Esta noticia que usted está leyendo lleva por título una pregunta, realizada por Bichos de Campo a uno de los grandes grupos de siembra de nuestro país, y además de ser respondida, merece ser explicada.
Lipsa es un gigante de la siembra de granos que realiza sus actividades en el norte del país, y trabaja sobre unas 90 mil hectáreas entre propias y alquiladas en plena transición entre NEA y NOA. EL 80% de esas hectáreas está en Santiago del Estero, y el resto en el sur de Chaco. Es ahí donde realizan la enorme producción de granos, particularmente soja y maíz, de acuerdo a su denominación sustentablemente, dado el significado de las siglas de su nombre: “Liderazgo en Producción con Sustentabilidad Agrícola”.
Entonces, volviendo a la pregunta del título, es necesario explicar la historia del gigante para entender su visión de la sustentabilidad. Todo comenzó como un proyecto familiar de la familia Moudjoukian, que hace 13 años decidió sembrar en Charata, Chaco. La familia se dedicaba a otros rubros, y de esa forma se constituyó la primera generación de sembradores. Desde ese momento comenzaron a hacer desarrollos para algunas multinacionales, ya que no podían competir contra empresas muy agresivas en arrendamientos de la región que acaparaban buena parte del territorio.
Fue así que sin patrimonio alquilaron algunas hectáreas para desarrollar la soja Intacta de Monsanto, y ese fue el puntapié que luego permitió abrir una línea de negocio sobre campos alquilados con un objetivo: Crecer en una zona donde tan fuertemente estaban creciendo los grandes. “La verdad que costó, pero luego de 5 o 6 años, con la retirada de algunos de esos grandes pooles, pudimos tener un lugar para crecer de forma firme”, cuenta uno de los miembros de la familia que está al mando de la empresa.
Una vez que el gigante empezaba a crecer, se tomó la decisión agronómica de hacer rotación de cultivos, llegando a establecer que el 50% de lo sembrado debería ser maíz. Esa decisión fue tomada ya que los suelos de la región eran muy buenos y fértiles, pero con poca cobertura, y había que hacer economía de agua con rastrojos para acumular agua, y de esa forma hacer que la soja –principal ingreso de Lipsa- respondiera cada vez mejor.
De acuerdo a lo que manifiestan desde la empresa, hoy en día, tienen un porcentaje superior en maíz que en soja. “Por ejemplo en esta campaña, destinamos un 58% del total al maíz. Esto se debe a las incorporaciones de campos que se suman todos los años. En el primer año de cada campo hacemos maíz para una buena cobertura, y luego entramos a hacer soja para renta”, declaran desde Lipsa.
Parte de esta visión está explicada por el momento en que comenzaron a desarrollarse, dado que en 2009 se dio en la región una sequía de magnitudes históricas, y en ese momento bisagra entraron a jugar: “Acá hay años de 600 a 1.200 milímetros de precipitaciones, concentrados en verano. Entonces había que hacer menos agresivas las bajas y subas de rendimientos, y la única forma fue con un esquema muy riguroso de rotación, no pensando en renta sino en rotación. Hay que hacerlo productivo en el tiempo”, comentan los sembradores.
En un principio, el planteo de la empresa consistía en buscar la rentabilidad basado en ese concepto, el de la rotación de los cultivos que darían sustento a la soja, el producto a realizar. Todo se pensaba desde la rentabilidad. Los pisos de rendimiento no se debían caer, ese fue el punto de partida. Con la evolución tecnológica –principalmente en semilla- los saltos fueron importantes y los llevó a pensar distinto, al punto que incorporaron aplicadores selectivos para el control de malezas que hicieron que los costos sean más efectivos. A partir ahí empezaron a aumentar los pisos de rendimiento de maíz a través de la fertilización, ya que el rastrojo que deja luego de la cosecha tiene mejores resultados a futuro.
“Si el rastrojo es pobre, la soja que viene arriba también es pobre. Empezamos a apuntar al manejo selectivo en malezas y hoy por hoy esa evolución hace que estemos hablando que el 84% de lo que tenemos sembrado sea certificado como sustentable tanto en soja como en maíz. Estamos trabajando en todo tipo de certificaciones para que el mercado nos busque, además de dar por comenzada la etapa de carbono neutro que hemos comenzado la campaña pasada, en la que tenemos 3 líneas de trabajo”, cuentan desde Lipsa, orgullosos de ese 84% certificado como sustentable, que representa 76 mil hectáreas, mientras esperan aumentar ese porcentaje al máximo posible en el corto plazo.
Muchas son las herramientas tecnológicas que destacan desde Lipsa como estandartes de este cambio de paradigma productivo, pero desde el seno de la familia Moudjoukian resaltan a ucrop.it como una de las necesarias: “Rompimos el hielo hace dos años con ucrop.it, ya que agiliza las certificaciones que son un dolor de cabeza burocrático, a la vez que acerca las puntas cliente-proveedor para que el mercado pague lo que tiene que pagar. De esta forma tenemos más cerca a los proveedores que pagan lo que hacés. Esto agiliza mucho el proceso, y valen la pena hoy esas certificaciones para conseguir plus de precios”.
Interesante el tema de la certificación de la producción sostenible, orientado ha acercar a productores y consumidores. Aquí en Bolivia también está afectando la sequía en partes y en otras no hay problemas. Cuando veo sus tierras agrícolas y la sequía realmente es alarmante, pero también veo que son extensos monocultivos herbáceos, sin cortinas forestales de protección. El cambio climático obliga cambiar de actitud respecto al medio ambiente.