Estas crónicas sobre la producción agrícola en la Argentina esta campaña de intensa sequía ya no conserva la ilusión de un rebote o un error salvador. Desde hace varias semanas que las estimaciones de producción vienen en caída libre y sin red de contención. Lo que se discute es a qué distancia queda el piso.
La Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) difundió en las últimas horas su estimación mensual correspondiente a abril. Allí aplicó un nuevo recorte de las expectativas respecto de su informe de marzo pasado, recortando la producción de soja en 4 millones de toneladas, para ubicarla en solo 23 millones de toneladas.
“Se ha perdido el 53% de lo que se esperaba producir a principios de campaña”, resumió el informe, que arriba a esta cifra catastrófica en soja estableciendo que en la campaña 2022/23 se sembraron 16 millones de toneladas pero se perdieron directamente 3,6 millones. Como en el resto el rendimiento promedio se calcula en 18,6 quintales, la producción resultante quedaría en 23 millones de toneladas.
En el caso del maíz, la estimación de la BCR se redujo de 35 millones de toneladas del anterior pronóstico a solo 32 millones. “La ola de calor de marzo sobre el escenario de sequía deja los peores rindes nacionales de los últimos 15 ciclos agrícolas”, explica su informe.
“La novena ola de calor que comenzó en los últimos días de febrero y terminó el domingo 19 de marzo fue de por sí un evento climático catastrófico para la soja y el maíz 2022/23. Anteriormente, la campaña se estaba desarrollando sobre el peor escenario climático de al menos los últimos 60 años. Argentina venía sufriendo una sequía sin precedentes desde antes de la siembra. La ola de calor agravó los efectos del estrés termo hídrico llevándolos a un extremo que resulta inédito para el sector”, es la explicación más extensa.
En el caso del maíz, el recorte en la cosecha aplicado desde marzo a abril se lleva otras 3 millones de toneladas. Ahora se estima un volumen final de 32 millones de toneladas, un 40% menos de lo que se esperaba producir a principios de la campaña. El rinde estimado sería de solo 53,6 quintales por hectárea, el peor desde la anterior sequía de 2008/09.
Aquí la explicación es que “la región núcleo, centro de Buenos Aires y buena parte de Córdoba confirman una severa caída en las expectativas de los rindes de los maíces tardíos. En cambio, sureste de Buenos Aires, algunos sectores del Sudoeste cordobés junto a las provincias de San Luis y Santiago del Estero aún tienen buenas chances productivas y compensan parte de las fuertes caídas de rindes estimadas”.