El fondo estatal disponible para atender emergencias y desastres agropecuarios perdió un 99,5% de su valor desde que fue instaurado y, en los hechos, se encuentra formalmente desactivado.
En 2010, según lo dispuesto por la Ley Nº 26.509 de Emergencia Agropecuaria, se estableció un Fondo Nacional para la Mitigación de Emergencias y Desastres Agropecuarios (Foneda) por una suma de 500 millones de pesos.
Pero la norma en cuestión no estableció ningún mecanismo de actualización por inflación, de manera tal que, en términos reales, los recursos del Foneda fueron decreciendo año tras año hasta volverse insignificantes.
Los 500 millones de pesos, que en 2010 representaban 125,9 millones de dólares –una cifra, de todas maneras, exigua para atender la enorme extensión del territorio argentino–, actualmente representan menos de 2,5 millones de dólares al tipo de cambio oficial.
Considerando una cifra más cercana al valor real del peso argentino, como puede ser el “dólar contado con liquidación” (CCL), una cifra de 500 millones de pesos es equivalente actualmente a unos magros 1,3 millones de dólares.
La cifra luce ridícula si se tiene en cuenta que se trata del sector que aporta las divisas necesarias para que funcionen todos los demás sectores de la economía argentina.
Un gráfico brutal y definitivo para entender cómo la Argentina no puede existir sin el campo
Los recursos del Foneda, según lo dispuesto por la Ley Nº 26.509, deberían servir tanto para prevenir como mitigar los “daños causados por factores climáticos, meteorológicos, telúricos, biológicos o físicos que afecten significativamente la producción y/o la capacidad de producción agropecuaria, poniendo en riesgo de continuidad a las explotaciones familiares o empresariales, afectando directa o indirectamente a las comunidades rurales”.
La ironía es que, si bien los productores agropecuarios aportan todos los años miles de millones de dólares solamente en concepto de derechos de exportación, el programa de mitigación de riesgos se está financiando en la actualidad con recursos de un crédito internacional.
Desactivado de facto el Foneda, el programa que ocupa su lugar se denomina “Gestión Integral de los Riesgos en el Sistema Agroindustrial Rural” (Girsar), que cuenta con un crédito de 150 millones de dólares aportado por el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (BIRF).