antes del traspaso de mando de Néstor a Cristina Kirchner en 2007 volvieron a subir a 27,5%; y que inmediatamente después Cristina las elevó a 35%. Hasta allí la fórmula utilizada siempre fue la misma: “Fíjase un derecho del tanto por ciento…”
Las rarezas en esta modalidad de fijar el nivel de retenciones comenzaron sin duda el 11 de marzo de 2008, cuando el gobierno kirchnerista nos desayunó a todos con un proyecto de Resolución 125, redactada por el ex ministro Martín Lousteau supuestamente para esterilizar una bravuconada del secretario Guillermo Moreno, que quería utilizar la fórmula tradicional para elevar las retenciones hasta por arriba del 60%.
La presentación de aquella medida que establecía “retenciones móviles” era más bien curiosa e incluía una compleja fórmula inentendible para los productores, que se alzaron en armas porque lo único que tuvieron claro era que que -a partir de una retención más alta del 44%- Cristina quería ponerles un techo permanente a sus ingresos, ya que las alícuotas de DEX comenzarían a moverse en función de los precios. Era un chino inaplicable que tampoco preveía que hacer si subían los costos de producción. La famosa Resolución 125 cayó a los tres meses. Y las retenciones a la soja volvieron a la fórmula lineal que no fallaba: 35%.
Para achicar la presión fiscal como había prometido en campaña, a fines de 2015, Macri volvió a la fórmula normal en el decreto 133/2011: “Fíjase en la alícuota del 0% el derecho de exportación de las mercaderías comprendidas en las posiciones arancelarias de los Capítulos 1 a 24 de la Nomenclatura Común del Mercosur, con excepción de las que se detallan en el Anexo I”. Esa excepción era la soja, para la cual se fijó una rebaja de 35 a 30%. Luego se establecería un cronograma de desgravación paulatina, a razón de medio punto por mes, que se pudo mantener unos pocos meses.
Revisarán con Dujovne el esquema de retenciones para la soja y sus derivados
El segundo episodio en el que se alteró la fórmula lineal para fijar las retenciones sucedió en el segundo tramo del gobierno de Cambiemos, casi sobre el final, cuando el ex ministro Nicolás Dujovne inventó otra chinada para incrementar la presión fiscal sobre la actividad agrícola, imponiendo una fórmula tan extraña como la que aplicó Cristina con la 125.
Según este esquema diseñado por alguien que (como Moreno o Lousteau) parecía desconocer los vericuetos del negocio agrícola, las retenciones a la soja bajarían a una alícuota fija del 18% a la que se añadiría un aporte de 4 pesos por dólar para las exportaciones primarias y de 3 pesos por dólar para los derivados del procesamiento del poroto. La soja terminaba tributando 28,5%, también de manera móvil, porque dependía finalmente de otra variable que era el tipo de cambio. Transcurría agosto de 2018.
La extrañeza duró por suerte lo poco más que duró el gobierno de Macri. Cuando en diciembre de 2019 reasumió el kirchnerismo, ahora con Alberto como títere y Cristina como vicepresidenta, las retenciones volvieron a la fórmula lineal del 33%. La presión fiscal sobre el sector se incrementó a la vieja usanza, sin tantas vueltas.
Las cosas permanecen como era hasta ahora, cuando el gobierno de Javier Milei anuncia una nueva y compleja manera de llevar a cabo un reajuste del nivel de retenciones. La medida, tal como viene siendo presentada por las autoridades del Ministerio de Economía, resulta tan compleja que es dable preguntarse si se trata en realidad de una “rebaja de retenciones”, como se la presenta. O si se trata de otra cosa.
“¿El anunció de rebaja de alícuotas de retenciones es una medida tributaria? No exactamente. Se trata de un régimen especial que contempla un beneficio impositivo a cambio de cumplir con ciertas exigencias”, explica con justeza Ezequiel Tambornini en esta nota de Bichos de Campo. Yo agregaría que si fuere realmente una rebaja de retenciones bastaría con repetía aquella vieja fórmula infalible de Remes Lenicov: “Fíjase un derecho del tanto %”.
El decreto no se conoce (lo prometieron para este lunes pero por su complejidad es probable que se demore), pero ya se preanuncia que comenzará de modo más bien diferente.
