“Tenemos una Junta Nacional de Granos implícita con la sistematización del régimen del dólar soja”. Así lo definió Mauro Mazza, jefe de Análisis de Mercado del broker Bull Market, en referencia al “segunda vuelta” del tipo de cambio especial que alteró el sistema de formación de precios de la oleaginosa en el mercado interno argentino.
“En realidad el ‘dólar soja’ es mejor, para el gobierno, que una Junta Nacional de Granos, porque la gestión comercial y operativa de los embarques no está en manos del Estado, sino en las compañías exportadoras”, apuntó en diálogo con Bichos de Campo.
Mientras que en un mercado normal las decisiones de venta están influenciadas por múltiples variables –productivas, comerciales, financieras y demás–, en un mercado intervenido el factor preponderante pasa a ser la decisión de un burócrata estatal.
“En una Junta Agraria los stocks y el flujo de inventarios los define el gobierno y no el mercado. En el pasado, las Juntas de Granos aumentaban los precios en moneda local cuando los gobiernos necesitaban hacerse de divisas, creando un incentivo para que los productores vendan, y eso es precisamente lo que está ocurriendo actualmente”, explicó Mazza.
Mientras que en el pasado la Junta Nacional de Granos requería una gran estructura organizacional, la novedad es que, en el esquema instrumentado por el ministro de Economía Sergio Massa, lo único que se requiere es una simple resolución.
En los hechos, no es más que un asiento contable que confiere una mayor cantidad de pesos –creados de la “nada” por emisión monetaria– a un grupo de compañías exportadoras que aceptan adelantar el ingreso de divisas a cambio de limitar el período de venta con un tipo de cambio diferencial para así deprimir el valor interno de la oleaginosa.
“Por medio de una política cambiaria, instrumentada por tiempo limitado, logran modificar los incentivos de venta de granos por parte de los productores y eso es precisamente lo que hace una Junta Agraria”, resaltó el analista.
El problema de esta “Junta Nacional de Granos implícita” es que, como en toda intervención, se generan tantas distorsiones que luego, por efecto acumulativo, pueden terminar produciendo alteraciones que destruyan más riqueza de la que generan.
Aunque no lo veamos (aún) el “dólar soja” (recargado) ya está nuevamente entre nosotros