Como está todo el tiempo en el aire el tema de producir de forma sustentable, en Bichos de Campo decidimos entrevistar a Fernando Andrade, investigador de INTA y CONICET, profesor de la Universidad Nacional de Mar del Plata y autor de “Los desafíos de la Agricultura global”, entre otros trabajos fundamentales para las nuevas generaciones de ingenieros agrónomos. El libro se descarga gratis desde aquí.
Andrade, que en 2020 recibió la distinción “Investigador de la Nación Argentina”, se especializa en la Ecofisiología de Cultivos, disciplina que estudia el funcionamiento de los cultivos en interacción con el ambiente y con la productividad. “Si entendemos cómo un cultivo crece, cómo avanza por sus diferentes etapas y cuáles son los momentos más críticos para la determinación del rendimiento, podemos manejarlo mejor y adecuarlo a las condiciones ambientales, aumentando la productividad y eficiencia de uso de recursos e insumos”, describe.
“Desde el 2010, en la Unidad Integrada Balcarce estamos dedicados a un proyecto interdisciplinario que tiene como objetivo alcanzar una producción más sostenible”.
-Usted se ha dedicado a diseñar agroecosistemas que permitan satisfacer las futuras demandas de productos agrícolas sin comprometer al ambiente. ¿Qué rol juegan los agroquímicos?
-Tienen un rol relevante en los sistemas de producción. Los plaguicidas (herbicidas, insecticidas, fungicidas, etc.) reducen las elevadas pérdidas potenciales de rendimiento por adversidades bióticas a la mitad, aunque controles más efectivos pueden disminuirlas aún más.; la proporción de los rendimientos atribuibles al uso de fertilizantes ronda el 50%.
-¿Se puede lograr un uso menor todavía?
-Desde ya y es necesario. La eficiencia de uso de estos productos es baja y hay espacio para mejorarla; además existen tecnologías para sustituir estos insumos, como la recirculación de nutrientes, la fijación biológica de Nitrógeno, los bioinsumos, las buenas prácticas en el uso de fertilizantes y el manejo integrado de adversidades bióticas. Esta última incluye reducir la incidencia de la adversidad, utilizar criterios biológicos, agronómicos y económicos para decidir la aplicación, y decidida la aplicación, el uso seguro de los plaguicidas.
-La agroecología plantea que la única forma de producir sin degradar el ambiente es sin usar agroquímicos. ¿Cuál es su opinión?
-Los rendimientos de cultivos conducidos de manera orgánica, sin utilización de insumos de síntesis química, son en promedio un 25% inferiores a los de los cultivos convencionales. Sin embargo, la comparación a nivel de cultivo es inadecuada, por no considerar la transferencia de nutrientes desde el sistema convencional al orgánico, por la mayor presión de adversidades bióticas al implementar el sistema orgánico a gran escala, por la necesidad de mayor frecuencia de leguminosas para fijar nitrógeno en dicho sistema, y por la consecuente menor frecuencia de cereales, lo que reduce la productividad total del sistema orgánico…
-¿Entonces la diferencia productiva es muy grande?
-Cuando el análisis se hace a nivel de sistema, la productividad del método orgánico es alrededor del 60% de la correspondiente al convencional, por lo que la adopción generalizada de la agricultura orgánica reduciría marcadamente la capacidad de carga de la agricultura mundial. Los principios ecológicos son de gran utilidad para hacer una mejor agronomía y contribuir a la intensificación sostenible. Entre estos podemos mencionar a la continuidad biológica (intensificación de la secuencia), la diversificación en el espacio y en el tiempo, la eficiencia de uso de recursos e insumos, el reciclado de biomasa y nutrientes, la fijación biológica de Nitrógeno, la mirada sistémica, el aprovechamiento de los sinergismos entre los componentes de la biodiversidad, etcétera. Pero para esto se necesita mucha investigación y extensión.
-Usted plantea que los aumentos de la producción global no deberían basarse en la expansión de la superficie cultivada. La aparición de cultivos transgénicos como el trigo HB4, resistente a condiciones secas, ¿acaso no implica justamente la posibilidad de expandir la frontera agropecuaria?
-Los principales aportes de la biotecnología se relacionan con tolerancia a insectos y herbicidas, y con calidad nutricional. Muy escasos son los avances en rasgos relacionados con el rendimiento y su estabilidad, debido a que son caracteres más complejos de fuerte interacción con el ambiente y con el fondo genético. Trabajos recientes han demostrado que la incorporación del gen HB4 a un cultivar de trigo mejora la tolerancia a determinadas condiciones de sequía. Por lo que expresé anteriormente, las pruebas tienen que ampliarse a cultivares con otros fondos genéticos. También es importante estudiar y conocer los beneficios de este carácter en función de la variabilidad del ambiente.
Es una tecnología que puede contribuir a la estabilidad del rendimiento, más aún en zonas con mayor probabilidad de deficiencias hídricas. Analizada como tecnología aislada y de confirmarse los beneficios indicados, puede contribuir a expandir la frontera agropecuaria. Pero, en mi opinión, este análisis no es el que debemos hacer.
-¿Qué habría que analizar?
