Jorge Nicolás Díaz, a sus cuarenta y dos años, es camionero de oficio, y un reconocido cantor criollo del sur santafesino, con el nombre artístico de “Nico Díaz”.
“Vivo en María Teresa, pero llevo mi casa a cuestas”, dice, citando la canción del linyera que inmortalizó Antonio Tormo y refiriéndose a su oficio de andar por las rutas del país, “de gorgojero”, porque así cuenta que llaman a los que trabajan acarreando granos de cereal. “Tengo dos herramientas para trabajar: el camión y un auto para ir a las actuaciones. Eso sí, cuando es tiempo de cosecha, debo rechazar las actuaciones”, explica.
En su caso, “Nico” lleva veinte años transportando maíz, soja, trigo, cebada, algo de sorgo, a los puertos de Rosario o de Bahía Blanca. Cuenta que solía ir de vez en cuando a buscar cereal a Bandera, Añatuya o Tomás Young, en Santiago del Estero, pero que ahora tiene mucho trabajo en su zona. Se declara admirador de los payadores y con una sonrisa, señala que nació un 23 de Julio, fecha que un año después, fue declarada el “Día del payador argentino”. Fue en honor a la histórica payada celebrada por el argentino Gabino Ezeiza, y el uruguayo Juan Nava, en Paysandú, en 1884.
Porque se siente muy identificado, ha grabado e interpretado “Qué lindo es ser camionero”, de Cristian Méndez:
De cantor criollo, lleva veintiocho años, recorriendo los escenarios de su país y recuerda que empezó a tocar la guitarra cuando tenía nueve años. Hubo un profesor de San Gregorio, que iba a dar clases a María Teresa. El mismo, le dio clases de mandolina a su abuelo, y de guitarra, a su padre. “Nico” también aprendió un poco de ese mismo profesor, como también de ver a su abuelo y a su padre.
Su abuela le regaló un piano electrónico cuando tenía 12 años, pero finalmente se quedó con la guitarra, aunque prefirió ser “orejero”, a estudiar “la matemática de la música”. Después, de quien más aprendió y mucho, de guitarra, fue de Ricardo Ibáñez, aunque luego abrevó también de muchos artistas, como de “Chango” Fernández, amigo y excelente guitarrista. Sus ancestros maternos provenían de Paraguay y tocaban el arpa, pero él se crió más con su familia paterna, los Díaz. Una tía de su padre tenía una chacra cerca del pueblo y recuerda las carneadas de todos los años, que eran verdaderos jolgorios familiares.
Este “camionero cantor” se declara admirador de Horacio Guarany, Argentino Luna, Alberto Merlo, Tito Ramos, Adrián Maggi, Hugo Giménez Agüero, Miguel Ángel Morelli, Orlando Vera Cruz y muchos más que han sido y son sus referentes. Raúl Ojeda y El Chacarero Cantor, fueron sus padrinos artísticos. El gran Carlos López Terra ha sido un referente especial, para él. Del cancionero de todos ellos se viene nutriendo. Considera que su canción más exitosa es “Por querer amarte tanto”, de Samuel “Tito” Garcilazo, y cuenta que Carlos Ramón Fernández, el “Chacarero cantor”, tuvo la generosidad de grabar un disco con él, en 2014. Hoy, le gusta cantar en sus espectáculos la ranchera, “Bota que pisa fuerte” y “Zambita de mi pago”, porque ésta última habla precisamente del suyo.
David Lazarte es un guitarrista que lo acompaña hace trece años. Dice que es “orejero”, como él, que toca de oído y se entienden con sólo mirarse. Apenas “Nico” le da una idea, David saca los temas enseguida. “Él hace primera guitarra y yo hago primera y segunda. También solemos hacer algún tema instrumental. Hemos andado juntos, muchos lugares”, señala “Nico”. Le ha grabado muchos temas a su querido amigo, Beto Tormey, de Dolores, porque vivió diez años en la estancia La Betania, en María Teresa, y después se volvió a su pago. Además, tiene una gran amistad con Jorge García, “El Paisano Mireya”.
Cuando “Nico” debe dar cuenta de qué repertorio elije, dice que por ser y vivir en la punta de la “bota santafesina”, cerca del río Paraná, pero también de la pampa bonaerense, puede cantar zambas del sur de su provincia, como también valses, huellas, alguna cifra, recitados, chamarras o milongas sureras, pero él sostiene que es “bien santafesino” y se autodefine como “un cantor de la llanura”.
Este cantor criollo tiene ya una vasta obra, porque ha grabado ocho discos: Abriendo huellas, cuando tenía apenas 15 años, Pialando razones, El señor es mi tropero, Cabalgando sueños, Cantando por la huella, Verdades de mi tierra, El presente y el futuro, junto a Carlos Ramón Fernández y, por último, Para mi Argentina.
Díaz tiene una hija de ocho años que se llama Argentina y vive con su madre en Christophersen, a unos pocos kilómetros al sur de María Teresa. Su hijita canta y le gusta la música fina –dice-, por lo que su padre sueña con que, en el futuro, cante folklore. Aunque aclara que no piensa inculcárselo, sino sólo ser un testimonio de identidad y tradiciones, y que ella después, elija. Como buen padre, agrega que también desea que cuando ella sea grande, no se olvide de los buenos principios que él mismo y su madre le han inculcado.
“Nico” no pretende mucho más, en su vida, porque ya se siente realizado con todo lo que hace y lo que tiene. Vive una vida sencilla, de trabajo, con sacrificio y con la posibilidad de brindar el arte del canto, en festivales y jineteadas, que lo hacen muy feliz a él, y que el público le agradece. “¿Qué más puedo pedir?”, culminó.
“Nico” Díaz eligió dedicarnos una milonga que termina con ritmo de malambo sureño, Pucha qué lindo es mi pago, de Coco Szumski de Miguel, nativo de San Gregorio, pero radicado en Venado Tuerto hace muchos años.