La Argentina está por estas horas enviando las últimas cerezas de exportación de la temporada 2023/24. Este año ha sido relativamente bueno, pues se contabilizan embarques por cerca de 8.600 toneladas, un volumen récord, pero con costos altos y un dólar deprimido. Además, siempre está el temor de los productores locales porque Chile se apoderó prácticamente de todo el negocio: ellos vendieron esta temporada 415 mil toneladas, cincuenta veces más. Es decir que si estornudan nos sacan del mercado.
Ya le sucedió a la Argentina frutícola algo parecido con el arándano. Los envíos de esa fruta fina crecían fuerte hasta que hace unos diez años atrás comenzó a producirla Perú en grandes cantidades, compitiendo con la< Argentina (y con Chile) por los mismos mercados del Hemisferio Norte en contraestación. Y como -por su ubicación en el mapamundi- Perú sacaba la cosecha primicia no había manera de competirle. El negocio del arándano se redujo a la mitad.
Con Chile al lado, el mismo riesgo corren los productores argentinos de cereza, pero al menos están advertidos. Por eso, días atrás, en el espacio de Innovación de la UNCuyo, unas 120 personas se reunieron en la tercera edición del Seminario Internacional de Cerezas Tempranas. Sería una aburrida reunión técnica más de no ser porque el sector se juega buena parte de su futuro.
El dilema de la cereza lo explicó con mucha claridad Diego Aguilar, que trabaja en una empresa que produce esa fruta tanto en Mendoza como en Santa Cruz, para así poder tener oferta disponible a lo largo de toda la campaña, desde los primeros días de noviembre cuando arranca la cosecha en el Cuyo hasta febrero, marzo o incluso abril con la oferta que llega de más al sur. Pero Aguilar es actualmente también el presidente de la Cámara de Cerezas de Mendoza. Fue entrevistado en el programa Colonia Agropecuaria, por AM550.
-No somos un jugador grande en el mercado de la cereza, ¿no?
-No, no lo somos. Aspiramos a hacerlo en algún momento, pero no lo somos. En algún momento lo fuimos. Mendoza, concretamente, fue el mayor exportador de cerezas del Hemisferio Sur, hasta que aparecieron nuestros hermanos chilenos viendo y capitalizando el negocio y crecieron a niveles exorbitantes, porque ellos han crecido exponencialmente y nosotros seguimos con la misma producción de hace 20 o 25 años atrás.
-Al punto tal que Chile ya exporta 50 veces más que la Argentina.
-Más o menos ese número es. Cuando uno se lo quiere figurar no lo puede entender, pero es una cantidad importante de fruta que exportan y obviamente de divisas que ingresan al país. Por lo menos le entran entre 1.200 y 1.300 millones de dólares solamente por la exportación de un producto. Y nosotros nos quedamos estancados, fuimos los precursores y nos quedamos estancados.
-¿Y por qué motivo?
-Yo le echo la culpa más bien a los vaivenes políticos y económicos del país. Lo cierto es que salimos de competitividad porque el negocio de la cereza requiere de mucho trabajo y en Mendoza particularmente la vitivinicultura fue ganando espacio y se vio como una alternativa y se erradicaron algunos cultivos y eso hizo que disminuyera la superficie implantada de cereza. Ahora poco a poco se va mejorando esa variable, va creciendo muy lentamente a pesar de nuestra realidad política y económica.
Aguilar comentó que esta temporada que está terminando fue bastante positiva, a pesar de que Mendoza tuvo algunos problemas con el viento zonda, y luego cosechó en medio del cambio de gobierno y la política económica. Mucha de la fruta cosechada, en ese contexto, terminó en un mercado interno deprimido, que no siempre pagó un buen precio. La exportación, en cambio, respondió y colmó las expectativas. Por suerte, Chile todavía no estornudó.
“La cereza es uno de los pocos frutos que no da la vuelta al año. Es decir, a partir de mediados de abril y hasta mayo, hay un mes ahí en que en el Hemisferio Norte no hay fruta. Obviamente acá en la Argentina tampoco. Después, desde septiembre a octubre tampoco hay, entonces son los dos polos que tenemos que atacar”, indicó el productor.
De allí el sentido que tuviera mucho sentido el seminario organizado por diversas instituciones, entre ellas el Instituto de Desarrollo Rural (IDR) de Mendoza: los productores de esa región están buscándole la vuelta tecnológica para poder ingresar al mercado internacional unos días antes de que lo haga el grueso de la oferta chilena, y de ese modo tener un negocio diferenciado, con un precio más estimulante.
“Con fruta super primicia de Mendoza es posible hacerlo. Hay que cosechar aún más temprano de la primera semana de noviembre, que es lo habitual e intentar corrernos hasta el 20 de octubre, con lo cual se alcanzarían precios aún mejores”, indicó Aguilar.
La misma idea, pero con variedades tardías, se intenta aplicar en el valle de Los Antiguos, en Santa Cruz, varios cientos de kilómetros más al sur. Allí, según el directivo de los productores de cerezas, habría que “extender todo lo que se pueda la temporada para poder mandar en barco fruta y que llegue en los primeros días de abril”.