-Toda tecnología potencialmente funcional a satisfacer futuras demandas y cuidar el ambiente debe ser considerada, analizada y evaluada con rigor científico y de forma sistémica, o sea, pensadas conjuntamente dentro de un sistema de producción y considerando las sinergias, las complementaciones y los posibles efectos compensatorios entre ellas, y sus interacciones con el ambiente. En el contexto de la intensificación sostenible, un cultivo más tolerante a adversidades abióticas o bióticas es una herramienta útil ya que incrementaría la productividad de los recursos e insumos en la actual superficie cultivada. En un nivel aún mayor de complejidad, es importante considerar el impacto de la introducción de esta tecnología en el comercio, los mercados y la aceptación del consumidor. Las tecnologías y acciones tienen que ser analizadas y consideradas dentro de un plan, definiendo con claridad los objetivos que se desean alcanzar.
-Por otro lado, usted habla de tecnologías de procesos para lograr mayor producción con menos agroquímicos. Pero estas tecnologías implicarían mayor presencia del productor en el campo y manejar tiempos más largos. ¿Es así? Y si es así, ¿cree que el productor está dispuesto a sacrificar comodidad, aumentar el trabajo en terreno y quizás cambiar su flujo de ingresos?
-Lo más importante para alcanzar una producción sostenible es el compromiso de los productores y de la población en general, aspecto en el cual la educación y los cambios culturales cumplen un rol fundamental. Es cierto que las tecnologías de procesos requieren mayor dedicación por parte de los productores y esfuerzos de capacitación, pero cada vez veo más productores comprometidos en estos aspectos. La adopción se favorece si una parte importante de los excedentes logrados son apropiables por el productor, como ocurre con estas mencionadas tecnologías. No obstante, como muchas de ellas requieren mayores conocimientos y habilidades para su aplicación, se precisan acciones de formación y capacitación de productores, asesores y otros actores.
La adopción de las tecnologías de producción sostenible también se promueve si se establecen barreras paraarancelarias en el comercio mundial para la agricultura. Si las técnicas precisan mayor esfuerzo y dedicación para su implementación o resultan más caras se requerirán incentivos o regulaciones que las promuevan siempre que las externalidades lo justifiquen. Dichas políticas de Estado son necesarias, además, porque los daños pueden ser irreversibles cuando el productor percibe menores ingresos a causa del impacto ambiental.
-Producir más ayudaría a paliar el hambre mundial. Pero, a la vez, aumentar la superficie cultivada implica tener menos servicios ecosistémicos que provienen de, por ejemplo, montes nativos y pastizales naturales. ¿Qué puede decir al respecto?
-Las nuevas estimaciones indican que la demanda global de alimentos aumentaría 47% entre 2018 y 2050, aunque con grandes diferencias entre continentes. Esto constituye una gran oportunidad para nuestro país, que posee una de las regiones más aptas para la producción de alimentos; pero además una gran responsabilidad, pues tenemos que producir de manera sostenible. Los aumentos de producción requeridos no deberían basarse en la expansión de la superficie cultivada ya que esto resulta en pérdidas de biodiversidad y hábitats, emisiones de gases de efecto invernadero, excesos hídricos y exposición de tierras frágiles a procesos de degradación.
En consecuencia, los mayores esfuerzos para incrementar la producción tienen que enfocarse en la intensificación del uso de la tierra (mayor rendimiento por unidad de área y de tiempo), principalmente en base a estrategias que contemplen ciertas tecnologías duras y, sobre todo, de procesos y conocimientos, que permitan detener o revertir el deterioro de los suelos y la contaminación y hacer un uso más eficiente de los recursos e insumos.
-¿Se refiere a la intensificación sostenible?
-Así es. Generalmente, intensificación se asocia con agricultura que causa mayor daño ambiental pero una mayor producción de alimentos y mejores servicios ecosistémicos no necesariamente se excluyen. Ambos objetivos pueden lograrse por medio de la aplicación de prácticas enmarcadas en una estrategia adecuada como lo es la intensificación sostenible, que propone satisfacer de manera sana, continua, rentable y equitativa las crecientes necesidades de la población mundial, haciendo un uso eficiente y seguro de los recursos naturales y de los insumos externos, de tal manera que se aseguren los servicios ecosistémicos.
-¿Y se está haciendo?
-Un trabajo recientemente publicado marca progresos en los últimos años en cuanto a diversidad de cultivos, % gramíneas en la rotación, intensificación de la secuencia, uso de cultivos de servicio, agricultura por ambiente, empleo de plaguicidas menos tóxicos y menos persistentes, reposición de nutrientes, utilización de principios ecológicos y ecofisiológicos en la producción, entre otras prácticas sostenibles. En concordancia, el Programa de Ecofisiología y Agroecosistemas del INTA desarrolló recientemente un índice de sostenibilidad que muestra progresos en la última década en cuanto a diversidad e intensificación de la secuencia de cultivos.
-¿O sea que vamos bien?
-Si bien estos avances son alentadores, no son suficientes: alcanzar una producción más sostenible requiere de nuestras capacidades de innovación y colaboración para conformar sociedades que aprenden a través de la virtuosa interacción de actores, visiones y disciplinas. Para esto, la educación es esencial para desarrollar las habilidades cognitivas que resultan en prosperidad individual pero, además, aquellas habilidades relacionadas con la prosperidad colectiva, que incluyen colaboración, empatía, tolerancia, respeto y diálogo.