La historia de Bio4, que hoy es un ejemplo mundial de cómo agregar valor de manera sustentable y bajo un ciclo de 360 grados en el que todo se transforma, es bien conocida. Hoy, en este capítulo de Oli-Nada-Garcas, “El podcast de tu vida” (especial porque fue el primero que grabé en junio de 2020), les propongo conocer a uno de los artífices de esta maravillosa empresa que empezó bien desde abajo y con un sueño.
El protagonista es Germán Di Bella, agrónomo (que iba a ser veterinario y aquí cuenta la anécdota de tamaña decisión), con dos padres empleados públicos (YPF y Obras Sanitarias), sin una familia que estuviera ligada al campo ni la ruralidad, pero que soñó (y se dejó llevar junto con sus socios) en que podían emprender con algo nuevo, de manera sustentable, aprovechando las bondades del maíz.
Así nació Bio4, con la idea de procesar el maíz y producir bioetanol. ¿Cómo? Los tres cuatro socios iniciales pensaron la idea y fueron a buscar más socios. “Tocaron” a un centenar, entraron casi 30. Hay pasado apenas 11 años de aquel mojón inicial, una inversión compartida de 35 millones de dólares con la que se puso en marcha la primera planta de bioetanol del país.
Una aclaración, como la entrevista fue hecha hace tres años, algunas cosas han cambiado: Entre otras cosas, lo que están haciendo desde la empresa y su incursión en la gestión pública de la municipalidad de Río Cuarto, que cuando hablamos en 2020 era tan sólo una expresión de deseo. Las aclaraciones serán apuntadas en medio de la nota, según los temas. Pasen y lean…
-Ibas a ser veterinario, pero al final te decidiste por agronomía. Contá cómo fue esa historia y qué hacían tus viejos, porque no venías de una familia de campo…
-¡No! Nada que ver… mi viejo laburó toda la vida en YPF. Mis abuelos vivían en Ensenada, que es una localidad muy próxima a La Plata, mi abuelo muy peronista porque Perón fue el que le dio su primer trabajo en YPF, y de ahí lo heredó, entre comillas, mi padre. Y mi mamá laburaba en Obras Sanitarias de la Nación. O sea, la verdad es que eran los dos empleados públicos. ¡Cero relación con el campo!
-¿Y entonces?
-La única relación que yo tenía con el campo era ir a cazar con mi tío, que era contador y le encantaba la caza además de ir a pescar. Era mi padrino. Eso fue lo que a mí me relacionó con el campo, la naturaleza, el caminar en contacto con la naturaleza. Fue el único contacto genuino con el campo que tuve hasta que fui a la facultad.
-¿Y qué recuerdos te quedaron en la piel o en el cuerpo de aquellas visitas al campo?
-Yo no tenía muy en cuenta lo que era lo productivo en ese momento, era una zona, la de la cuenca del Salado, muy ganadera, donde íbamos generalmente, y lo que más veía eran vacas y pasturas. Y eso me encantaba. Y me sigue encantando el día de hoy porque tenés una relación como con algo vivo realmente, que se mueve, el maíz y la soja, si bien son también un organismo vivo, es, claramente, algo distinto. También me encantaban los caballos. En su momento nosotros vivíamos en el barrio El Hipódromo, un barrio marginal en La Plata, y yo me levantaba a la mañana temprano para ir al colegio y los caballos se variaban permanentemente alrededor de mi casa. Esa, la del vínculo con los caballos, era otra opción.
-Claro, paseaban por ahí, desfilaban.
-Mi abuelo trabajaba en un estud, o sea, tenía mucha relación con lo animal más que con lo vegetal. Y eso a mí me relacionaba mucho al campo. Tengo esa sensación de olor a bosta, de todas esas cosas.
-Y con esa carga en la mochila llegaste a los 18 años a la puerta de la facultad de veterinaria…
-Claro. La cosa fue así: la hija de mi padrino, mi prima Florencia, junto con Carolina Barros Schelotto, hermana de los mellizos, y otra amiga, Mónica, que era la que a mí me gustaba, todos amigos del colegio me acompañaban a mí a inscribirme en Veterinaria que era donde se iba a inscribir también Mónica, y después nos íbamos a Agronomía donde se iba a inscribir el resto. Cuando llegamos a veterinaria el único que se iba a inscribir era yo y entonces, cosas de adolescentes, como ellas se inscribieron en Agronomía yo también me anoté ahí. Me terminé anotando en Agronomía de manera casi fortuita.
