La de SYRA es una historia que bien podría servir de ejemplo para contar qué fue lo que sucedió con muchas familiar de las provincias agrícolas que venían de una tradición metalmecánica y pudieron armar empresas de maquinaria agrícola a partir del auge de la siembra directa en la Argentina.
Raúl Simondi era quien tenía un pequeños taller en su localidad, la cordobesa Noetinger, donde venía trabajando desde 1972. Sus hijos se sumaron en años mozos y le inyectaron nuevos bríos a ese emprendimiento. Gustavo Simondi comenzó a trabajar junto a su padre en 1997. Su hermano Claudio lo hizo tres años después.
Eran los tiempos en que alumbraba en el país una combinación clave para la agricultura que cobraría mucho vigor en los años subsiguientes: la de la soja transgénica con la siembra directa, que es el sistema de no roturar la tierra. Pronto habría más de 30 millones de hectáreas implantadas de esa forma. Esta dinámica llevó a la consolidación de muchas fábricas de sembradoras, pero también de implementos.
SYRA era la sigla de Servicios y Repuestos Agrícolas, porque hasta ese momento la familia trabajaba en muchos arreglos y prestaba servicios a los colonos de la zona. Pero ya en 1998, con la incorporación de Gustavo al plantel, había comenzado a fabricar un implemento fundamental para la siembra directa: los desparramadores.
“El desparramador es un implemento que se calza a la cosechadora para hacer el esparcido del rastrojo”, explicó Simondi a Bichos de Campo en la última edición de la Agroactiva. La marca se posicionó muy bien con el arranque a fondo de la siembra directa, en los primeros años del nuevo milenio. “Debe haber más de 10.000 equipos por lo menos colocado aquí en Argentina”
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-¿Te acordás cuando pegaron el salto y se dieron cuenta que ya no eran una familia metalúrgica sino una empresa?
-Bueno, la verdad que fue con el auge de la siembra directa, justamente con el tema de los desparramadores la empresa creció bastante. Fueron años de mucha venta. La empresa había largado unos equipos que se adaptaban a cada tipo de cosechadora. Así que desarrollamos más de 120 modelos. Le hemos proveído a la mayoría de las marcas de cosechadoras. De hecho, hoy somos proveedores de una firma importante aquí en Argentina, que está colocando los equipos nuestro desde la línea,
-¿Y cuándo empezaron a diseñar otro tipo de máquinas?
-Por ahí en 2004 o 2005 veíamos qué rumbo podíamos tomar para agregar otro tipo de producto y ya en ese año se comenzó con el tema del desarrollo de fertilizadoras.
También en este rubro la pegaron, porque la fertilización sigue siendo uno de los grandes pendientes de la agricultura local. Todavía los productores deben reponer todos los nutrientes que se le extraen al suelo con cada cosecha. “Se le está devolviendo al suelo mucho menos de lo que realmente se extrae. La tendencia es que todavía está faltando por lo menos fertilizar un 40 o 50% más de lo que se está haciendo”, define Gustavo.
Con el correr del tiempo fueron mejorando los modelos de fertilizadoras que fabrican en Noetinger. Primero eran al voleo, ahora tienen máquinas que hacen dosis variable para realmente aplicar en cada sector del lote la cantidad de nutrientes que se necesita. En la Agroactiva estaban lanzando ya lo que es la oferta de fertilizadoras neumáticas, que permiten hacer una aplicación bien pareja.
-¿Y cómo están ahora? Estamos en un escenario político y económico novedoso en la Argentina…
-En el caso nuestro, no sé si nos preocupa. No nos preocupa por ahí tanto lo que es el gobierno, porque siempre dijimos ‘mientras llueva, el colono normalmente invierte el dinero en el campo, siempre está innovando y siempre fue así. Los últimos años vinieron un poco complicado porque pasaron cosas. Faltaba la lluvia. Después comenzó a llover. Después quizás faltaba algún dólar más competitivo…
-¿Y las importaciones?
-Es lo único que por ahí uno siempre tiene un poquito de miedo, pero bueno, hay que ver cuánto se abren las importaciones y qué puede llegar a entrar de afuera. Si de afuera entran máquinas enteras que compiten directamente con nosotros, yo no sé todavía si las empresas estamos preparadas realmente para competir. Me parece que faltan quizás regular varias cosas, apoyar más a las empresas en general.