La Bolsa de Cereales de Buenos Aires, como todo en la Argentina y el mundo, se ha visto a evolucionar en las últimas décadas al ritmo vertiginoso de las nuevas tecnologías, en especial la internet. El economista Ramiro Costa es un testigo privilegiado de esa transformación, pues ingresó como pasante con el inicio del siglo, cuando todavía se cargaban los precios de la rueda a mano y se enviaban a los medios por fax.
“Arranqué allá por el año 2001/2002, que fueron años movidos, en plena crisis. Había un área de dos personas que eran los que actualizaban todos los precios. Ponían las novedades en la página web y en las carteleras. Era una sola persona que se dedicaba a eso exclusivamente y también hacía llamados a las distintas regiones del país para tener los precios orientativos de las distintas regiones, para los distintos productos. Todos los días se tomaban, se cargaban a mano y luego se pasaba a mano por fax o por mail”, recordó Costa sobre esos días en que se había recibido en la UBA y se integró a un equipo que dirigía entonces el reconocido economista Jorge Ingaramo.
Actualemente, como gerente de Estudios Económicos de la Bolsa, Ramiro dirige un equipo formado por muchas más personas que tiene la misión de ofrecer un panorama sobre las cosechas de granos o bien monitorear todo el mercado, para desplegar datos que puedan ser de utilidad a los operadores a la hora de tomar posiciones. Es que más allá de que ya no se hagan negocios en el recinto de operaciones, la Bolsa de Cereales tiene siempre la misma misión, que es “transparentar el mercados de granos”.
En este sentido, Costa contó a Bichos de Campo que la Bolsa sigue experimentando ahora mismo fuertes cambios que se basan fundamentalmente en la adopción de las nuevas tecnologías, la digitalización y las ventajas que ofrece la Ciencia de Datos para brinda una información en simultáneo, con mayor grado de detalle y con mucha más velocidad.
Si bien la BCBA está por cumplir 170 años, fue en las últimas dos décadas que la tecnología cambió todos los engorrosos mecanismo de trabajo. Con la democratización del internet, la Bolsa adoptó otra forma de difundir y generar información. “Pasaron 22/23 años y parece que estamos hablando de la época de las carretas cuando comparamos lo que tenemos hoy y lo que hacemos hoy versus a lo que hacíamos en aquel entonces. Pero estamos muy orgullosos, probablemente era lo mejor que se podía hacer con las posibilidades y recursos de aquel entonces”, evaluó Costa.
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Ahora el proceso de modificación y actualizaciones de precios se realiza de manera automática. “Todo es digitalizado, está automatizado para minimizar errores. Todo se hace mediante la Nube, tratando de que todo sea rápido y preciso. Por supuesto, dos por tres puede haber errores, pero menos como sea posible”, detalló Costa.
-¿No son únicamente los precios la única información que trata de generar la bolsa para ayudar a los operadores?
–No, la Bolsa hace una serie de trabajos que van mucho más allá de los precios. Si me circunscribo a la parte que me toca a mí gerenciar o liderar con los equipos técnicos, está todo lo vinculado a brindar otro tipo de información, por ejemplo, el tamaño de las cosechas. Es muy importante saber qué es lo que se espera sembrar en Argentina. Saber con qué tipo de tecnología se va a sembrar, para de esa manera tener idea de rendimientos. Y no es por el solo hecho de saber cuál va a ser la producción en términos numéricos, sino porque es un número fundamental para toda la cadena agroindustrial y para todo el sector privado.
En este particular, el economista se refiere a los famosos ‘fundamentals’ del mercado. “En definitiva vamos a saber lo que vamos a tener, cuánto se va a poder procesar y cuánto se va a exportar y cuáles van a ser los ingresos al país en términos de dólares”.
“Todo eso hace que la Bolsa ofrezca información muchas veces primaria, relevada, analizada y estudiada internamente para darle la mejor información posible a quien tiene que tomar decisiones, que puede ser el sector público o puede ser el sector privado en sus distintas cámaras, entidades, empresas y ONG”, amplió.
Durante todo este proceso de generación de la información, cuenta el gerente, la Bolsa trata de ser “neutral” y no caer en ningún tipo de sesgo, ni a favor de los compradores ni de los vendedores. De esta forma busca desprenderse tanto de la oferta como de la demanda, limitándose a brindar un dato que cada actor de la cadena puede utilizar según sus intereses.
“En el Consejo de la Bolsa, donde están integrados todos los directivos nuestros, algunos son representantes de la demanda, otros son de la oferta. Algunos son corredores, otros son acopiadores, tenés representada toda la cadena agroindustrial. Entonces nosotros como equipo técnico, como staff permanente, que no tenemos límites desde el punto de vista de vencimiento de mandatos, tenemos que hacer que esa información les sirva a todos por igual, sin sesgar hacia un lado o hacia el otro”, explicó Costa.
-¿Debe haber cambiado muchísimo el arte de estimar cosechas en estos años?
