La Bolsa de Cereales de Buenos Aires le puso las primeras cifras a la campaña en ciernes de maíz, luego del golpazo productivo que dejó la chicharrita, bichito transmisor del Spiroplasma, que genera achaparramiento del maíz.
En ese sentido, desde la entidad porteña aseguraron que de acuerdo a sus estimaciones, se proyecta una superficie total destinada a maíz con destino grano comercial de 6.300.000 hectáreas, es decir 1,3 millones de hectáreas menos respecto a la campaña anterior, es decir, un -17,1 %.
Según indicaron, este guarismo queda “sujeto a la evolución de las variables económicas y climáticas dada la extensa ventana de siembra y también a la evolución de las poblaciones de Dalbulus maidis”, en relación a la chicharrita.
De concretarse esta estimación, se estarían alcanzando niveles por debajo de la campaña 2017/18.
Según indicaron los especialistas de la centenaria entidad, “la tendencia general de los datos obtenidos hasta el momento evidencia una baja significativa en la intención de siembra del cereal, fundamentalmente por tres motivos”.
El principal y más preocupante tiene que ver con la incertidumbre creciente respecto a la incidencia que tendrá el complejo de virus y bacterias asociados a Dalbulus maidis.
El segundo factor es el climático. El escenario de “niña débil” – “neutral frio” pone un límite al aporte hídrico que tendrá el cultivo durante su ciclo además de retrasar en algunos casos el comienzo de las lluvias de primavera y, como consecuencia, podría influir en la posibilidad de adelantar la fecha de siembra para escapar al pico poblacional de la chicharrita.
Por último, el factor económico en esta campaña presenta un escenario desafiante para todos los granos, especialmente para el maíz, debido a la rentabilidad ajustada que se observa en la campaña actual y al elevado requerimiento de capital asociado con su producción.
Analizando la cuestión por regiones productivas, Córdoba aporta aproximadamente el 27 % de la superficie del cereal, en el sur prepondera más el efecto climático y económico que Dalbulus sp., dado que su impacto fue mucho menor que en el centro-norte cordobés, donde los productores analizan profundamente la evolución de las poblaciones de chicharrita.
Se informa una alta intención de aumentar el área de siembra temprana, aunque el comienzo de las lluvias en esta región es un factor limitante para dicho planteo productivo. Con este contexto, en Córdoba, la intención de siembra actual indica una reducción interanual del -20,8%.
En cuanto al norte agrícola, si bien la plaga se encuentra presente hace ya algunos años, la campaña pasada marcó un quiebre en el impacto productivo, por lo que los productores en esta región también reducen su intención de siembra en un -25,6%.
Por otro lado, en la zona núcleo, histórica región de producción temprana del cereal, el planteo se centrará en reducir a su mínima expresión posible la siembra tardía y en el caso de que se den buenas lluvias al comienzo del mes de septiembre volcar toda la superficie hacia esas fechas.
“No obstante, aunque se den las lluvias, el escenario económico no es atractivo, por lo que se espera que en esta zona el área también sea inferior a la campaña pasada (-19,8%)”, indicaron.
Por último, en el oeste bonaerense y norte de La Pampa los colaboradores de la BCBA indican una caída en la intención de siembra en el orden del -5%.
Asimismo, en la zona sur del área agrícola se esperaría una leve reducción del área (-2,5%) mayormente explicado por el contexto económico.
En términos generales, las poblaciones de chicharrita durante la campaña pasada no llegaron a ser un problema en estas regiones, por lo que no es el principal factor que tienen en cuenta los productores.