Se crió viendo trabajar a su padre en la actividad que inició su abuelo. Lleva la producción frutícola en las venas y hoy es la tercera generación que trabaja en la chacra familiar de la localidad de Allen, en el Alto Valle rionegrino. Mariano Sánchez tiene 39 años y toda una vida en el sector, porque fue precisamente en ese suelo, ubicado en la región más poblada de la provincia, donde dio sus primeros pasos y hoy concentra todo su esfuerzo.
Ha culminado de forma exitosa una temporada más de cosecha y Bichos de Campo recorrió las 12 hectáreas en las que Sánchez cultiva tanto frutas de pepita como de carozo, sobre todo peras, manzanas y duraznos, las especies que caracterizan al norte de la Patagonia. La actividad es parte de su vida, y el recuerdo vivo de aquel niño de 4 años que ya manejaba el tractor y recorría el campo con su padre, lo motivan a reafirmar su compromiso cada día.
“Estoy muy contento de haber terminado otra temporada más. Me pone muy feliz continuar la actividad familiar”, afirmó el mediano productor, quien se abre camino con esfuerzo en un sector siempre jaqueado. Es que en Río Negro hace varios años que conviven dos economías muy dispares, la agropecuaria y la petrolera, y todas las de ganar se las ha llevado la segunda, con el impulso que ha recibido la explotación de los yacimientos de Vaca Muerta. Mientras el fracking acapara toda la atención, la disminución de la superficie cultivada, junto al abandono de chacras pequeñas y medianas, es un hecho.
La presión es notable. En un mercado en el que los grandes jugadores pisan fuerte, los pequeños y medianos productores no pueden dejar de crecer para mantener la rentabilidad.
Pero Sánchez no imagina su futuro en otro lado. “Yo quiero seguir con la actividad, es lo que mamé desde chico”, destacó. En su caso, observa un notable contraste respecto a las anteriores generaciones, pues sus 12 hectáreas ya no tienen el potencial que antes tenían, y eso obliga a reconfigurar los objetivos mientras, año a año, los números generan preocupación en el sector.
De acuerdo al anuario estadístico 2023, publicado por Senasa, Allen, con sus más de 4.800 hectáreas cultivadas, aún lidera la producción de frutas de pepita, como manzana, pera y membrillo, respecto al resto de las localidades de Río Negro. Sin embargo, en los últimos 15 años, la caída a nivel provincial ha sido de más del 25%. La reconversión de actividades ha calado fuerte, y Mariano, como otros tantos productores frutícolas, está ante un escenario muy distinto al que afrontó, por ejemplo, su abuelo.
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“Ha cambiado mucho la producción, avanzó la tecnología y nosotros tenemos que adaptarnos, dentro de nuestras posibilidades, a cómo va el mundo”, expresó el productor, quien observa dicha transformación en el auge que han adquirido cultivos como peras, manzanas y frutas de carozo, a la par de los forrajes, como alfalfa y maíz. Donde antes predominaban las uvas, hoy el escenario es muy diverso.
Pero los cambios fueron también sociales. Muchos hijos de productores emigraron de Allen para estudiar otras especialidades y, con el tiempo, numerosas chacras de la zona se vieron desprovistas de mano de obra y profundizaron la deserción. Mariano intentó el mismo camino, pero luego de estudiar agronomía por un mes reconoció que su lugar estaba en la producción familiar, y continuó con el legado de su abuelo y su padre. “Depende de las ganas de cada uno”, aseguró, al ver cómo ha crecido su negocio a pesar de las profundas transformaciones atravesadas en los últimos años.
El avance de la actividad petrolífera, junto a los desarrollos inmobiliarios y los cultivos extensivos, pone en duda el potencial de la actividad fructífera, mientras el valor de la fruta y los altos costos obliga a los pequeños y medianos productores a cambiar para sobrevivir. “Antes rendía más tener una chacra. Hoy tengo que sumar mayor cantidad de kilos por hectárea para que sea más rentable y así disminuir costos”, explicó Sánchez. Pero no se puede crecer a cualquier costo, y por eso su proyecto es mantener la escala productiva: no sumar más tierras, pero crecer en calidad.
“Quiero invertir en tecnología para tecnificar lo que tengo, mejorar la calidad y que rinda más la cantidad de kilos por hectárea”, resumió el productor, que no quiere desatender sus cultivos y prefiere mantener una modalidad de trabajo artesanal, supervisando cada una de las etapas de producción.
Es que la rama frutícola no es como la del maíz, la soja o la alfalfa, actividades en las que más rentabilidad es sinónimo de más hectáreas, gracias a la posibilidad de cubrir grandes extensiones con maquinaria y pocos trabajadores. “Ese es el gravísimo problema que tenemos hoy”, observó Mariano, en cuanto a este último aspecto, porque considera que, a pesar de sus esfuerzos, “cuesta mucho conseguir mano de obra capacitada”.
Consciente de esas limitaciones, y a partir de malas experiencias acumuladas en su familia, Sánchez decide prevenir en vez de curar, y por ello concentró su inversión en incorporar mallas anti granizo para gran parte de su finca, lo que es prácticamente un lujo para el sector. “Si desde noviembre, que tenés la fruta, a enero, que la vas a cosechar, te cae granizo, te deja en la calle”, destacó.
Hay mucho costo y mucho riesgo. Por ello, Mariano también considera que la política puede brindarles un mayor apoyo para que “la fruta valga más que su costo”, y así mejorar la rentabilidad. Tal vez, de ese modo, se podría disminuir los índices de deserción y abandono de las chacras de la zona. Entretanto, las necesidades de continua inversión devienen una barrera de entrada para muchos pequeños y medianos productores.
-Pareciera que no es sencillo conseguir créditos, ¿qué hay que hacer para acceder a ellos?
-Conseguir financiación requiere de presentar muchos papeles y tener todo en regla. Se exige que tu cantidad de hectáreas pueda avalar el costo, pero se puede llegar y hay que buscarle la vuelta. Cuesta mucho la inversión inicial, puede que no llegues a techar toda la chacra, pero podés ir arrancando. Después, cada año te animás y vas comprando postes, alambres y así juntas los materiales para techar otra hectárea más.
-Muchos productores se preocupan por la rentabilidad de la fruta, ¿creés que eso puede ser un obstáculo extra para invertir en mallas antigranizo?
-Sí, totalmente. Hay muchos productores que no se animan porque son números grandísimos. Pero ayuda en el soleado, en disminuir el estrés de la planta y, fundamentalmente, evitar el granizo. Si calculás los costos, en tres años ya cubrís la inversión.
-Ha disminuído la cantidad de productores, ¿eso significa que si no se adaptan perecen?
-Claro. Hay que ir a lo que pide el mundo: variedades nuevas y tecnología. Todo se va tecnificando, según las ideas y ganas que tengas, el negocio va a ir hacia adelante. Hay muchas chacras abandonadas porque los hijos de productores emigraron, es una actividad bastante dura y se trabaja todo el año. Tener una chacra en buenas condiciones lleva mucho trabajo y mucho costo.
Agrego info, en la década del 60, las 65000 Hs del alto Valle estaban todas productivas, hoy no llegan a 18000 hs. , de los +- 11000 productores del 60, hoy creo que andan en 700.
Conclusión, mi nono con 25 hs era un potentado, hoy con ese volumen entras en la general , x ej. El promedio de antigüedad de los tractores, superan los 35 años.
Llevamos muchas décadas que se denosta a TODO LO QUE PRODUCE.
Otro dato, si se estimulará un poco lo productivo, no habrá quien coseche ni hagan las labores propias del actividad.