Unas cinco décadas de existencia tiene la Cámara Paraguaya de Molineros (Capamol). Pero recién en los últimos años ese sector agroindustrial ha experimentado un crecimiento exponencial. Ahora son 22 los molinos que la integran, mientras que Paraguay dio un vuelco completo y de ser importador neto de trigo hace dos décadas pasó a autoabastecerse e incluso comenzar a tallar en el mercado internacional con sus propios envíos.
Según Enrique Arrúa, vicepresidente de la Capamol, en su país se ha invertido mucho en tecnología. Por eso actualmente son autosuficientes en la producción triguera y han logrado transformarse en uno de los nuevos exportadores de la región. La idea del sector es seguir ampliando el negocio, insertando en el mercado mundial la harina de trigo paraguaya e incluso productos con mayor valor agregado.
“Hace 20 años inició esa transformación con una serie de investigaciones y un trabajo en conjunto que se hizo con diferentes cámaras. Ahora en Paraguay, de ser un país importador de trigo, pasamos a convertirse a un país exportador de trigo. Básicamente producimos el doble del trigo que consumimos. Solamente el 50% se industrializa, se convierte en harina y se consume localmente. El resto de trigo cosechado, se exporta principalmente al Brasil”, dijo Arrua a Bichos de Campo.
En la actualidad, luego de incorporación de variedades de desarrollo local que permitieron un salto de las cosechas hasta cerca de 1,4 millones de toneladas del cereal, Paraguay puede llegar a exportar unas 700 mil toneladas, mientras que los socios de la cámara muelen el resto.
No obstante, las pretensiones de Paraguay y de la cámara en particular, no se conforman con este nuevo escenario. Los molinos aspiran a agregarle valor a ese excedente de trigo y exportar como harina al resto del mundo. “Está dentro de nuestra hoja de ruta en el mediano y largo plazo convertirnos en un país agroindustrial exportador de harina paraguaya procesada”, agregó Arrúa.
Mirá la entrevista completa:
“Tenemos la capacidad en maquinaria instalada para poder industrializar el 100% de la producción de trigo. O sea que no hay mayores inversiones que deban hacerse en todo el sistema de maquinarias para poder industrializar ese trigo. Están dadas todas las condiciones para empezar a industrializar ese excedente de trigo que tenemos y empezar a exportarlo afuera”, sostuvo el empresario.
En este contexto, Arrúa dijo que lo único que les resta ahora es encontrar los mejores destinos para sus colocaciones. “Estamos ya desde el año pasado en búsqueda de mercados en el exterior que estén interesados en la compra de harina paraguaya”.
De igual manera, el directivo está convencido de que para pisar más fuerte dentro de esta industria es necesario visibilizar sus esfuerzos. Por eso se organizaron para ser este año la sede del ALIM 2024, un congreso que reúne a todas las asociaciones de molineros en de Latinoamérica.
En todas estas transformaciones, tanto la producción de trigo como la industria molinera encontró un gran pilar en la estabilización de la macroeconomía nacional. “Realmente es es meritorio y digno de destacar la transformación y el ajuste tributario que hizo Paraguay, Se convirtió en el 10.-10-10, es decir , el 10% de impuesto a valor agregado, 10% de impuesto a la renta empresarial y 10% de impuesto a la renta personal.
-¿Les funciona a los molinos exportadores esta fórmula impositiva?
–Funciona totalmente. Años atrás la renta era al 30%, se bajó a 10%. Eso hizo que realmente las empresas empezaran a transparentarse y a formalizarse. Además empezaran a tener una mayor dinámica de negocios que anteriormente no lo hacían. Uno de los objetivos de nuestro país es el de erradicar inversiones para crezca la industria localmente, crezca el comercio, crezcan los servicios y eso genere mucho más mano de obra, mucho más empleo, un dinamismo en la economía. Entonces no está tanto en recaudar, no están tanto en ponerle la guillotina al cuello al empresario, sino que en darle facilidades, estabilidad y seguridad para que el empresario pueda invertir.
Por otra parte la flexibilización impositiva, les permite a los paraguayos mejorar su infraestructura, un alivio que se viene anhelando en la Argentina en todas las cadenas del sector productivo. “Desde hace muchos años atrás, tenemos varias leyes que fomentan la inversión, inclusive con excepciones impositivas del 100% para la importación de maquinaria destinada a la industria”, indicó .
En base a esto el presidente de la Cámara Paraguaya de Molinos coincide con las palabras del presiente Santiago Peña, quien subrayó en durante su alocución en el evento, que ahora el desafío de consolidarse como grandes exportadores de trigo y harina, está en las manos del sector privado. “El sector privado tiene que hacer un esfuerzo individual y también de erradicación de inversiones, de manera tal que la industria empiece a crecer así como se está esperando”, enfatizó.
Ahora la preocupación de la cámara y de su vicepresidente en particular, es la campaña de desmotivación al consumo de harina de trigo que se viene gestando desde distintos espacios. “Yo creo que se desvirtúa un poco porque el problema no está en la harina, el problema está en los excesos. Siempre todos los excesos son malos. Entonces el trigo se consume en el mundo hace más de 5000 años, por qué ahora empieza a hacerle mal a la gente”, expresó el paraguayo.
En este sentido, Arrúa afirmó que se trata de un manera muy desleal de querer insertar otros productos sustitutos de la harina de trigo. “Hay toda una campaña y toda una contra corriente para instalar otro tipo de productos que en teoría son mucho más sanos y son más nutritivos. Pero en la realidad capaz que no sean así. Estamos hablando de productos que le damos la vuelta a la bolsita y el 90% de la cantidad de componentes que tiene no se sabe de qué se trata. No son alimentos naturales, al contrario, son alimentos que están hecho a base de aditivos, con una serie de cosas que ni siquiera no sabemos de qué se tratan”, sostuvo.
Al respecto hizo hincapié en que la industria cumple a cabalidad con las políticas de salud para ciertos alimentos hechos a base de harina de trigo. “Vayamos a lo simple, vayamos a base de la pirámide, un pan básico. ¿Cómo se hace? Se hace con agua, harina, sal y nada más. ¿Qué puede tener de malo eso? ¿Cómo puede afectar? La harina, que es producto del trigo, se sacan los subproductos y queda la parte blanca que es la harina. Y a eso se la aditiva con ciertas vitaminas que son exigencias de la política de salud. No hay nada raro”, remarcó.
-¿Entonces la idea como industria latinoamericana es salir a dar este debate cultural en torno al consumo de harina?
–Vamos a salir a la cancha como país, y no precisamente con una campaña internacional en Latinoamérica de desmitificación de lo negativo del consumo de la harina, sino que por el contrario, mostrando un poco todas las bondades y beneficios que tiene este producto. Mas aún en nuestros países en donde tenemos índices de desnutrición importantes. Además estamos hablando de una relación costo beneficio porque un kilo de pan no es lo mismo que un kilo de un alimento que te viene enlatado, supuestamente con todas las vitaminas y demás. Hay gente de cierto nivel que no puede adquirir ese tipo de productos lo más fácil que tiene es ir a comprar el pan o comprar fideos. Entonces es cuestión de empezar a explicarle a la gente que realmente no tiene ningún perjuicio. Al contrario, tiene beneficios.