La producción de peras y manzanas en el Alto Valle de Río Negro y Neuquén se concentra cada vez en menos manos. Así es como lo ven muchos productores de esa región, que campaña tras campaña observan a nuevos chacareros dar un paso al costado de esa actividad, y como también lo estima Senasa, que observó que en los últimos 13 años se perdieron cerca de 10 mil hectáreas de fruta. ¿Pero es esto identificado de la misma forma por las autoridades locales? Y de ser así, ¿hay salida posible?
Esos interrogantes son los que Bichos de Campo tuvo en mente a la hora de hablar con Facundo Fernández, secretario de Fruticultura de Río Negro, durante una reciente gira por esa provincia.
-¿Qué análisis hacen de la reducción tanto en el área cultivada como en el universo de productores desde esa área de gobierno?- le preguntamos.
-Es cierto. Hoy tenemos 800 a 900 productores y 38 a 39 mil hectáreas productivas en el Valle, que supo tener 55 mil. Eso se debe a varios factores. El resto del mundo se eficientizó. Nuestros competidores tuvieron cargas impositivas mucho menores que las nuestras, y un tipo de cambio libre con esquemas de proteccionismo al exportador que nosotros no tuvimos. Eso llevó a una situación de índole sociológica también porque el cambio generacional fue disminuyendo. Hay un éxodo de la ruralidad notable en nuestra actividad productiva, en nuestra economía regional, que también es una tendencia mundial.
-A eso hay que sumarle lo que muchos productores afirman y que es que la fruta no rinde, que lo que se paga hoy no alcanza.
-Es cierto lo que dicen de que no alcanza. También es cierto que el mundo empezó a exigir eficiencia a la hora de producir, porque los países que compiten con nosotros producen mucho más barato y con otras condiciones. Hoy un productor, si no tiene una determinada cantidad de kilos por hectárea, con plantaciones de alta densidad, que son más de 3000 plantas por hectárea con riego mecanizado, no puede tener la eficiencia para ser rentable. Nuestros abuelos tenían plantaciones más espaciadas y menores volúmenes pero también tenían una carga impositiva baja, costos de mano de obra bajos, etc. Hoy hay costos altísimos. Probablemente el precio que se paga sea uno bueno en el mundo, pero al argentino no le alcanza con el esquema en que vivimos hoy.
-¿Y qué se les dice a esos productores cuya renta no les alcanza, que están frente al escenario de tecnificarse o perecer?
-Nuestras políticas públicas son diseñadas alrededor de eso. Primero tratando de focalizar la ayuda del productor chico, porque es el débil del esquema. Tenemos por ejemplo créditos blancos para las mallas antigranizo. Lo que pasa es que cualquier inversión en situaciones como esta son de reparo largo y el productor, que encima no tiene recambio generacional, tiene que esperar 4 a 6 años para ver el resultado. Eso lleva a que muchos prefieran salir de la actividad. En esos casos ofrecemos erradicarle la chacra sin cargo, también por una cuestión sanitaria, y ponemos a disposición créditos para reconversión en equipos de riego o para mallas antigranizo a pagar en siete años con uno de gracia, a tasa fina y en pesos. Aún así hay casos en que las cuotas les quedan altas.
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A continuación, Fernández añadió: “Estamos convencidos de que la manera en que el productor chico sobreviva es que tenga previsibilidad en su producción y para eso hay que combatir el cambio del clima. Vemos heladas tardías, granizo de forma más seguida, con lo cual hay que cubrirse en forma estructural como ya lo hicieron los países del otro hemisferio. Hoy tener una producción en la cual uno se vaya a asegurar ser rentable por 10 o 15 años, es tener el riego mecanizado y la malla anti anillo para protegerse del clima”.
-Es entonces una línea de la secretaría el impulsar a los productores a que se animen a realizar otras actividades productivas fuera de la pera y la manzana.
-Sí. Nosotros tenemos como política de gestión que la pera y a la manzana, que son los productos emblemáticos de exportación del Alto Valle, hoy sean tratados con la misma prioridad que todos los otros. ¿Por qué? Porque confiamos muchísimo en el potencial de todos los productos que obtenemos acá como cerezas, frutas de carozo, frutos secos, forrajes, etc. Lo que hacemos es orientar al productor, no solo desde el análisis y la inversión, para que si en 5 o 6 hectáreas no es rentable con pera, tenga sí buenas perspectivas con nogales por ejemplo. Obviamente que siempre necesitás como motor de esto la pasión del productor, que muchas veces se pierde, porque al venir de tantos años de mala es difícil que se vuelva a motivar.
-En paralelo tenés el avance de la urbanización y los desarrollos inmobiliarios que son innegables, y que acorralan muchas veces a los productores. ¿Cómo trabaja la Secretaría frente a eso?
-El avance de la urbanización sobre los centros productivos es un problema grave y estamos trabajando por un lado sobre la Ley de Tierras. Fuimos a ver lo que hacen otros países y allí por el paño productivo que queda sin producción se cobra un alto porcentaje de impuestos, porque al Estado le sale muy caro urbanizar esos lugares, poner cloacas, energía eléctrica, etc. Por eso empezamos a realizar un análisis en función de tres categorías: verde para las superficies netamente productivas y en las que hay que trabajar en una política de no urbanización; rojo para donde tiene que crecer la planificación de cada ciudad, y amarillo para los lugares en transición donde tenemos que discutir con los productores qué quieren hacer. La demanda de urbanización es altísima pero también que los productores queden pegados a la ciudad supone problemas sanitarios. Lo que no queremos es tener paño productivo y atrás loteos urbanos donde todo se mezcle.
-El tema de los fitosanitarios es otra puja en ese contexto. ¿Qué rol adquiere la Secretaría frente a los posibles reclamos de los nuevos vecinos de cara a las aplicaciones que hacen los productores, que viven ahí hace décadas?
-Nosotros estamos netamente del lado del productor, por eso queremos trabajar en una política de anticipación de eso. Hoy hay municipios que tienen más de 20 loteos autorizados por excepción, porque se convierte en un negocio rentable. Probablemente la gente se asegura su jubilación y bastante más con eso. Con lo cual nosotros queremos fijar las políticas productivas. Obviamente hoy lo primero son las buenas prácticas. No se cura con productos que son nocivos para la salud, porque el Valle está adecuado a la exportación a la Comunidad Europea y Estados Unidos, pero sí tratamos de mediar. Nosotros nos debemos la producción. Este valle se levantó de la mano de la producción y hoy tiene que convivir con la urbanización sin duda, pero eso hay que ordenarlo.
-¿Hasta qué punto el gobierno provincial tiene las herramientas necesarias para hacerle frente a esta situación y en qué momento sienten que ya necesitan de la ayuda del Estado Nacional? ¿Han llegado a esa situación?
-No hemos llegado a esa situación. Tenemos una ventaja y es que el gobierno de Río Negro es uno con identidad propia muy fuerte. Yo ingresé hace cuatro años y cuando me vaya las políticas seguirán adelante en el largo plazo. Hoy la mayoría de los municipios son del mismo gobierno. Trabajar con todos en una estrategia colectiva y de muy largo plazo, es identificar para dónde va a crecer lo productivo. No hay duda de que la planificación urbana necesita tanto al que no es productor como al que es productor, y estamos trabajando en eso de manera transversal.