Uno no sabe nunca en qué situaciones lo coloca la vida. Seguramente el cabañero Leonardo González Kees, que pasaba sus días entre caballos y bovinos, jamás se imaginó que iba a terminar siendo uno de los líderes de una rebelión fiscal inédita en el agro argentino. Desde febrero pasado, los productores de Villa Saralegui, una pequeña localidad del departamento San Cristóbal, en el centro de Santa Fe, se niegan a pagar la tasa vial establecida por un jefe comunal que además está denunciado por abuso de autoridad, malversación de fondos y enriquecimiento ilícito.
Pueblo chico, infierno grande. Eso dice el saber popular. Pero más grande que el infierno resulta ser el Salón de Usos Múltiples (SUM) que Walter Sola, el político y funcionario cuestionado por los productores, hizo construir frente la plaza central de un pueblo de casas bajas muy humildes, donde nada sobra y donde faltarían vecinos para llenar esa enorme construcción. Bichos de Campo recorrió la zona y notó de entrada la desmesura. El enorme salón se llama “Delcio Arnoldo Sola”, en honor al padre del jefe comunal. En rededor, las carencias son notables. En la comisaría hay dos patrullas rurales destrozadas.
Grande fue también la golpiza que el jefe comunal y su hijo propinaron a González Kees en octubre de 2022, cuando a éste se le ocurrió ir a reprochar al funcionario por ciertas medidas que tenían que ver con el acceso a su establecimiento, la cabaña Los Retoños, pegada al pueblo vía de por medio, fundada hace varias décadas por el padre y el tío del productor.
Más grande todavía, de nuevo desmesurado, fue el aumento que el propio Sola aplicó a la tasa vial, que como su nombre lo indica no es un impuesto sino que debe ser una “contraprestación” por un servicio que debe recibir la sociedad de sus administradores, en este caso el cuidado de los caminos rurales. No hay muchos por la zona, pero la ruta de tierra que viene de San Justo luce bastante mal mantenida y en estado similar están los caminos laterales.
Eso sucedió en febrero pasado. El administrador público de Villa Saralegui, como la plata no le alcanzaba, decidió aplicar un aumento que llevó esta tasa vial hasta casi el equivalente a unos 8 litros de gasoil por hectárea, más del doble de lo que venía cobrando, o cuatro veces lo que se cobra en otras comunas de la provincia. Las ventajas de los políticos otra vez quedaron a la vista: en Santa Fe no hay reglas que les pongan un límite y los caudillos de pueblo -pese a recibir además una tajada de la coparticipación provincial- pueden mover esa tasa como les venga en gana. Y no dar explicaciones.
Fue esta última decisión, según relata ahora el ganadero a Bichos de Campo, la que desencadenó este suerte de sublevación fiscal entre los productores agropecuarios de la comuna, que ya llevan más de seis meses -desde febrero- sin pagar la tasa vial desmesurada que les impuso el jefe comunal, que viene en el cargo desde 2013 y a pesar de este polémica pública volvió a ganar las últimas elecciones, aunque esta vez con oposición y por unos pocos votos.
González Kees, que ya está jugado porque la historia lo colocó como uno de los líderes de esta revuelta, está seguro de que Sola continúa ganando gracias a varias decenas de votos de personas que no viven en Villa Saralegui, sino que provienen de San Justo, ubicada a unos 40 kilómetros. El propio jefe comunal también vive allá, en la ciudad, lejos del pueblo que le toca dirigir, lejos de sus vecinos y de sus caminos. También en San Justo surgen datos de los múltiples emprendimientos y propiedades que ha adquirido su familia.
Mirá la entrevista a Leonardo González Kees:
“Para ponerlo en contexto, este rebelión fiscal comenzó allá por 2022, donde hubo una primera suba de de la tasa vial, que no es un impuesto, sino que -claramente se establece en toda la legislación y en la jurisprudencia- es la contraprestación de un servicio. Es una tasa para la conservación y mantenimiento de los caminos rurales, que en este caso son 130 kilómetros. Este es distrito de 109.000 hectáreas. Es mucha esa superficie en relación a los caminos que se deben atender”, contextualizó el productor, cuyo caso está siendo observado atentamente por todo el ruralismo santafesino, ya que en todo el territorio provincial la desmesura -más o menos- es un rasgo dominante de la política.
González Kees es quien ganó más fama, por la golpiza que recibió (y que fue denunciada en Buenos Aires por uno de sus familiares con buena llegada a los medios, el diputado nacional y economista José Luis Espert) y porque perdió el miedo. Pero él nos aclara que son muchos los productores los que están en rebeldía, y que los hay de todo tipo y tamaño.
-¿Cómo se establece el monto de las tasas?