–Ha cambiado muchísimo, por supuesto. Pero hay un método que nunca va a cambiar, que es muy importante: el subjetivo, que es el tradicional. Se hace mediante relevamientos de llamados telefónicos a nuestros colaboradores que son agrónomos, corredores y distribuidores, porque son vitales para este trabajo y están en todo el país. Son referentes que conocen muy bien su zona y que han generado buenos reportes o lo han ido afinando con los años. Ese método es fundamental, sobre todo para la precampaña, donde no hay datos todavía objetivos y no se iniciaron las siembras.
-¿Cómo complementan esos llamados?
-El tiempo hizo que la información sea cada vez mucho más grande con mayor cantidad de datos, el Excel nos quedó corto y hoy trabajamos con otras metodologías, con otros procesos, con otras integraciones de información. Incluso hemos incorporado en los últimos años lo que son mediciones objetivas mediante el uso de imágenes satelitales.
-En algunas épocas recientes, el Estado o la Secretaría de Agricultura escondía información y manipulaba incluso algunos datos en función de intereses políticos según gobierno de turno. En ese momento las estimaciones de la Bolsa, cobraron mucha relevancia porque de algún modo son testigos frente a la estimación pública…
–Se sabe que todos los jueves a las15 horas va a estar publicado nuestro informe. Entonces cómo lo hacemos con una metodología conocida -nuestra escala emula con la metodología que utiliza el USDA- en términos de cómo se publica, cómo se procesa, y cómo no tiene interferencias de quienes estamos trabajando con el número que se va a dar a conocer, ha generado como un nivel de confianza muy alto en el dato. Entonces el mercado lo utiliza. Por supuesto, después pueden tener sus propias visiones y dirán para mí es un poco más, para mí es un poco menos, pero quizás se pone ahí como un número que queda en el centro de la mesa y después se va moviendo.
-¿Cuántos economistas, agrónomos y programadores trabajan en el departamento de estudios económicos?
–Tenemos seis ingenieros agrónomos, cuatro economistas y luego tenemos siete entre pasantes y jóvenes profesionales. Entonces todo este equipo nos permitió también tener la capacidad para dar respuestas a un montón de inquietudes. Con el nuevo desarrollo tecnológico, la Bolsa puede proveer de determinados análisis y hacer que todo el tiempo estemos recibiendo pedidos, que sin una estructura de esas características no se podría responder o en cantidad o en calidad.
-¿Cómo se les ocurrió tratar de estudiar qué tecnologías usan los productores? El famoso ReTAA (Relevamiento de Tecnología Agrícola Aplicada).
-Eso surgió como muchas de las buenas ideas, casi de casualidad. En realidad queríamos hacer una medición del PBI agropecuario. Entonces lo que necesitábamos era tener una estructura de costos de los productores para poder hacer una buena medición del valor agregado. Fue un trabajo muy grande, lo cual la Bolsa institucional le dio crédito y decidió apostar, permitiéndonos armar el área de ReTAA, que es el área de Tecnología Agrícola Aplicada y de ese modo tener no solo un seguimiento del paquete de insumos y de los procesos que se emplean. Vino a ser mucho más importante que lo que pensábamos inicialmente por esto de la agenda ambiental.
-¿Y qué más te falta? ¿Falta mensurar algo más en el agro?
–Sí, falta un montón. Siempre hay muchas cosas cuando pensamos para adelante. Estamos en una ola de digitalización muy fuerte en la Bolsa. Ya empezó hace unos años y estamos muy metidos en eso, lo cual nos permitió empezar a explorar herramientas que antes no usábamos por ejemplo la inteligencia artificial y la Big Data. Nosotros nos hemos empezado a meter ahí y es un mundo que te entusiasma mucho, porque podés eficientizar un montón los procesos y lograr resultados que de otro modo nunca hubiésemos logrado. Todos en el equipo nuestro hoy son programadores, porque el entusiasmo que genera meterse en eso y ver que la salida de resultados es mucho más eficiente, cosa que no podríamos haber hecho nunca. Por eso estos mismo chicos que se recibieron de ingenieros agrónomos o de economistas, se anotan en la carrera de Ciencia de Datos porque ven que hay una proyección no solo en la bolsa sino en cualquier sector.
En definitiva, según el relato del gerente de Estudios Económicos, todo este giro a las nuevas tecnologías y especialmente a la ciencia de datos, dentro de la Bolsa, tiene como eje central proveer al sector agropecuario de una información neutra, capaz de mostrar los distintos escenarios para la comercialización
“Para nosotros eso es fundamental, porque no solo es brindar datos, sino incentivar el análisis, incluso despejar dudas sobre negociaciones agrícolas internacionales. La Bolsa tiene una tradición de análisis desde su fundación, sobre qué le convendría a Argentina negociar y con quién, para que nuestra inserción sea más potente. Somos un gran país productor de granos, pero por sobre todas las cosas exportador de granos, aceites, harinas y eventualmente de muchos productos más. Entonces, la inserción que tenga Argentina no solamente es importante respecto a cuánto más podemos producir, sino cuánto más podemos producir y vender”, terminó.