¿Por qué? Porque seguramente no modificará las alícuotas de las posiciones arancelarias correspondientes a los granos, como tantas otras veces, que entonces permanecerán en 33% para el poroto de soja, en 31% para los derivados de ese poroto, y en 12% para los cereales. Lo que hará es abrir por un lapso determinado de tiempo (hasta el 30 de junio) una “ventana” (por vía de una DJVE especial, según anticipó el equipo de Luis Caputo) para que los exportadores ingresen por ella. ¿A dónde ingresan? A un esquema especial donde tendrán un beneficio impositivo al que para acceder, como bien dice Ezequiel, deberán cumplir con ciertas exigencias.
El asunto sería así: las retenciones a la soja en realidad seguirán en 33%, pero a los exportadores se les descontarán solo 26 puntos sobre el valor FOB de la soja (o 24,5% si son subproductos) si optan por esta DJVE especial que los obliga a ingresa a los 15 días de declarada la venta (y no de concretado el embarque) las divisas surgidas de dicha operación. Es decir que para “beneficiarse” de una reducción de la alícuota deberán convertirse en financistas del Banco Central, ya sea con recursos propios o con créditos bancarios, ya sean multinacionales como Cargill o Cofco, o empresas nacionales como AGD o Molinos.
Suponiendo que ingresan todos los exportadores a la ventanita habilitada por Economía (que en definitiva no es una rebaja lineal de retenciones), una pregunta que corresponde hacer es si trasladarán ese descuento que recibirán como “premio” por anticipar divisas completamente al productor que les provee los granos, y que debería ser el beneficiario final de la supuesta rebaja de 7 puntos de retenciones, equivalentes en la actualidad a unos 30 dólares por tonelada de soja.
En este nueva “chinada” inventada por ministros de Economía que no saben demasiado de campo (y que lo escuchan menos), muchos temen que no resulte así: En definitiva, los exportadores deberán calcular el costo financiero de la exigencia de anticipar varios miles de millones al BCRA antes de estimar su capacidad teórica de pago por los granos. La cuenta final difícilmente se refleje en el bolsillo del chacarero como hubiera sucedido aplicando la fórmula tradicional.
Y todo esto sin contar que la “temporalidad” de la apertura de esa ventanita provocará seguramente una aceleración de las ventas de soja que deprimirá todavía más los precios de ese cultivo.
Y todo esto sin contar que el mayor ingreso de divisas en manos del Banco Central permitirá al gobierno de Javier Milei seguir administrando el mercado cambiario a un ritmo devaluatorio (antes del 2% y a partir de febrero de 1%), que al ser más reducido que la inflación termina deteriorando el poder de compra de los granos y mucho más de los productos de las economías regionales.
¿Será finalmente esta una rebaja de retenciones? ¿Y será beneficiosa para los productores?
Todo esto se hubiera evitado aplicando las fórmulas convencionales para el castigo de los DEX. Al final de la historia alguno dirá: ¡Volvé Remes que te extrañamos!
¿ Volvé Remes ?
Fue pornográfico aquella fesitichola q pagamos todo el resto de la sociedad, cuando esté héroe decidio q los productores endeudados pagasen chirolas
Es un título violento y sectario.
Mientras la clase media y baja no sabía como hacer para sobrevivir, en este artículo festejan a Remes como el héroe del campo. La consigna es “mientras yo esté bien el resto que explote”. Me parece bien esa ideología, pero cuando te toca estar en la vereda de los afectados..a bancarsela. Y si no están conformes con lo actual (lo cual comparto), armen un partido politico y presentense a elecciones para poder gestionar como quieren o más les conviene, o sino, pidanle al payaso de Alfredo De Angeli que los ayude en la gestión…shhh no!!!, cierto que ahora y desde hace un tiempo el pertenece a la “casta” de este gobierno que ustedes bancan. Síndrome de Estocolmo!!
Estimado., no entendiste el artículo
Lo entendí perfectamente. A involucrarse o a llorar al campito.
Muy bueno el artículo. Pwro permitime una aclaración. Cuando algunos insistimos en no llamarlas retenciones no es por puntillosos. Es porque tal denominación es parte del relato. Retenciones hay de Ingresos Brutos, de Ganancias, etc. Son anticipos a cuenta de esos impuestos Llegada la liquidación de los mismos uno descuenta esas retenciones ya pagadas. Los DEX no son retenciones porque no son a cuenta de nada. Son un impuesto directo y llamarlas retenciones fue una estrategia para confundir a la sociedad.
Al productor no le va a llegar ningún aumento, ya que el mayor costo financiero de las exportadoras por anticipar el pago de las exportaciones se va a compensar con la reducción de derechos. Es más, pueden llegar a bajar los precios por la mayor oferta de granos. Solo le conviene al gobierno que se hace de dólares a bajo costo.