La localidad de Berisso, ubicada a sólo 6 kilómetros de La Plata y a 60 de Capital Federal, es un curioso oasis productivo a pocos minutos de grandes ciudades. En toda su extensión se producen frutas como nueces pecan, ciruelas, higos, membrillos, además de miel, variedades forestales como el mimbre, el sauce y la caña. Pero la estrella del lugar es sobre todo la vid, de la que se obtiene luego el reconocido “vino de la costa”.
“El continente está más desarrollado que la isla, pero está creciendo poco a poco”, explicó a Bichos de campo Claudia Sepúlveda, coordinadora de unidades productivas del municipio. Parece extraño hablar de “continente” e “isla” tan cerca del Gran La Plata, pero es que Berisso cuenta con un sistema deltaico conformado por el Río de La Plata, el Río Santiago y numerosos arroyos. Así, combina ecosistemas, porque cuenta con una zona de monte y otra de humedales, lo que le da un potencial productivo y turístico poco despreciable.
Declarado “Paisaje Protegido de Interés Provincial”, el Delta es el plato fuerte de la región, porque allí se instalan los quinteros y productores que aprovechan las tierras bajas e inundables, por su fertilidad y abundante vegetación. Los últimos años ha habido un proceso de revalorización y puesta a punto de la zona, y una de sus aristas es la producción del “vino de la costa”, producto típico de la región.
“Cuando llegué me pareció muy interesante que muy cerca al Río de la Plata se cosecharan frutas y que haya una producción vitivinícola en un humedal, porque la mayoría de los lugares donde se produce uva para vino son zonas secas”, señaló Sepúlveda, que es oriunda del Alto Valle rionegrino y conoció la producción frutícola de Berisso recién cuando se fue a estudiar a La Plata.
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Los berissenses demuestran que no hay que irse hasta Cuyo para producir vino artesanal, porque obtienen una bebida de baja graduación alcohólica (de entre 9 y 10 grados), pero intenso sabor y aroma frutado, muy similar al que bebían los trabajadores de los frigoríficos del sur a mediados del siglo pasado.
No es casual la referencia a los años 40 y 50, ya que fue el auge de la producción del “vino de la costa”, cuando se llegó a alcanzar el millón de litros anuales producidos. Todo parte de los inmigrantes instalados en la zona, que se abocaron a la producción de verduras, hortalizas, frutales y vides, y descubrieron el potencial que tenían. Aquel vino que producían para su familia, como solían hacerlo en las viñas del norte de Italia, pronto llegó a los almacenes y mercados, y así marcaron a fuego la identidad de la región.
Toda esa tradición iniciada por la inmigración es hoy continuada por los productores que cuentan con sus pequeñas fincas en el Delta y trabajan en la producción frutícola para subsistir o como complemento de otras actividades. La uva utilizada es la misma que trajeron hace 100 años, la cepa americana o Vitis labrusca, que, tal como explicó Sepúlveda, “tuvo la capacidad de adaptarse a esta condición agroclimática”.
Comparada con otras zonas vitivinícolas, la de Berisso es poco común. Está en un humedal, a la vera del Río de la Plata, con suelos inundables y alta temperatura. Aún así, las variedades Isabella, que es tinta, y Niágara, blanca, son las que, gracias al sistema parral, han prosperado en estas particulares condiciones, y permiten producir un vino artesanal y natural, sin conservantes ni aditivos.
Si bien ha aflorado la vitivinicultura como atractivo turístico y la historia le juega a su favor, la época dorada del producto quedó atrás y los vinos que llegan a las góndolas de todo el país son los cuyanos. Factores como la migración, las constantes crecidas del río y la falta de mano de obra especializada hicieron que hoy sólo se consiga el “vino de la costa” en pocas cantidades.
Claudia conoce a fondo la situación, pues viene de tradición frutícola y es hija de productores y nieta de cooperativistas. Así, su rol como coordinadora de unidades productivas le permite trabajar en conjunto con los productores vitivinícolas berissenses, que hace ya 20 años se propusieron reflotar la tradición perdida y hoy trabajan en conjunto para aprovechar su fuerza como sector.
“Cada uno de nosotros, como socios, entregamos la uva para elaborar el vino, y sale de ahí con una única marca, que es la de la cooperativa”, explicó la referente, que señaló que son 14 productores nucleados en la asociación y sólo algunos que trabajan de forma independiente.
De todos modos, Sepúlveda observó que la última temporada no fue buena para el sector, pues “ha decaído la producción por factores climáticos”, como lo fueron las intensas precipitaciones en primavera y verano y la consecuente crecida del río. Lejos de la capacidad de 75.000 litros que tienen los cooperativistas, sólo pudieron obtener entre 5000 y 8000 litros.
La salida que tienen los productores cuando la temporada no es buena es vender la uva fresca que, aseguró Claudia, se destaca por su calidad y “es muy pedida”. Así, si no se puede vinificar por la falta de azúcares o de maduración, al menos se puede recuperar la inversión hecha. Por eso, tras una magra temporada, desde el sector estiman que aquello que no se vendió en la Fiesta del Vino de la Costa, realizada en julio, a duras penas alcanza hasta 2025.
-¿Cómo se comercializa el vino que producen?
-Principalmente, vendemos en la propia planta elaboradora, que abrimos 3 días a la semana. Además, distribuimos a negocios, vinotecas o llevamos pedidos especiales a Buenos Aires, pero es básicamente regional, porque hoy no alcanza para más. Se vende gran parte en la Fiesta del Vino y nos queda poco para llegar a fin de año.
-¿Qué actividades realizan desde la cooperativa?
-Llevamos adelante distintas actividades para que el berissense o el que vive en la región pueda conocer nuestra producción. Los días sábados hacemos visitas guiadas a nuestro viñedo y a la planta, y también hacemos visitas educativas. El objetivo es que los chicos de colegios de La Plata, Ensenada o del municipio conozcan qué produce Berisso y cómo le da valor agregado a su producción. Así, desde muy chicos, todos pueden saber que en su ciudad se produce uva y se hace vino.