-¿Crees que eso puede haber cambiado hubiese cambiado tu derrotero? Digo, lo del agregado de valor y todo lo que vino después…
-Lo que sí me di cuenta es que no le erré a la profesión, después de más de 20 años me sigue apasionando, porque como agrónomo tenía mucho más campo de acción, algo que no me di cuenta en ese momento.
-¿Cómo está conformada hoy tu familia? ¿Ellos tienen vínculo también con la actividad?
-Mis hijos son Azul y Mateo. Y mi actual mujer y compañera desde hace tres años, Gabriela Aguirre.
Azul actualmente tiene 25 años, estudió tres años de ingeniería industrial y dejó para irse a Costa Rica, la meca de la sustentabilidad ambiental, donde trabajó, y hoy está en Nueva Zelanda. Haciendo camino al andar. Mateo, en tanto, que cuando grabamos el podcast estaba en el secundario, hoy tiene 20 años, estudia cheff y trabaja en uno de los restaurantes más importantes de Córdoba. Le gustaría, una vez terminada la carrera, poder irse a Italia, conocer la cocina de allá y después ver.
-Me parece interesante que cuentes cómo es que de un choclo se obtiene alcohol para uso medicinal, no desde el punto de vista técnico, sino para cualquiera que no conoce demasiado.
-Seguramente muchos han visitado viñedos en Mendoza. El proceso de fermentación que se produce en una planta de etanol a partir de maíz es el mismo que se produce a partir de la uva para producir vino. En este caso, se muele el grano de maíz para hacer una especie de polenta. A eso le ponés unas levaduras que son las que al almidón del maíz lo transforman en azúcar. El azúcar es el mismo punto original de la uva y ese azúcar se transforma en alcohol. Es el mismo proceso, la diferencia es que es polenta húmeda que se obtiene, va en parte preparación que va a alimento animal y lo que queda es el alcohol tal cual lo conocemos nosotros. El primero que hemos hecho es el de combustible que no cumple las especificaciones del alcohol “buen gusto”, pero sí se utilizaba como fuente de materia prima para aquello que producen alcohol en gel y alcohol etílico que es el que usamos en casa, el de la farmacia. Es exactamente igual al alcohol, pero la única diferencia es que el alcohol de combustible tiene un poco más de olor fuerte a maíz y a cereales.
-¿Qué usos destacarías de las cosas que se pueden hacer con maíz?
-Mira, yo no recuerdo ahora, pero creo que, a grandes rasgos, son más de 300 productos y subproductos que podés obtener de un grano de maíz. Nosotros somos unos obsesivos del maíz por varias razones. Primero, porque en zonas marginales como las nuestras en la que nos ayudan con la cobertura de los suelos y a mantener humedad y estructura. Además, permiten que los suelos no se nos vuelen. Es un cultivo que tiene más estabilidad que la soja en este “barrio”. Y tercero, porque genera una cadena de valor a lo largo de toda su trayectoria que es enorme.
-¿Por ejemplo?
-Vos podés hacer la polenta para consumo humano, podés hacer bioplásticos, fructosa que es lo que utilizamos para las bebidas, podés sacar alcohol. Podés alimentar el ganado de manera directa con grano o la planta entera. Tenés cientos de usos, industriales, pero también agronómicos. Para una provincia como Córdoba, que es la primera productora de maíz del país, estar exportando el 60% como grano desde la provincia es una locura. Por eso que estamos tan enfocados a la producción de maíz.
-Y todo el desarrollo que genera eso, porque hablamos varias veces de el federalismo y los desarrollos locales y esta apuesta que han hecho ustedes, bien diversificada, pero con la base puesta en el maíz, genera trabajo en una zona alejada de la Capital Federal.
-Totalmente, pero es lo que deberíamos pensar como un país federal, si es que alguna vez tenemos estrategas pensando en todo este país de manera integrada. Que cada uno desarrolle en sus provincias los potenciales que tiene. Si cada una de las provincias analiza y pone en valor cuáles son sus excedentes, que pueden ser energéticos o alimenticios, ganaderos, huevo, leche… Y luego ver cómo se podemos transformarlo a nivel nacional sería fantástico. Y además cuando vos desarrollas una industria, una de las cosas que pasan es el desarrollo también de proveedores. Bio4 quizás tiene la misma cantidad de empleados que otras industrias de la zona, pero tiene más de 400 proveedores, de los cuales el 70% son locales. Es ahí donde está el impacto social.
