Lejos de acompañar el desarrollo de la región y de reforzar la apuesta por los biocombustibles, Argentina pareciera desandar su camino y retroceder algunos escalones. Mientras Brasil y Estados Unidos se posicionan dentro del podio de los principales países productores de estos combustibles fabricados a partir de biomasa, y consolidan su reconversión hacia energías más limpias, en la Argentina el porcentaje obligatorio de cortes para los combustibles fósiles no llega, en algunos casos, al mínimo fijado por ley.
Para entender el escenario, es conveniente realizar una distinción entre la situación relativa al bioetanol y lo que ocurre con el biodiésel. En el primer caso, luego del vencimiento de la Ley Nº 26.093 y de la posterior aprobación de su continuadora, la Ley Nº 27.640, que fija el marco regulatorio de los biocombustibles, el corte del bioetanol en las naftas se mantuvo en el 12%.
Según el texto de la ley, ese porcentaje de bioetanol debe procurar ser conformado en partes iguales por el combustible elaborado a base de caña de azúcar y de maíz. Pero la sequía afectó de forma considerable a la zafra cañera y la oferta de bioetanol de ese origen se volvió estrecho.
“Eso llevó a que no se cumpla con el 6% de contenido de bioetanol de caña en las naftas y una parte de eso lo cubre el bioetanol de maíz. Aún así, en general se está cerca del cumplimiento del 12%”, explicó a Bichos de Campo Claudio Molina, director de la Asociación Argentina de Biocombustibles.
Y en 2022, pese a las dilaciones que impone la política de combustibles del gobierno nacional, la industria del bioetanol de maíz nacional batió récords al producir un 32% más que en ciclo anterior. Aún así, el uso del maíz en esa industria sigue siendo muy limitado si se lo compara con Estados Unidos, que llega a emplear el 35% de la producción de ese grano con ese objetivo. Brasil, por su parte, absorbió el 9,3% del grano disponible para elaborar el combustible.
¿Cómo es el corte de bioetanol en esos países? En Estados Unidos, el mandato de corte de naftas se encuentra en el 10%, aunque las políticas llevadas adelante por los diferentes Estados ha llevado a que el corte efectivo se ubique entre el 20% y el 30%, dependiendo de cada jurisdicción. En Brasil, la actual legislación dejó el corte de bioetanol entre el 18% y el 27%, aunque desde 2006 no cae del 20%.
En el caso del biodiesel -fabricado a partir de aceite de soja- la situación local es bastante más compleja, ya que la Ley Nº 27.640, lejos de mantener o aumentar el porcentaje de corte de la normativa anterior, redujo la mezcla mínima obligatoria de biodiésel con gasoil.
“El corte teórico se bajó del 10% al 5%. Y hablo de corte teórico porque en la práctica, desde que asumió Alberto Fernández, el cumplimiento nunca se ha dado en materia de biodiésel. Hubo meses de 0% de corte y la Secretaría de Energía no aplica las multas que debería aplicar. Este año el corte efectivo está en torno al 4,7%”, alertó Molina.
Ese porcentaje se modificó el año pasado, ante la escasez de gasoil, mediante la resolución 438/2022, que llevó el corte mínimo del 5,0% al 7,5%, número abastecido por las Pymes elaboradoras de biodiésel y las empresas grandes no integradas, que reciben un cupo mensual para proveer al mercado local exclusivamente.
“Pero entre el 16 de junio de 2022 y el 16 de octubre de 2022 rigió lo que se conoce como COTAB, Corte Obligatorio Transitorio de Biodiésel, de un 5% adicional provisto por cualquier compañía. Esto abrió las puertas para que los exportadores, que no tenían cupo, puedan proveer al mercado interno. Sin embargo no se cumplió: se llegó en el mejor de los casos a un corte total del 10% en alguno de esos meses y no al 12,5%, que era la obligación”, indicó el especialista.
“Cuando venció el COTAB, quedó el corte en el 7,5% como teoría, porque en la práctica se está llegando a no más de un 4,7% de contenido de biodiésel promedio en el gasoil. Las refinerías de petróleo resisten al biodiésel, no así al bioetanol, al que ven con muy buenos ojos dado el alto octanaje que le aporta a las naftas”, concluyó Molina.