Durante los últimos meses Bichos de Campo viene ilustrando el impacto que tiene la sequía en la producción agropecuaria, tanto a niveles productivos como en la macroeconomía. No hay un registro amplio de productores que digan que la están pasando bien, y evidencia de esto son los aspectos sanitarios de los cultivos, ya que en los espacios técnicos de debate, una de las frases más escuchada es: “No hay receta agronómica para sobrellevar esta sequía”.
En este sentido, la agricultura está siendo afectada particularmente por la falta de lluvias, de modo que de acuerdo a estimaciones de la Bolsa de Comercio de Rosario, el costo de la sequía será –hasta ahora- de 10.425 millones de dólares para los productores de soja, trigo y maíz.
Bichos de Campo decidió indagar en el aspecto sanitario de los cultivos en este año desafiante, y días atrás publicamos una charla con Facundo Ferraguti, investigador del INTA Oliveros especializado en maíz, quien confirmaba que estamos tan secos que ni siquiera los gusanos se aparecen por el cultivo.
En el caso de la soja, el escenario es muy similar. “Estamos en línea con lo que pasa en maíz. Hasta ahora no vi prácticamente plagas. Hasta a las malezas les está costando crecer. Lo único que vi es algo de yuyo colorado, una planta que viene del desierto, por lo que está acostumbrada a la sequía, y aun así crece a tasas muy lentas, explicó Juan Enrico, coordinador de la Red de cultivares de soja del INTA Oliveros, al sur de Santa Fe.
Sobre estas fechas es cuando habitualmente comienzan a detectarse ataques de plagas en la soja, que debería estar en estado vegetativo, y no está. Particularmente un escarabajo que comúnmente se llama Vaquita Defoliadora (Megacelis), y no se están viendo: “Es raro que no esté el Megacelis. No vi ninguna. Si algo de Oruga Bolillera, pero muy poco” asegura Enrico, quien agrega: “Por el estrés hídrico que sufrieron los lotes que se pudieron sembrar en noviembre, tendríamos problemas de trips, arañuelas, y otros bichos. No solo no lo vi, sino que no lo escuché de colegas”.
Trazado el panorama sanitario, breve pero conciso, Enrico apunta ahora al desarrollo de la actual campaña, donde parece que no hay premios para quien hace las cosas bien. “Hay una situación que es muy particular de esta campaña, ya que estamos viendo si el lote va a sobrevivir o no. Hay muchos productores que tuvieron que resembrar, o esperan una lluvia para eso. Hoy por hoy se está hablando que muchos lotes de segunda acá cerca de Oliveros no van a ser sembrados. Hay una superficie muy grande de lotes de barbecho de trigo que apenas se ven implantados con soja. Estamos hablando de un año mucho más que particular”, analiza el especialista.
Incluso Enrico expone una realidad y metodología de siembra poco habitual en la producción agrícola, mucho menos en la zona núcleo, producto de la campaña adversa: Productores siembran en seco, con la tierra seca, esperando que las precipitaciones lleguen algún día: “Mucha gente se largó a sembrar en seco por primera vez en su vida, y cruzar los dedos para que alguna lluvia les permita el nacimiento. Escuché algunos casos exitosos, incluso hice un ensayo de esta forma. El cultivo arranca, pero el problema no es ese, sino los días posteriores”.
De esta forma se configura una postal casi desoladora en campos que tradicionalmente son los que mejores rendimientos proporcionan en cada campaña gruesa. Enrico la describe: “Aquel que pudo hacer un buen planteo y tuvo la suerte de algunas lluviecitas, incorporó. Esos lotes están, pero lo poco que hay no crece. No crece la soja, no crece el maíz, no crece la maleza. Aquella soja sembrada en noviembre está desplumada. Tiraron hojas, están con 3 o 4 hojitas en ápice y abajo están peladas. Es algo que yo no vi, quizá en alguna soja de segunda. En soja de primera, con barbecho, es la primera vez que lo veo. Es como un cultivo en maceta”.
De todas formas, Enrico guarda un espacio para el optimismo. Afirma que esas plantas chiquitas, desplumadas, pero que aún siguen en pie, pueden seguir: “Si cae un chaparrón puede continuar, aunque siempre hablando de una caída brutal del rendimiento. Eso amerita que no se le vaya a invertir en protección del cultivo, ya que no sabemos si va a continuar y dar algo”, se esperanza el especialista.
“Hice algunas siembras en noviembre de distintos grupos de madurez. Lo que vi hasta ahora es que los ciclos más largos del cultivo, aquellos que todavía no entraron en floración, tienen una chance si cambia el panorama climático. Eso es lo que se está viendo a campo. El panorama general es que enero va a ser un mes clave para la supervivencia de los cultivos. Como máximo, algunos pueden alcanzar un nivel de rendimiento discreto”, profundiza Enrico, quien no se muestra preocupado por la calidad del producto final, que a diferencia del maíz ya está encendiendo las alertas. Dice que le preocupa mucho más el mientras tanto, el día de hoy. El resultado ya se verá.