Mucho se habla últimamente de la pérdida paulatina de la calidad de la soja en la Argentina: como en el caso del trigo, también las variedades actuales de la oleaginosa han privilegiado el rendimiento productivo en detrimento de otras variables, en especial el contenido de proteínas. Los especialistas de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), Julio Calzada y Blas Rozadilla, se propusieron calcular cuánto dinero le sale al complejo aceitero esa baja de la calidad y llegaron que en la campaña 2016/17, la última “normal” en materia climática, la cifra llegó a la friolera de 400 millones de dólares.
“Nuestras estimaciones muestran la existencia de un costo extra de alrededor de US$ 400 millones para el complejo oleaginoso nacional, debido a la consecuente y persistente caída en la calidad proteica de la harina de soja, principal producto de exportación de la República Argentina”, es la conclusión de un trabajo publicado por la BCR.
Primero a lo primero: del proceso de molienda de soja utilizado pro las grandes industrias aceiteras salen dos derivados: el aceite y la harina proteica, que luego se pelletiza. En los últimos veinte años, los promedios fueron de 22,9% para el óleo de soja y de 38,2% para la proteína, con una suma del 61,1% de aprovechamiento.
Varios trabajos, entre ellos uno del INTA publicado en mayo de 2018 y otro de la Cámara Arbitral de la BCR de julio (sobre 570 muestras llegadas al laboratorio por un total de 17.000 toneladas de poroto de soja de la campaña 2017/2018, verificó un nivel promedio del 36,1% de proteína, con mínimos de 32,9% y máximos de 41,6%), confirman esta tendencia a la caída de los valores proteicos.
“Este problema de la proteína en la composición del grano deviene en crecientes esfuerzos por parte del complejo de crushing nacional para lograr una harina de soja que cumpla con los estándares de comercialización internacionales, situados en un 47-49% de tenor proteico”, advierten los expertos de la BCR. Las fábricas, cuentas, deben esforzarse mucho más “para evitar el incumplimiento de las condiciones internacionales de comercialización de harina de soja”.
Según el informe de la BCR, este mayor esfuerzo por parte de las aceiteras para hacer un producto que no reciba penalizaciones conlleva una serie de tareas, que a la vez implican costos extras e ingresos reducidos:
- Mayores costos energéticos por elevar el nivel de proteína de la harina de soja mediante un proceso adicional de secado;
- Menores ingresos por la pérdida de volumen de harina de soja al disminuir la humedad y realizar el secado;
- Reducción de ingresos por descuentos comerciales aplicados en la venta al exterior de harina argentina con menor calidad que la exigida según estándares internacionales y que la ofrecida por otros competidores (Brasil, Paraguay y USA).”
La Argentina, a través de la intervención de la Cámara de la Industria Aceitera (CIARA-CEC) y en consenso con todas sus empresas, ha definido un standard mínimo de comercialización internacional del 46,5%. Por eso las industriales locales deben realizar un proceso de secado adicional para llegar al 46,5%, lo cual provoca una pérdida de peso en la harina que se obtiene.
“Si se supone que se parte de un grano de soja con insuficiencia de proteína, cuya harina necesitará un proceso de secado adicional, se estima que una planta de crushing modelo situada en el Gran Rosario (la cual utiliza tecnología de punta), consumirá alrededor de un 5% más de gas y un 4% más de energía eléctrica por tonelada de grano procesado para obtener una harina con proteína del 46,5%”, hicieron cuenta los expertos.
En este sentido, se calcula que el costo adicional por tonelada de poroto procesada llega a 0,23-0,30 dólares por toneladas para el caso del gas, y de 0,20 dólares por tonelada para la energía eléctrica. “Esto es, un efecto incremental total de US$ 0,50/t de soja en los costos operativos para obtener harina con la calidad requerida internacionalmente”, se precisó.
Luego, “extrapolando la información de la planta de crushing modelo a toda la industria, se estima que para incrementar el porcentaje de proteína en la harina de soja mediante el proceso de secado adicional se podría haber asignado –en la campaña 2016/2017- recursos adicionales por 18,5 millones de dólares por una mayor utilización de gas y energía eléctrica”.
Como ya se dijo, el secado adicional provoca una reducción de los volúmenes de harina obtenidos por la industria. Esta es la causa de un incremento gerométrico de las pérdidas. Diversos trabajos calcularon la pérdida diferencial de 3,07% sobre el total de poroto de soja molido o a moler. Si se considera un precio FOB argentino actual de 338,80 dólares para la harina de soja, este proceso adicional de secado “habría implicado en la campaña 2016/2017 una caída en la facturación de la industria oleaginosa argentina de casi 385 millones de dólares, debido a la reducción del volumen de harina obtenido, medido en toneladas”.
Finalmente, suponiendo que toda la harina de soja industrializada por Argentina en el período 2016/2017 se comercializó con un porcentaje del 46,5% de proteína, mientras que Brasil y Paraguay ofrecieron un 48% y Estados Unidos un 47,5%, el trabajo de la BCR consideró “un descuento global del 0,5% para la mercadería argentina sobre el valor FOB de sus exportaciones”, como penalización por calidad.
“En dichas condiciones, y de manera aproximada, las deducciones comerciales totales que penalizarían a la exportación de harina de soja argentina procesada durante el período 2016/2017 ascenderían aproximadamente a 43 millones de dólares”, estimaron los analistas rosarinos.