Desde hace algunos meeses Pedro Vigneau tiene la tarea de estar al frente de Maizar -que agrupa a productores e integrantes de las cadenas científicas, comerciales, industriales, alimenticias y exportadoras del maíz- en un país fluctuante y desordenado como la Argentina. El maíz es el principal cultivo del país por volumen de cosecha, y por lo tanto tropieza con casi todos los problemas de la economía local: amenaza de más retenciones, barreras al comercio, problemas con los fertilizantes y falta de gasoil. Vigneau, sin embargo, derrocha optimismo y, aun sin un proyecto claro de país, levanta las banderas de un cultivo al que le atribuye la capacidad de dar respuesta a más de un frente problemático.
“Nosotros muy fácil no la tenemos pero somos apasionados. Yo tengo claras cuáles son las piedritas en el zapato de la producción y la cadena. Los que tenemos alguna responsabilidad dirigencial tenemos que generar los ámbitos para demostrar nuestras verdades. Creemos que hay que agrandar la torta y eso no es metiendo palos en la rueda, generando incertidumbre. Tenemos que trabajar para generar esa confianza. Hoy estamos interpelados mucho más que antes por la coyuntura”, dijo Vigneau a Bichos de Campo durante el reciente Congreso de la cadena maícera.
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¿Y qué es lo que tiene para aportar el maíz al proyecto nacional? Para el productor un punto importante es su capacidad de ser cultivado en casi toda la extensión del país. “Hay materiales precoces sobre el cultivo de maíz en Santa Cruz. Con eso tendremos maíz desde el sur hasta Jujuy. Lo hacemos en todas las provincias”, afirmó.
Otro valor del maíz según Vgneau, que se vistió para la ocasión con un elegante saco hecho con almidón de maíz, es su capacidad de transformación, ya que “más de 600 productos” pueden elaborarse a partir de este grano, indicó.
¿A dónde irán a parar las 50 millones de toneladas de maíz que producirá la Argentina?
A eso se le suma su aptitud para brindar servicios ecosistémicos. “El maíz es una planta carbono cuatro, tiene una eficiencia superior a la mayoría de las plantas para captar el carbono y transformarlo en biomasa. Esa misma característica lo hace también mucho más eficiente en el uso del agua. Es un vehículo extraordinario para la preocupación de los consumidores que están viendo cómo hacemos para consumir lo que tenemos que consumir, pero cuidando el ambiente. El maíz nos ayuda muchísimo a bajar nuestras huellas en el sistema productivo”.
A continuación agregó: Según un estudio de IBM en 20 países, “80% de los consumidores están dispuestos a pagar más por un producto que cuida el ambiente, y puede pagar hasta un 35% más de precio. Imaginate si nosotros empezamos a certificar el modelo productivo argentino”.
-¿Para certificar ese modelo tenemos que modificar muchas cosas?- le preguntamos.
-No, tenemos que contar la historia. Por eso estamos con tanto entusiasmo, porque la solución está ahí, tenemos que ponernos de acuerdo. Lo tenemos medido, tenemos que certificarlo pero eso es un hecho.
-Cuando te encontrás con que las retenciones persisten, con la cuotificación de las exportaciones, con que no hay acuerdo, ¿no se te va el optimismo?
-Mi tatarabuelo vino a la Argentina a los 16 años, analfabeto, a trabajar de empleado en una estancia. La Argentina a nosotros nos dio todo. Yo puedo ser profesional, estar instruido y demás gracias al trabajo de ellos. Hoy hay un 40% de argentinos que creen que nacieron y que morirán en un asentamiento. Yo quiero que vuelvan a soñar como lo hizo mi tatarabuelo. Si nosotros logramos transmitir lo que es la potencia de este sueño, tendrían que sobrar oportunidades. A mí eso me empuja al día siguiente, a ir y contar esta historia las veces que haga falta y a quien haga falta.