-¿Qué destacarías de la reducción de impacto ambiental que ustedes logran? ¿Ayuda para achicar la brecha campo-ciudad, campo-consumidores?
-Creo que como productores agropecuarios hoy estamos consustanciados en esto y me parece que muchas veces o no lo sabemos comunicar o es injusto el tratamiento que se nos hace. Cuando vos ves cómo ha ido evolucionando la agricultura de los últimos 50 años es algo impresionante. Hoy se aplica un montón de tecnología, hay un montón por aplicar y a su vez hemos aumentado la producción de alimentos, fibras y energías, de biomasa, teniendo mucho menos impacto de lo que podríamos tener si hubiésemos seguido con las mismas labranzas o la misma forma de hacer las cosas. Es cierto que queda mucho por hacer, no tengo dudas. Y está bueno que lo discutamos, pero vayamos hacia adelante.
-¿Cómo surgió la posibilidad de arrancar con Bio4? Ustedes arrancaron de cero, siendo cuatro socios, con una agronomía, vendiendo insumos y de pronto surgió todo esto.
-Nosotros arrancamos siendo cuatro socios, yo me fui del tambo en el que estaba a vender semillas. Cuando arrancamos hacíamos de todo: paleábamos el fertilizante, lo bajábamos de los camiones, durante tres años hicimos todo. Y lo que aprendimos, a lo largo de todo ese tiempo, de diez años de comercio, fue hacer clientes, que era nuestra masa crítica. Nuestro valor era conocer gente de campo, que fue nuestro gran know how, y Manuel Ron, el gran visionario de todo esto, que fue quien percibió el crecimiento de las plantas de etanol en Estados Unidos, las estudió, armó el proyecto que lo hizo parte de una tesis de posgrado y nos lo presentó.
-¿Y cómo llegaron a ser una treintena de socios?
-Y a partir de ahí fue convencer a 26 socios más o a 26 productores, clientes nuestros del negocio, donde nosotros queríamos además ofrecerles a ellos algo distinto que ir a venderles. Hacerlos parte de otra cosa. Cada uno de nosotros tenía sus clientes o sus mayores afinidades. Fuimos trayendo a los clientes, le ofrecimos el proyecto a 100. El proyecto era muy grande y nosotros no teníamos la plata, tampoco teníamos campo. Fuimos vendiendo una cuota parte en la medida que conseguíamos un socio nuevo. Y así empezamos. Y después, crédito y riesgo.
¡Hay que reunir 26 almas con ganas de invertir dinero en algo que podría tener sustento técnico pero que era arriesgado! No sabían cómo iba a evolucionar…
Diría que la gran columna vertebral de eso, más allá de la idea, más allá de la visión, fue que los 26 socios de querían juntarse. Esa es la clave. Y te diría de todo lo demás vino por añadidura. A mi me da mucha seguridad estar con otros socios que los considero más inteligentes que yo o que saben más en otras áreas en las que yo no. Para que vos te des una idea, todos se habían endeudado más en la puesta en marcha de Bio4 que de manera personal, en sus negocios privados.
-Mira vos, apostaron a eso en común…
-Me parece que esa es la gran riqueza que también como productores nos cuesta ver, porque nos hemos criado en el individualismo. Vos te levantás todos los días a tomar decisiones, casi solo. En nuestro caso, se toma una decisión que puede ser la que vos apoyás o la que no apoyás, pero que tenés que bancártela porque estás con otros. Es todo un aprendizaje. Pasaste de ser dueño y decisor, a ser un socio y accionista, donde algunas cosas son como son, y punto.
-Sí, puede que no te guste, pero son así. También está lo que vos decís, confiar en que ese otro tiene un conocimiento en el cual confiás.
-Totalmente. De hecho, ahí armamos la sociedad anónima. Hay un directorio donde hay ocho de los socios. Y tenés gente muy capacitada en finanzas, administración, gestión, campo, que va rodeando al que está en el directorio y apalanca todo.
