Finalmente, luego de varias idas y vueltas, el ministro de Economía Sergio Massa anunció este jueves desde EE.UU. que planea implementar una suerte de “dólar agro”, que vendrían a ser un régimen cambiario especial no solamente para la soja, sino para un grupo más amplio de productos.
Pero claramente el grueso de la meta de tal política –cuyo único propósito es reforzar las virtualmente nulas reservas internacionales del Banco Central (BCRA)– reside en promover ventas masivas de soja.
Eso porque el “dólar soja” consiste en un mecanismo a través del cual los exportadores de poroto, harina y aceite de soja, además de biodiésel (que se elabora con aceite de soja), aceptan ingresar divisas al país a un tipo de cambio superior al oficial. En la primera y segunda edición del régimen el tipo de cambio especial fue de 200 (septiembre) y 230 (diciembre) pesos por dólar ingresado respectivamente.
Como ese régimen cambiario especial se implementa por un período limitado, se provoca entonces un aluvión de ventas de soja que deprime los precios en dólares de la soja en el mercado disponible, algo que, gracias a la “magia” del tipo de cambio especial (financiado con emisión monetario), terminan generando precios “inflados” en pesos.
En ese marco, las cotizaciones de los contratos futuros de Soja Rosario Abril y Mayo 2023 del Matba Rofex terminaron este jueves con un precio promedio ponderado de 360,0 y 368,5 u$s/tonelada, mientras que la posición Julio 2023 finalizó en 394,5 u$s/tonelada.
Tal como sucedió en las dos primeros edición del “dólar soja”, los valores de la soja durante el período de vigencia del régimen se van “acomodando” (licuando) con anticipación ante la expectativa generada por la sobreoferta que viene en camino.
La gran cuestión clave por resolver es el tipo de cambio especial por implementar en la tercera edición del “dólar soja”, dado que, con un desastre climático sin precedentes, los productores que tengan partidas de soja remanentes de la campaña 2021/22 no se desprenderán tan fácilmente de la mercadería.