El productor y consultor Andrés Costamagna se puso al hombro el tema de la sustentabilidad (ellos le dicen sostenibilidad) dentro de la renovada Sociedad Rural Argentina (SRA). Apuntalado por el vicepresidente de la entidad, Marcos Pereda, días atrás convocó a una reunión muy concurrida entre organizaciones del agro y del ambientalismo, para ver si es posible construir una agenda común entre ambos sectores.
¿Será posible?
-Acaban de lanzar una propuesta muy ambiciosa con un montón de actores del sector ambientalista y del sector productivo proponiéndose si se pueden poner de acuerdo en una agenda común. Vos dijiste que veías posible llegar a transformar a la Argentina en una “potencia ambiental”.
-Cuando vos mirás los números duros, en el país tenemos casi una hectárea de reserva por cada hectárea agrícola. No hay tantos países que tengan esa relación. Hay 38 millones de hectáreas sembradas y 38 millones de hectáreas protegidas, sin tener en cuenta los últimos parques nacionales que se han creado.
-¿Y en serio no hay países que conserven esa relación?
-No, no hay tanto país que conserve esa relación. El ambientalismo te propone que llevés todas las reservas al 30% del territorio. Es decir, que te estás poniendo una meta más exigente. Para Argentina, sobre 278 millones de hectáreas, tendríamos que estar en los 60 millones de reservas. Es decir que hay que duplicar el área de reserva que tenemos. Eso está en manos de los privados.
-¿Cómo de los privados?
-Otra cuestión que te tengo que contar, más allá de que de todas esas áreas de reserva, el 30% es privada y el 70% es pública, es que hay un montón de los privados que todavía no están censados, porque no quieren o por lo que sea. O sea que el productor está cuidando y se hizo cargo de la reserva con su plata. No necesitó del Estado para cuidar. Es un gran inicio y un gran concepto descubrirlo.
Mirá la entrevista:
Costamagna mastica su idea de generar acuerdos hacia una “Argentina potencia ambiental”, que pueda combinar sus desafíos de producir y exportar más alimentos pero a la vez cumplir con las metas ambicionas de la conservación del ambiente. Cree que no hay que esperar al Estado para trazar ese objetivo y por eso convocaron desde la Rural a los ambientalistas (al menos los que quieren dialogar) y a otras organizaciones del sector productivo. “Si no nos ponemos de acuerdo no va a salir nada. Eso es lo que empezamos a hacer”.
-Vos decís que el productor en general es conservacionista y hace su aporte a la protección del ambiente, de la sustentabilidad. Y sin embargo, la mirada social es totalmente distinta. Acusan al productor de ser contaminante, de no cuidar los ambientes, de ser rentista, de privilegiar la economía respecto de la sustentabilidad.
-¿Vos, que sos periodista del sector, conoces algún productor que no esté pensando en heredar el campo a los hijos o a los nietos? Siempre fue resiliente el productor, pero tiene mala imagen y tiene que empezar a contar su historia. Lo que empezamos a hacer de La Rural hace diez meses e intentar reconstruir la historia para empezar a contarla. Después la sociedad valorará si es cierto. Pero toda esta imagen de lo destructivo que es el agronegocio no pega con la imagen real del campo, que es la naturaleza, los pájaros, la libertad. Entonces el agronegocio está mal visto, pero el campo está bien visto. Por eso tenemos que indicarle a la gente que estamos cuidando lo que hacemos, porque estamos arriesgando nuestro capital.
-Las organizaciones ambientalistas buscan marcar una agenda bastante estricta, sobre humedales e incendios, sobre especies nativas; sobre las emisiones. ¿Realmente hay posibilidad de encuentro?
-Claro que sí, porque vos (por Bichos de Campo) estás mostrando la manera en que lo podemos hacer posible. Son todas tecnología de proceso que las conocemos y las podemos llevar adelante. Tenemos que aumentar la administración de la fotosíntesis y que esa fotosíntesis no se vuelva más gases de efecto invernadero y ahí combatimos el calentamiento global. Removemos carbono del aire a través del crecimiento de cultivos de árboles o de bosque nativo y lo transformamos en alimento y energía. Eso Argentina tiene el desafío de hacerlo y la responsabilidad de hacerlo. Lo podemos hacer. Conocemos la tecnología.
-¿Y por qué no lo hacemos?
-Lo que no tenemos es un diagnóstico exacto de dónde estamos parados, cuál es nuestra línea de largada. Después veremos cuáles son las correcciones que hay que hacer, dónde estamos viendo dónde estamos mal y tener un programa hacia adelante para hacerlo. Pero tiene que suceder.
-Las entidades ambientalistas también dijeron que necesitamos un ordenamiento territorial en la Argentina como punto de partida. ¿Qué dice la producción respecto de eso?
-Necesitamos lo mismo. Necesitamos ponernos de acuerdo. ¿Cuánto más vamos a convertir? ¿Cuánto más de los ambientes naturales vamos a hacerlos productivos? ¿O vamos a dejar todo como está. Pero debemos discutir qué necesita la Argentina para los argentinos, no de hoy, los que están por nacer. Un ordenamiento territorial ordena actividades y las expectativas económicas. Cada uno sabe hasta dónde puede, hasta donde no puede. Y después la ley te marca los límites, entonces ya sabemos todo qué podemos hacer y qué no, y cada uno tomará las decisiones.
-“No somos enemigos con los ambientalistas” es una primera definición. ¿Ahora ese trabajo cómo sigue?
-La Argentina ya tiene mucho trabajo en este sentido, porque por ahí la gente piensa que no se hace nada. Hay instituciones y un montón de trabajo. La idea de la Rural es que eso que aparece fragmentado, que avanza muy poco, tenga más fuerza, avanzando todos juntos en una épica común.