“Nosotros estamos adheridos a la CAPSI, que es la Cámara Argentina de Productores de Cereza, pero Mendoza tiene una realidad bastante particular, al ser una provincia que no es de la Patagonia, nos perdemos esta ventaja comparativa que tiene la Patagonia como marca. La marca Patagonia vende y es muy buscada. Entonces buscábamos alguna diferenciación y encontramos que había un nicho de mercado en la fruta primicia”.
-¿Donde se podría producir esa cereza anticipada?
-Las circunstancias se dan sobre todo en la zona norte de Mendoza, en el Oasis Norte, que puede con poco esfuerzo cosechar temprano a partir del 25 de octubre. Eso no pone en un lugar de privilegio entre todos los productores del Hemisferio Sur, que no son muchos.
-¿Incluso respecto de Chile?
-Incluso, porque a Chile le cuesta conseguir esa precocidad. Ellos tienen algunos cultivos en la zona de Ovalle, que han tenido éxito y muy buenos resultados en cuanto a económico, pero en cuanto a lo productivo es muy poco lo que pueden alcanzar. Es una zona ya muy marginal, con poca agua, con poca acumulación de frío invernal. Entonces al cultivo hay que forzarlo, y trabajar contra la Natura es caro.
-¿Entonces imaginan crecer en Mendoza?
-De eso se trataba el seminario, de hablar sobre las posibilidades que tiene Mendoza. Es posible hacer esas inversiones en Mendoza con menos plata y obtener mejores resultados.
-Ahora… Estamos hablando de adelantar la cosecha unos pocos días, apenas de un par de semanas.
-Sí, pero en cuanto a la comercialización, son cruciales, son importantísimos. De un día para otro los precios bajan abruptamente. Entonces hay que llegar lo más temprano que se pueda, con la mejor calidad que se pueda. Pero esos primeros 10-15 días son fundamentales. A partir del 25 de octubre y hasta el 10 de noviembre es la ventanita que le queda abierta a Mendoza para hacer alguna diferencia.
-¿Eso es un esfuerzo de los privados solamente o requiere de algún plan con apoyo de la provincia, del Estado Nacional?
-La articulación público-privada para todo esto es fundamental. Nos encontramos con la circunstancia de que Mendoza está libre del área de la mosca de la fruta solo la mitad, a partir del valle de Uco para el sur. La zona norte no. Entonces los mercados a los que nosotros podemos acceder con esa fruta son los que no tienen este requerimiento, los de Medio Oriente y de Lejano Oriente, Singapur, Dubái, Catar, Emiratos Árabes. Pero hay protocolos para los otros países que no los podemos cumplir en el norte de Mendoza y ahí tenemos que trabajar para poder liberar la zona norte del flagelo de la mosca de la fruta.
-Este plan permitiría además reconvertir un montón de viñedos que hoy ya o son rentables, ¿es posible eso?
-Es posible. El Instituto Rural de Mendoza tiene un trabajo hecho sobre la unidad mínima sostenible, de aproximadamente 7 hectáreas. Un productor que tenga una plantación de 7 hectáreas de cereza, la puede atender él solo y puede mantener a su familia muy bien, y hasta puede tener una capacidad de ahorro y de crecimiento. Eso llama la atención en otros países. O sea que sí es una posibilidad de reconversión. Nosotros estamos intentando seducir a algunos productores de vid, que últimamente tienen muy erráticos sus precios, para volver al viejo esquema de tener al menos 5 hectáreas de cereza para poder apalancar la cosecha de uvas.
-¿Qué impacto podría tener esa reconversión?
-Aumentaría muchísimo la superficie cultivada. Mendoza llegó a tener 2.000 hectáreas de cereza, actualmente estamos en las 700. No ha caído el volumen, porque se está produciendo con mejor calidad. La idea sería entonces recuperar esa superficie, producir como se produce con la productividad actual, y buscar nuevos mercados justamente en esa franja de primicia. Es un lindo proyecto, ambicioso, hace años que estamos detrás de esto. Nos ha costado esto de seducir nuevos inversores, justamente porque hay cierta resquemor y desconfianza en el país.
-¿Buscan inversores extranjeros?
-El mayor éxito se ha obtenido en productores locales, no de afuera, por ahora. Al evento vino mucha gente de Chile, de Estados Unidos y de Colombia que estaban interesados en invertir. Veremos qué pasa.
-Si no siempre el riesgo es que nos pase Chile por arriba, como sucedió con los arándanos.
-Yo creo que la diferenciación la tenemos, desde Mendoza, con primicia, y después en la calidad. Eso nos distingue de Chile, al no tener Chile un mercado interno donde colocar los descartes de exportación, ellos tienen que mandar toda la fruta que producen, y los rendimientos suelen ser menores. Entonces tiene muy bien catalogada la fruta argentina por esta separación que hacemos entre exportación y mercado interno.
Según registros, Mendoza cuenta con entre 30 y 40 productores, ubicados principalmente en el Valle de Uco y en el oasis Norte. De las 700 hectáreas, prácticamente la mitad de la superficie nacional d cerezas, se obtienen en la provincia unas 5.000 toneladas de cerezas para consumo en fresco. De esta cifra, 90% se destina a los mercados de Buenos Aires, Rosario y Córdoba, con excelentes retornos para la fruta temprana y 10% es exportado. El sur, en cambio, está más enfocado en el negocio de la exportación.