Ya hemos contando la larga historia del semillero argentino Buck, ubicado cerca de Necochea, en el sur bonaerense, y responsable de grandes avances en la genética para el desarrollo del trigo en la Argentina. La empresa familiar ha cumplido recientemente 90 años, pero lo interesante de esta nota no es eso, sino saber que se nutre de sangre nueva. Diana Martino, una joven agrónoma recibida en la universidad pública de Mar del Plata, es una de las fitomejoradoras que está tomando esa posta.
Martino nos recibe cerca de las parcelas de ensayos que tiene Buck en su sede central, un campo con un viejo casco de estancia sobre la ruta obre la ruta 86, todavía en el partido de Necochea pero llegando a La Dulce. Está contenta porque esos lotes se pudieron regar en un año de extrema sequía. Así cada variedad de trigo o cebada pudo expresar lo mejor de si, su potencial, que es lo que busca esta investigadora.
Se presenta Diana: “Hice agronomía en la Universidad Nacional de Mar del Plata, en la Unidad Integrada Balcarce. Soy de Balcarce, así que estudié en el mismo lugar donde nací. Después, cuando estaba por terminar la facultad, hice una pasantía acá en el criadero Buck de dos o tres meses nada más. Y bueno, quedé en contacto con ellos. Al año siguiente yo empezaba un doctorado con Pablo Abbate (experto del INTA en trigo) con una beca del Conicet, y ellos ya estaban buscando breeder. Me postulé a esa posición y bueno empecé a trabajar acá”.
“Trabajando acá” significa tomar la posta de casi un siglo de mejoramiento genético en trigo en el sur bonaerense, la zona mas fuerte para ese cultivo. José Buck, el alemán que fundó esta empresa, llegó a la Argentina luego de la primera guerra mundial, y es sinónimo de trigo en el país junto a otro compatriota suyo llamado Enrique Klein.
-¿Cómo se traduce la palabra breeder?
-Nosotros somos los generadores de las variedades. Un breeder es un poco fisiólogo, un poco patólogo, un poco climatólogo. Un poco de todo eso y no es nada a la vez. No somos especialistas en cada una de esas áreas, pero sí tenemos que tener un conocimiento de todo eso y también de mercados, de lo que va a querer el mercado, porque los cruzamiento que planificamos hoy, son las variedades que van a estar en el mercado dentro de los próximos diez años. Entonces tenemos que tener una visión de futuro.
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A modo de ejemplo de su tarea, Martino relató que al ser esta campaña 2022/23 una de gran sequía, los mejoradores ya están pensando en cuáles variedades ofrecen mayor resistencia o se adapta mejor a un clima seco. “Así funciona la cosa”, resume.
Los rasgos buscados por este tipo de investigadores, queda claro, van mutando. Por ejemplo, a principios del milenio, irrumpió en la Argentina la genética francesa, que aseguraba altos rendimientos. “Estuvimos por muchos años buscando potenciales de rinde. Después empezamos a tener problemas de roya amarilla. Bueno, siempre hay un problema que resolver”, contó Diana.
“Ahora yo creo que el nuevo desafío de los mejoradores, en estos momentos, es empezar a buscar más estabilidad y más resiliencia de los cultivos ante las condiciones climáticas cada vez más extremas que estamos teniendo”, define la investigadora de Buck sobre su hoja de ruta. Amplía que lo que más se busca en Buck es una mayor tolerancia al calor, porque ven que todos los años los cultivos preparados para climas templados como los de Argentina tropiezan con medio o un grado más de temperatura.
Las herramientas para investigar, por suerte para Diana, han mejorado muchísimo desde los tiempos en que el viejo José hacía esta misma tarea, unos 90 años atrás. “El proceso en sí no cambia. Siempre se parte de un cruzamiento entre dos padres destacados. Lo que sí ha cambiado es que antes -sí o sí- a partir de un cruzamiento necesitábamos seis años para que la línea se estabilice. Seis años de sembrar, seleccionar, cosechar al otro año, volver a sembrar esos hijos. Seis años se tardaba en estabilizar la línea, después entre tres y cuatro para hacer ensayos comparativos de rendimiento”, contó la experta.
Y cerró la idea: “Lo que ha cambiado ahora es que tenemos más herramientas para esos procesos de estabilización de líneas. Nosotros estamos usando una cámara de crecimiento y, mediante condiciones totalmente controladas y artificiales, logramos que el cultivo de trigo cumpla el ciclo en dos meses. Es decir, sembramos y en dos meses tenemos una espiga con grano que se puede cosechar y se puede volver a sembrar”.
-Es todo mucho más vertiginoso.
-Muy vertiginoso y todo en condiciones controladas con el advenimiento de las luces LED. Esto nos permite tener plantas bastante normales en una condición muy anormal. Yo estoy cultivando totalmente de manera artificial. Con el desarrollo de nuevas tecnologías aplicadas al agro, estas cosas son posibles.
Martino añadió que en Buck, en medio del campo, “también estamos usando marcadores moleculares” y celebra que #todo lo que son las biotecnologías están bajando su precio para poder utilizarlas por programas que no tienen laboratorio propio, como es el caso nuestro”.
“Yo creo que el mejorado siempre va a ser necesario, pero tenemos estas ayudas que las estamos aprovechando”, se ataja la joven breeder. Luego explicará que “Es un trabajo, por más de que le pongamos mucha tecnologías, que sigue siendo muy artesanal y creo que lo va a seguir siendo así. El mejoramiento en general es una tarea que necesite del ojo de la persona”.
Martino parece feliz de estar trabajando en esta semillera nacional y familiar de larga tradición. “Es una empresa que que tiene su base de germoplasma que proviene de los inicios del trigo en la Argentina”.
Pero destaca otra virtud en Buck. “Además tiene otra característica que es muy importante, que es que los mejoradores (que la antecedieron) han estado por mucho tiempo. Lisardo González, que es el director técnico del programa, ya cumplió 50 años trabajando como breeder. Entonces realmente conoce la genealogía de muchísimas variedades y tiene un montón de experiencia que me lo ha transmitido a mí y se lo va transmitiendo también a toda la gente con la cual trabaja. En un programa de mejoramiento es muy importante que la gente que trabaje conozca el germoplasma”.
-¿Y vos por qué te enganchaste con el mejoramiento de trigo? ¿Es un tema que te apasiona?
-Sí, es muy interesante, muy muy dinámico. Y bueno, tengo la suerte de estar con un equipo de trabajo que son apasionados por lo que hacen. Entonces eso se contagia tanto a mí como al resto de la gente en general.
-¿Y sentís que los productores valoran esta tarea?
-Por eso digo que la tarea del breeder es muy entretenida, porque es como que que tenemos que saber muchas cosas o tenemos muchos desafíos continuamente. Cada año es distinto. Por eso la verdad es que es una actividad muy linda.
No se contesta lo que opinan los productores…