-La tasa es por hectárea. Es la superficie que cada productor o empresa tenga por los litros de gasoil que cada comuna en la provincia de Santa Fe puede fijar arbitrariamente. Cuando este señor (por Sola) asume en 2013 eran 2 litros por hectárea, en seis cuotas. Él ingresa y ahí de entrada cortó cualquier tipo de diálogo, y la fijó en 5 litros. Hubo toda una negociación y llegamos a 3,61 litros. Todo fue documentado, con abogados que nos representaron. Eso se pagó tranquilamente hasta 2021.
El productor rebelde dice que no hubo colisión hasta ese momento, aunque ya entre los productores comenzaron a circular primero rumores y luego noticias concretas sobre un presunto enriquecimiento meteórico del Clan Sola, cuyas principales cabezas son el jefe comunal y su hijo Nicolás. Hasta que en 2022 todo degenera en un nuevo conflicto cuando la comuna aplica un nuevo incremento. “La primera cuota que era la de febrero de 2023 medida tenía un 400% de aumento”, recuerda el productor. En la misma resolución se establecía que el monto ya no sería determinado en litros de gasoil sino directamente en dinero. El equivalente del monto definido en la ordenanza de diciembre pasado equivalía en ese momento a 8 litros del combustible.
“La unión de los productores nos permitió, cuando vino ese aumento, el 22 de febrero en una asamblea en la Sociedad Rural de San Justo desbordada de gente, llamar públicamente a la rebelión fiscal de Villa Saralegui. Y ahí aparecieron todo tipo de comunas acompañando, porque los productores estaban con el misma problema”, relata González Kees. Que explica: “Tuvimos que recurrir a esto porque en 2022 donde agotamos todas las instancias administrativas, legales y judiciales”.
Adicionalmente a la rebelión que ya lleva varios meses, el clan familiar Sola comenzó a registrar diversos inconvenientes públicos para mantener sus cuentas en orden. Pueblo chico, infierno grande. Todo en este tipo de lugares finalmente se sabe. De allí que en paralelo a la pelea por la tasa vial los productores hayan impulsado una denuncia en el fuero penal, pidiendo que los fiscales que actúen. “La investigación judicial por enriquecimiento ilícito y malversación de fondos, donde hay un equipo de abogados, ha encontrado todo tipo de bienes que serían de este grupo”, relató el ganadero.
-¿La sospecha cuál es? ¿Que este clan familiar finalmente desviaba parte de la recaudación por la tasa vial hacia sus propios negocios?
-Por supuesto que, como dicen, las cosas hay que probarlas aunque sea vox pópuli en el pueblo. Yo te puedo contar cuando la ambulancia del pueblo no anduvo durante dos años y nos pedían a nosotros que lleváramos un enfermo a la ciudad en las camionetas. La corrupción mata. Aquí había un vecino, al que le picó una abeja un domingo como hoy. Y llegó al dispensario, pero no había decadrón. No llegó a San Justo y se murió. Entonces yo entiendo que no haya decadrón en un dispensario es por una mala administración, porque los recursos no están llegando donde deberían llegar, que es en salud, educación, seguridad.
-¿Y cómo se está financiando la comuna a partir de que dejaron de pagar la tasa?
–Está claro que con los aportes de la provincia, con la coparticipación, puede hacer lo que tiene que hacer. Podría estar mejor. De parte nuestra que se entienda que estamos dispuestos y vamos a pagar como veníamos pagando antes. Pero ya durante el 2022 se pidió informe la comuna. En Santa Fe las comunas se encuentran obligadas a rendir cuentas, tienen que presentar balances. No lo decimos nosotros, los productores de este distrito, sino que está escrito. Deben presentar balances.
-¿Y cuál es la solución? ¿Cómo se sale de este conflicto?
–Nuestra aspiración es, porque todavía tenemos una esperanza, que la gente despierte. Y después los tiempos de la justicia son otros a los nuestros- se ilusiona González Kees, que también mantiene la ilusión de una intervención por parte del nuevo gobierno provincial que sea elegido en las próximas elecciones. El aspirante con mayores chances, el radical Maxi Pullaro, ya está al tanto de todo lo que sucede.
-Debe haber un montón de productores que tienen el mismo problema, pero deben pensar que se van a meter en un quilombo si protestas. A Vos te fajaron. ¿Vale la pena dar esta pelea?
–Yo creo que sí. La prueba está que hay productores que se comunicaron de distintos lugares. Yo tengo 48 años, no tengo nada que ocultar. Mi abuelo vino de España prácticamente sin nada. Se casa, tiene sus hijos, una familia de trabajo, los González Kees. Mi tío, el “Nene”, era una persona honorable. Como mi padre, que hoy tiene 86 años. Me toca a mí estar acá en Los Retoños. Lo más fácil es esconderse, ¿no? Mirar para otro lado. Tiene que haber otra Argentina posible, donde estos tipos no sean los que estén en una comuna o en una gobernación.