Argentina pasó a contar con los precios internacionales del maíz más baratos del mundo –por factores tanto comerciales como climáticos– a pesar de la incertidumbre sobre el futuro de la nueva cosecha 2024/25.
Los precios de exportación del maíz estadounidense se recuperan en pleno inicio de la cosecha en ese país, lo que representa una gran noticia para los “farmers”.
La demanda global se está apurando por originar maíz en EE.UU. ante el temor de que Sudamérica no cuente con una oferta exportable considerable del cereal en el primer semestre de 2025.
En ese sentido, las proyecciones oficiales del USDA de la oferta exportable de maíz 2024/25 tanto de Sudamérica como de Ucrania están marcadamente “infladas” y eso los importadores lo tienen muy claro.
Los exportadores argentinos tienen programados a la fecha embarques de maíz por 2,85 millones de toneladas para el presente mes de septiembre (versus 1,98 millones de harina de soja), pero el clima les está jugando una mala pasada.
La bajante abrupta del río Paraná está dificultando por demás el ingreso de buques a la Hidrovía, que es el principal vehículo exportador presente en la Argentina, lo que obliga a los buques a realizar cargas parciales en ese sector que deben luego se completadas en las terminales de Quequén o Bahía Blanca (en el sur bonaerense).
Ese mayor costo logístico está muy lejos de ser gratuito y comenzó a verse reflejado en los valores FOB del maíz Rosario, dado que los importadores prefieren realizar operaciones con el maíz estadounidense o el brasileño.
En lo que respecta a la intención de siembra de maíz 2024/25, el panorama en la Argentina no luce muy alentador con gran parte de las zonas agrícolas afectadas con déficits hídricos, aumentos en los valores de los fertilizantes y el temible “fantasma” del complejo de enfermedades transmitido por Dalbulus maidis, plaga que en 2023/24 destruyó varios millones de toneladas del cereal.
Por si faltaba algo más, el gobierno de Javier Milei confirmó que no tiene planes para reducir los derechos de exportación aplicados a los commodities agrícolas, lo que genera en el mercado argentino precios inferiores que desincentivan las inversiones en tecnología agrícola.