La libertad para negociar y establecer precios sin restricciones oficiales parece ser un gran negocio. Al menos eso es lo que muestran los números en Brasil.
La producción brasileña de trigo –que se encuentra en plena cosecha– sería de 9,36 millones de toneladas, una cifra superior a las 9,16 millones de toneladas previstas un mes atrás, según indicó hoy el organismo oficial Compañía Nacional de Abastecimiento (Conab).
¿Eso implica que Brasil va a comprar menos trigo a la Argentina, su principal proveedor del cereal? ¡No! Porque, tal como sucedió en el ciclo anterior, buena parte de la oferta se destinará al mercado internacional para aprovechar la “ventana comercial” disponible antes del ingreso al mercado mundial del trigo argentino y australiano.
Conab proyecta que en el ciclo comercial 2022/23 –que se extiende desde agosto de este año hasta julio de 2023– Brasil exportará al menos 2,50 millones de toneladas e importará 6,30 millones.
De esa manera, el crecimiento de la producción de trigo, además de consolidar el abastecimiento interno del cereal, contribuye a generar divisas para la economía del país.
La excelente performance del trigo brasileño es producto no sólo del hecho de que los productores reciben –sin interferencia estatal alguna– el precio “lleno” del cereal, sino también de un gobierno que hizo todo lo necesario para gestionar importaciones de fertilizantes en un contexto en el cual la disponibilidad de ese insumo se tornó limitada.
El crecimiento de la producción brasileña se dio como respuesta al notable aumento registrado por los precios internacionales del trigo luego de la invasión de Ucrania por parte de Rusia a fines de febrero pasado.