Manuel Monedero es agrónomo y en 2003 dejó Córdoba para venir a vivir a Santiago del Estero. ¿El motivo? Luego de trabajar un tiempo en un campo ganadero tuvo ganas de buscarse algo propio. Así fue que junto a un colega compraron una pulverizadora y se fueron a probar suerte (bueno en realidad ya habían investigado qué lugar les convenía pero nunca se está seguro al cien por cien) a Quimilí.
“En ese momento había un auge agrícola en la zona, se producía mucho sorgo, soja algodón y algo de maíz”, recuerda. “No vengo de una tradición de productores, soy el primer agricultor de mi familia y empecé a producir en Santiago, alquilando campos que comenzamos a mejorar haciendo rotación y generando ingresos con la producción agrícola y los servicios de pulverización y siembra que brindábamos”.
Con el tiempo Manuel se consolidó como agricultor, le iba bien (en verdad, le sigue yendo bien, aun a pesar de la chicharrita, pero esta nota es de ganadería aunque todavía no lo parezca) y quizás por eso le dieron ganas de hacer otra cosa. En 2016 junto a su esposa y sus tres hijas decidieron comprar un campo y encontraron uno que les gustó mucho porque tenía agua en abundancia y de buena calidad.
“Siempre me gustó la ganadería y quería diversificarme de la agricultura en la que hacía en campos arrendados, así que en 2017 empezamos con el sistema de Manejo de Bosques con Ganadería Integrada (MBGI) con el impulso que me dio ese año la Provincia lanzó el Plan Experimental MBGI y se realizaron jornadas para que los productores conociéramos de que se trataba y participáramos de los planes pilotos experimentales”, describe. “Yo ya había conocido el sistema silvopastoril en Cruz del Eje, Córdoba, donde comprendí que para hacer ganadería no había que sacar los árboles, aunque creo que el MBGI es una alternativa superadora”.
“Nos decidimos rápidamente por este sistema de habilitación de tierras para la producción de carne y encontramos una consultora en Santiago del Estero con mucha experiencia en la formulación de estos planes y en el manejo del ecosistema, que al final de todo es lo que resume al MBGI”, agrega. “Manejar al ecosistema para producir carne y madera de manera sostenible y ganando dinero, que es fin de cualquier empresario”
“El trabajo lo realizó un equipo interdisciplinario dirigido por el Dr. Kunts y el agrónomo Miguel Nellen y compuesto por ingenieros forestales como la ingeniera Marta Rueda, veterinarios, ingenieros hidráulicos, arquitectos y un montón de contratistas en lo que fue alambrados y mangas, por eso destaco el efecto multiplicador que tiene el MBGI en nuestra zona como motor de la economía local”.
Ahora bien, ¿cuál es la diferencia entre el viejo y conocido sistema silvopastoril y el MBGI que se menciona en esta nota? “Se llama sistema silvopastoril a la combinación de árboles con pasturas y animales en una misma superficie”, explica el Dr. Pablo Peri, coordinador del Programa Nacional Forestal del INTA y perteneciente a la Mesa Nacional de MBGI. “Pero en ciertas zonas del parque chaqueño se consideraba silvopastoril a una práctica no sustentable que consistía en dejar menos de 100 árboles por hectárea sin regeneración, que se convertía en una deforestación diferida en el tiempo porque esos pocos árboles finalmente se iban cayendo”.
“Es por eso que se generó un nuevo término, el MBGI, que está en el marco de la Ley de Bosques 26331, con lineamientos técnicos que garantizan la continuidad del estrato forestal, un adecuado manejo animal con ajuste de cargas y un manejo del bosque que garantiza su continuidad”.
Hoy Manuel Monedero produce Brangus en La Lonja, su predio de 1.000 hectáreas ubicado a 20 kilómetros del pueblo de Weisburd, que a su vez está a 240 de la capital provincial. Su objetivo es lograr un producto diferencial, carne libre de desmonte, porque considera que en breve el marcado no solo pedirá este tipo de productos, sino que el cuidado del ambiente se convertirá una exigencia para el productor.
De las 1.000 hectáreas, 660 son de pasturas (incluyendo 100 de agricultura para forraje) donde tiene un rodeo de 350 madres con servicio estacionado y ha logrado un 94% de preñez; los terneros se destetan a los 200 kilos.
En cuando al manejo, trabajan con 9 lotes de 100 hectáreas (incluye las cortinas), cada uno subdividido en dos lotes de 50 (la mayoría con boyero semipermanente); además, dejaron un lote entero como reserva de monte puro. Cada 200 hectáreas hay un tanque bebedero que se alimenta de un sistema de cañerías y bomba de agua. Realizan pastoreo rotativo con altas cargas instantáneas, donde primero entra el rodeo de terneros y luego las vacas a repasar, y se las deja comer el pasto hasta que quedan unos 10 centímetros de alto. Los potreros descansan unos 30 días (según las lluvias) y todos tienen gatton panic, a excepción de un lote al fondo del campo donde queda pastizal natural que les gustaría recuperar, y para ello comenzaron quitando las leñosas.
“Además, todos los lotes tienen árboles menos el de agricultura para forraje”, describe Manuel. “Hay mucho guayacán, itín, quebracho blanco y colorado, y algo de algarrobo. Pero hay que tener en cuenta que es un monte muy perturbado por la antigua explotación del bosque para obtener tanino, por eso hay muchos árboles chicos y pocos muy grandes”.
“Lo árboles nos proporcionan muchos beneficios, principalmente sombra en verano y en invierno protección para el gatton panic de las heladas; además las chauchas ayudan al crecimiento animal. MBGI es hacer ganadería con árboles, es un sistema de manejo por ambientes que requieren distintos tratamientos según el lugar. No se usan lazos, ni perros ni caballos y el predio está pensado para recorrer a pie o en moto. De este modo estamos produciendo 100 kilos de carne por hectárea”.
La Lonja también es un campo de observación, monitoreo y experimentación. Organizaciones ambientalistas han colocado cámaras trampa y ya se han registrado, entre muchos otros animales, dos grandes osos hormigueros. El INTA Quimilí lo tomó como campo experimental para realizar análisis de suelo a través de calicatas y la Provincia para validar datos sobre la producción MBGI, como el cuidado de la fauna, del suelo, la biodiversidad y la regeneración del monte.
“Sacamos los cazadores del campo y tenemos agua, así que es obvio que la fauna nativa se está recuperando, además, colocamos rampas en los tanques de agua para que los pájaros y otros animales que se acercan a beber puedan salir con facilidad”, describe.
“Es un cambio en la forma de concebir la producción, por ejemplo una de las primeras capacitaciones fue al tractorista que iba a rolar: tuvimos que explicarle minuciosamente que queríamos dejar la mayor cantidad de árboles posible, porque el tractorista quiere sacar todo y acá el planteo es diferente, se trata de romper lo menos posible para producir carne”.
“La ganadería es algo hermoso pero se reniega mucho. Nosotros compramos el campo cuando Macri sacó las retenciones al maíz y cuando llegó el cambio de gobierno con Fernández fue un golpe económico y -sobre todo- anímico muy muy grande, perdimos las ganas”, confiesa Manuel.
“Hoy no me pagan un precio diferencial por mi hacienda pero, como dije antes, quiero certificar carne libre de desmonte porque creo que en el futuro será indispensable para vender y no solo para exportación, sino en el mercado local en negocios que requieran este tipo de mercadería, como puede ser un restó o una tienda de productos sustentable. También estamos trabajando con una consultora que está midiendo nuestra huella de carbono con la intención de vender bonos, veremos si en el futuro cercano podemos hacerlo”.