Cada vez con mayor frecuencia nos topamos con la premisa de que los bosques nativos deben ser protegidos como forma de conservar la flora y fauna autóctona que se encuentra dentro de ellos. Esto sin embargo no estaría en contra de su intervención, sino que por el contrario su cuidado debería contemplar tareas de mantenimiento. Eso es lo que busca demostrar el productor cordobés Marcos Bortayro, que diseñó un esquema para accionar sobre el bosque nativo con el objetivo de regenerarlo, preservarlo y aprovecharlo económicamente.
“Desde 2006 trabajo en un campo familiar con bosque nativo, que estuvo abandonado por 20 años. Tradicionalmente en espacios como este se hacen rolados o topados (en Córdoba las topadoras están prohibidas desde 2005 y el rolado requiere autorización) para pisar arbustivas y sembrar pasturas mega-térmicas resistentes para la ganadería silvopastoril. Empecé a abrir el monte y a hacer inversiones en alambrados y aguadas, siempre con la mente en la ganadería, pero la idea no me cerraba”, dijo a Bichos de Campo Bortayro.
El principal punto que al cordobés le generaba ruido era la cuestión de la rentabilidad de esa producción.
“Como licenciado en Administración hice el análisis financiero y recién en tres años podía recuperar la inversión puesta para arrancar esa actividad de cero. Empecé a investigar sobre la generación de biomasa y sus usos, y noté que ella me rendía 1.200 veces más que la ganadería. A raíz de eso, hace más de diez años que migré toda mi producción al manejo sustentable del bosque nativo y obtención de biomasa, dentro de un esquema de economía circular”, explicó el productor.
Así nació Ecocarbón, un proyecto que se basa en la realización de podas controladas en el bosque nativo para la producción de carbón vegetal, a partir de la materia seca obtenida.
“Yo no desmonto ni talo. Yo podo de la misma forma en que se realizan las podas urbanas. Lo que desarrollé es un aprovechamiento del recurso bosque para generar valor y a la vez protegerlo. Si talo un quebracho blanco tarda 130 años en crecer. Un algarrobo tarda 60 años en madurar. El chañar tarda 30. Todo es de lento crecimiento. En mi caso, sin embargo, cada diez años tengo una reactivación natural del bosque”, indicó Bortayro.
Es importante aclarar que este esquema fue previamente analizado y aprobado en 2016 por las autoridades de la Secretaria de Ambiente de la provincia. El mismo se realiza sobre una superficie de 1170 hectáreas, de las 4600 que tiene en total la estancia “El Rincón”, ubicada a 25 kilómetros de la reserva forestal del Chancani, en el departamento de Pocho.
Según el proyecto titulado “manejo forestal con ganadería integrada”, por año el productor puede realizar tareas de mantenimiento y poda en una superficie de entre 100 y 120 hectáreas, a las que les debe aplicar trazabilidad y no volver a tocar por un plazo de diez años. De esa forma el trabajo y la generación de biomasa es continua pero evitando un estrés en el ecosistema.
-¿Qué efecto positivo le trae la poda al bosque nativo?- le preguntamos a Bortayro.
-Yo trabajo junto a las Sociedades Rurales y a la Mesa de Bosques del Arco Noroeste de Córdoba, y hace 16 años tengo relación con la Secretaría de Ambiente provincial. Para todo lo que hago necesito autorización. Todo esto que desarrollé está siendo estudiando por ingenieros forestales y especialistas. Ya está comprobado, tanto del INTA como del Conicet, que al hacer un manejo sustentable del bosque vos lo activás. Podándolo, trabajándolo bien, potenciás lo que dejás porque equilibrás la competencia por el agua, la luz y los nutrientes. Saneas el monte. A partir de eso captura más carbono, libera más oxígeno y sin en ese material combustible seco podés morigerar el impacto de los incendios.
-¿Trabajas específicamente con el material seco?
-Trabajo con el material seco y con la poda induzco altura en los arboles, abro el monte y mejoro el manejo ganadero. Ingresa más radiación solar, crecen mejor las pasturas y de a poco la ganadería, que te daba 10 kilos por hectárea, te dará 25 y así. En vez de poner una vaca cada 10 o 15 hectáreas se podrá poner una cada 5. Es una combinación de toda la matriz productiva. Yo no pienso solo en el bosque desde lo económico sino en su resiliencia. Actualmente tengo un planteo silvopastoril tercerizado allí.
-¿La poda la podés realizar en cualquier momento del año?
-Yo trabajo cada diez años cada sector, pero todos los años trabajo uno nuevo. La poda o rolado se puede hacer en cualquier momento, sin embargo cuando se inicia por primera vez se recomienda hacerlo entre abril y diciembre. Es el seguimiento el que no tiene estacionalidad.
-La actividad entonces la podemos definir como mantenimiento de bosque nativo.
-Exactamente.
-¿Junto a quién estás poniendo este manejo bajo estudio?
-Junto al grupo Imbiv (Instituto Multidisciplinario de Biología Vegetal) del Conicet desde hace 12 años. Ellos cerraron cuatro parcelas y están haciendo un estudio intra zona (donde no hay ganadería, solo la fauna normal) y extra zona (aquella con ganado). Ellos van midiendo el suelo, el crecimiento, etc. La clasificación de los bosques se puede hacer en primario (sin intervención) y secundario (levemente intervenido), y está demostrado que ese último captura más carbono. Toma tiempo pero ya tengo un índice positivo. Llevo quince años en esto.
-¿Este sistema de podas ha generado algún impacto en la fauna del lugar?
-No porque, en el caso de las aves por ejemplo, no afecto la copa de los arboles. Yo podo hasta donde llega una motosierra, no más de dos metros. Una vaca tiene en promedio un metro cincuenta de altura y yo necesito que ella pueda pasar y circular por debajo de los arboles. Además así tiene más sombra. Los efectos positivos son muchos.
-¿Cómo llevas adelante la producción de carbón vegetal?
-Una vez que podo y junto la leña, la dejamos un tiempo para que elimine la humedad. Luego la coloco en unos hornos móviles para iniciar el carbonizado. En 24 horas la madera se quema, en 48 se enfría y en 72 ya está el carbón envasado en bolsas de papel listo para venderse. Esta producción no tiene estacionalidad y la capacidad que tenemos es de hasta 12.000 kilos por mes.
-A partir de esa biomasa se produciría la energía.
-Exacto. Ahora estamos apuntando hacer un aporte a la matriz energética a partir de la fabricación de chips y pellets que puedan ser aprovechados en plantas de biomasa. Ese es el siguiente paso. Córdoba tiene un potencial grandísimo para generar electricidad con biomasa. Ya existe en la provincia, por ejemplo, una planta que produce energía con cáscara de maní, es decir biomasa indirecta.
-¿Cuál es tu objetivo final con todo esto?
-Yo lo que quiero es que se conozca la posibilidad de hacer un aprovechamiento del bosque nativo bien manejado, con protocolos, y que eso puede conducir a un uso de biomasa para hacer energía eléctrica. Es en pos de la economía circular. Esta es una alternativa de producción que creo que ayudaría a cuidar el bosque, a mitigar incendios, sin romper la biodiversidad. Mi objetivo es ese: intervenir el bosque sin modificar la estructura del ambiente.