Actualmente, Bio4 favoreció la puesta en marcha de BioElectrica, también se complementa con el feedlot, el uso de fertilizantes que hacen que el maíz crezca mejor y de manera más sustentable…
En 2023, la planta de BioElectricidad está produciendo 6,6 megas, son la empresa de biogás más grande de Argentina. “Hicimos tres proyectos además del nuestro, pro lo que estamos monitoreando la producción de casi 12 megas a nivel país pero no termina ahí, porque estamos con la construcción y la venta de la tecnología a tres proyectos más”, contó días atrás Di Bella.
BioElectrica hoy está conectada a Bio4 a través de un subproducto de Bio4 que es la vinaza (un subproducto líquido de la destilación del mosto en la fermentación del etanol), que favoreció que bajara la huella de carbono de la planta de bioetanol e hizo que ese alcohol pudiera ingresar en el marco de las exigencias de Europa. “Es una tecnología que, a nivel mundial, los únicos que la tenemos somos nosotros”, contó Di Bella.
Por eso, el paso siguiente es intentar llegar a Brasil con esta tecnología que permite usar la vinaza como fuente de energía en plantas de biogás. También quieren desembarcar en Estados Unidos donde hay 100 plantas, que hoy tienen la necesidad de bajar la huella de carbono para que se les pague más por cada galón de bioetanol producido.
-A su vez del maíz también como decía al principio yo, ustedes pusieron en marcha un feedlot hace un tiempo y también ahí se produce alimento que va al feedlot.
-Claro. Nosotros al feedlot nos llevamos la burlanda de la planta de etanol, los desechos de la de la descarga de maíz y todo lo que no se utiliza dentro del proceso. Y la bosta de ese feedlot está viniendo a las plantas de generación de bioenergía. A su vez estamos con un proceso de recolección de todos los aceites de uso comestibles, los que se usan en restaurantes y estaciones de servicio, y ese pasivo ambiental también lo transformamos en energía eléctrica.
-¿Qué presente y qué futuro ves para las energías renovables en Argentina a partir de lo que están haciendo y lo que han investigado?
-Cuando empezamos con esto, una de las grandes discusiones era energía o alimento. Creo que un poco la pandemia nos ha mostrado que podemos vivir con mucho menos de todo. Y creo que las energías renovables deberían ser nuestra segunda gran discusión de manera real y en serio a nivel mundial. Me parece que hoy, a los gobernantes, debemos exigirle que discutan esto y tomen decisiones, porque en pandemia vimos cómo, al reducirse la circulación también se vio beneficiada la capa de ozono. Entonces, me parece que lo que es biocombustibles y bioenergías tienen todo un mundo por delante.
-¿Qué ves?
-Mirá. Nosotros empezamos con silo de maíz, o sea, consumiendo maíz para generar energía eléctrica y hoy utilizamos un subproducto de la planta de etanol y estiércol. O sea, ni siquiera seguimos usando silo de maíz. Y desde que arrancó BioEléctrica que fue la primera planta en conectarse en el Renovar I, han pasado pocos años. ¿Qué quiero decir? Que la discusión, alimento o energía no existe porque tarde o temprano el etanol tampoco lo vamos a hacer de maíz, lo haremos de otros productos o subproductos. Pero es la industria la que va generando sus nuevos escenarios. Entonces, me parece que más que discutir tenemos que dilucidar qué mundo queremos y bajo qué fuentes lo queremos, porque Argentina tiene un potencial enorme para hacer eso, enorme. Y los productores agropecuarios ni te digo
-Además de todo, sos una parte importante de la Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de la Argentina (FADA). ¿Qué aporte destacarías de lo que hace FADA de contar qué es el sector agropecuario, agroindustrial o los agronegocios y ese guiño que proponen a la comunidad que no es del palo?
-FADA surgió de las retenciones de 2008, de haber estado en las rutas, y es un orgullo para nosotros. Mientras estábamos en las rutas pensábamos que teníamos que dar un paso cualitativo hacia la propuesta. Si no estamos siempre del mismo lado, no desde el lado de la protesta. Surgió entonces para generar políticas públicas a partir de lo que necesitaba el sector agropecuario, pero también lo que necesitaba el campo lo empezamos a sociabilizar más. ¿Qué puede hacer el productor agropecuario por la sociedad? Todos pensamos en una sociedad más ecuánime y distributiva. Eso me parece que es así. Lo que no podíamos creer es que nos pusiéramos de acuerdo más allá de los sectores y más allá de los partidos.
