Cuando la urea se incorpora al suelo es posible reducir las pérdidas por volatilización e inmovilización en superficie. Además la pequeña remoción realizada por los cuerpos sembradores permitiría liberar un volumen adicional de nitrógeno y mejorar la calidad posterior de la siembra al reducir parcialmente el daño de heladas cuando el cultivo se encuentra macollando.
Para comenzar a evaluar el impacto in situ de tales supuestos, el equipo técnico agrícola de la región CREA Norte de Buenos Aires –integrado por Matías Ermacora, Germán Rossomanno y Leonardo López– comenzó en las últimas dos campañas a realizar ensayos de fertilización en trigo con aplicaciones realizadas por la propia sembradora.
Los tratamientos –realizados en el ciclo 2023/24 en las localidades bonaerenses de Alberdi, Bragado y Arroyo Dulce– fueron conducidos en lotes con antecesor de soja primera y con aplicaciones en pre-siembra de la misma cantidad de kilos de urea, según muestra un artículo publicado en Contenidos CREA.
Los tratamientos consistieron en fertilización con urea incorporada, para lo cual se clavaron los cuerpos sembradores; urea voleada sin remoción por medio del levantamiento de los cuerpos sembradores lo más posible, pero permitiendo que la rueda de mando vaya dosificando la urea normalmente con las mangueras sueltas desde abajo para que el fertilizante caiga en superficie; urea voleada con remoción, que consistió en hacer lo mismo que en el primer tratamiento, pero soltando las mangueras desde abajo para que la urea caiga en superficie; y por último urea protegida N-Gradual de YPF aplicada con voleo sin remoción, es decir, como en el segundo tratamiento.
Tal esquema fue diseñado con el propósito de despejar del efecto total por medir la eventual contribución parcial generada por la remoción sobre la calidad de implantación y de daño de helada, además de cuantificar el aporte de la protección de la urea.
Se registraron cambios sutiles en la cantidad de plantas y cobertura en estado de pasto. Sin embargo, en las mediciones realizadas en espigazón y durante la floración de los cultivos de trigo se observaron diferencias importantes entre los tratamientos medidos como cobertura verde y concentración de nitrógeno en la hoja bandera.
En línea con lo medido especialmente en el período crítico de los cultivos, los tratamientos registraron diferencias importantes en rendimiento, las cuales se explican por cambios en el número de granos fijados (espigas y granos/espiga) y en el peso de los granos.
El nitrógeno incorporado promovió mayores rendimientos del cultivo de trigo y el voleado el menor rinde, lo que se explica por cambios en la eficiencia del uso del nitrógeno ofrecido. Los niveles de proteína y gluten también fueron afectados en el mismo sentido, reforzando la hipótesis de un mejor estado nutricional de los cultivos al incorporar la urea.
Los resultados de esta campaña indicarían que una parte de las respuestas diferenciales pueden ser explicadas por volatilización (225 kg/ha) y otra parte por el efecto de la remoción (200 kg/ha), aunque las mismas no alcanzan a sustentar la diferencia completa lograda de 715 kg/ha, lo que evidencia que otros factores podrían estar siendo modificados, como es el caso de la inmovilización de nitrógeno en superficie.
Al consolidar los registros obtenidos en las últimas dos campañas de trigo, se observa un leve efecto sobre rendimiento por parte de la remoción del suelo, que alcanza los 140 kg/ha, mientras que el efecto completo por la incorporación presenta un salto promedio de 580 kg/ha en los diferentes sitios explorados.
Vale remarcar que existe la posibilidad de que las diferencias registradas estén sobreestimadas por el efecto de las intensas heladas ocurridas en la última campaña, lo que habilita a continuar la línea de trabajo para explorar el impacto de esta tecnología de procesos en distintas situaciones climáticas.