-Todo esto que decís tiene que ver con algo que a mí siempre me interesa mucho, como egresado de la carrera de Ciencias de la Comunicación, como comunicador, que tiene que ver con la visión que tiene la sociedad del sector y cómo el campo cuenta lo que hace. ¿Por donde crees que pasa la cosa? ¿Qué cosas hicieron mal? ¿Cómo se puede cambiar?
-Mirá, como autocrítica te diría, tal vez hasta como ciudadano ¿hasta donde hemos participado? O sea, nosotros siempre hemos pensado que nosotros nacimos para levantarnos a las 5 de la mañana con la helada, mostrar eso, que mientras otros van en el verano a las playas, nosotros estamos arriba de las cosechadoras. Que es cierto y es real. Y va a seguir siendo así gracias a Dios. Y además nos divierte y nos gusta. Pero lo hemos contado siempre mucho desde el sufrimiento, en vez de contarlo desde el orgullo, la diversión y lo que nos enriquece como persona, trabajar en el campo relacionado a la naturaleza y apoyarla. Entonces en los pueblos hemos generado mucho esto de que “se quejan por mucha agua, se quejan por poca agua, se quejan de las políticas…”
-Si, claro… siempre la queja…
-Entonces me parece, aunque en muchos casos lo hemos revertido, no hemos mirado al otro, nos hemos enfocado en lo que hacemos, hemos sido buenos de la tranquera para adentro. Y hoy también hay un tema de fundamentalismo, que es el enorme error de las discusiones. Y esto te lo digo con una hija ambientalista y vegana. Yo el asado no lo abandono ni lo voy a abandonar nunca, pero me llevó un montón de tiempo darme cuenta de que cada vez que ella venía a visitarnos no tenía que hacer asado para ella. Pero en esa discusión linda que tengo con ella, lo que le pido es que no sea fundamentalista, que le ponga criterio a las cosas.
Hace tres años y medio le ofrecieron a Di Bella armar una Secretaría de Desarrollo Económico Comercial, Industrial e Innoovación en el municipio de Río Cuarto. “Lo charlamos dentro del directorio y nos pareció que era la forma de aprovechar nuestro conocimiento y nuestros contactos con las empresas locales y generar una nueva impronta de participación”, contó.
La armaron. Sumaron otros privados y hoy, según cuenta el propio Di Bella, es una “Secretaría joven, con muchos chicos recién recibidos, con mucha impronta en AgTech que ha tenido hitos como la reformulación del a promoción industrial, donde le dimos otra mirada a la industria, no sólo la tradicional sino las que se están desarrollando hoy a pasos agigantados”. Hoy Río Cuarto, según Di Bella, tiene la mayor densidad de startups por habitantes del país y están trabajando para que la ciudad sea capital del desarrollo AgTech.
-Te saco de este tema y te propongo un pin-pong, otro camino: ¿Qué crees que hubieses hecho si no te hubiese dedicado al campo?
-Y la verdad no me lo puse a pensar nunca. Siempre tuve claro que iba a ser algo relacionado con la naturaleza. Y ahora que me lo preguntás te podría decir que guardaparque me hubiese encantado.
-Y cuando miras para adelante hace futuro diez 15 años. ¿Que qué te gustaría hacer?
-Mira, en 15 años estaré cerca de los 70. Me veo trabajando… te digo, me veo haciendo cosas casi hasta el día que me muera. Disfrutando mucho más de las cosas que me gustan. Como uno de mis hobbies, la pesca, que es algo que me desconecta. Pudiendo acompañar más a mis hijos que obviamente en este derrotero uno va y viene y descuida algunas cosas. Y me veo haciendo cosas por la sociedad, devolviéndole algo de todo lo que me dio.
-¿Y qué querés que piensen tus hijos?
-Y lo que quiero que mis hijos piensen el día de mañana es que lo di todo para dejarles un mundo mejor, un país mejor. Que este no es el país que yo les quiero dejar. Eso lo tengo claro ni con las autoridades políticas ni por sus condiciones sociales.
-¿Qué tema musical te gustaría dejar para cerrar la nota?
-A mí me encanta todo tipo de música, escucho de todo y con mis hijos te imaginas que se suben al auto y ponen lo que quieren. Pero si tengo que elegir, me encantaba la madrugada ir escuchando Larralde en la ruta. Ahora te puedo decir que me gusta mucho Jimmy Sax, el tema “No man, No cry”, Me gusta mucho el saxo, y el lo toca como un genio.