“Estimados molineros: recién finalizada la reunión con el nuevo secretario de Comercio, Guillermo Hang, el funcionario nos hizo saber que por ahora la política de los fideicomisos (privado y público) sigue adelante, mientras, se tomaran un tiempo prudencial para analizar y evaluar algunas otras alternativas superadoras”.
Este fue el mensaje escueto que la dirección de la Federación Argentina de la Industria Molinera (FAIM) envió a sus socios luego de que el nuevo responsable de las políticas de control de precios, muy allegado al ministro de Economía, Martín Guzmán, los recibió por primera vez este lunes, pocos días después de que su antecesor en el cargo, Roberto Feletti, dejara el gobierno en medio de una feroz interna del oficialismo y tras el escándalo porque una sola empresa (Molinso Cañuelas) recibiera un subsidio de casi 1.100 millones de pesos, frente al rechazo explícito de todo el resto del sector molinero.
Se insinúa en esa esquela dirigida a los empresarios molineros que Hang no estaría de acuerdo con los mecanismos ideados e impulsados por Feletti para contener los precios de ciertos alimentos básicos (hay dos fideicomisos “privados” al aceite y los paquetes de harina minorista; y uno “publico” a la harina mayorista), pero evidentemente tampoco cuenta con el respaldo político suficiente como para derogarlos sin más dilaciones esos embrollos burocráticos para “desacoplar” precios impulsados por el kirchnerismo.
Por eso el nuevo secretario de Comercio pidió “un tiempo prudencial para analizar y evaluar algunas otras alternativas superadoras”. En ese sentido, la FAIM volvió a manifestar “la necesidad imperiosa de explorar otra soluciones oportunamente presentadas”, contó la conducción de esa entidad.
Como dijimos, hay tres fideicomisos en vigencia que han mostrado ser estériles a la hora de frenar la inflación en alimentos, aunque muy dañinos al interior de las cadenas productivas.
El más lesivo de todos, y bajo el cual se traspasaron de un solo saque 1.400 millones de pesos a tres molinos que en realidad son prácticamente uno (Cañuelas y Florencia son parte del mismo grupo económico mientras que Molisud SA es una pequeña empresa pampeana que tiene un impacto más bien testimonial en la molienda) es el Fondo estabilizador del Trigo Argentino (FETA), que Feletti impulsa desde diciembre pasado y que implementó a pesar de que tres cámaras de la industria (FAIM, más la Cámara de Industriales Molineros y las pymes de Apymimra) expresaron su rechazo.
Entró en funcionamiento el Fondo Estabilizador del Trigo Argentino.
Con esta herramienta, el Gobierno les garantiza a nuestras familias la estabilidad de los precios del pan y de todos los derivados de ese cereal 🌾 pic.twitter.com/z3Ooi8ztnV
— Roberto Feletti (@RobertoFeletti) May 21, 2022
En un dudoso operativo por lo acelerado de los procedimientos, Cañuelas fue el único molino con incidencia real en el negocio (tiene 22% de la molienda de trigo) que recibió dinero de ese fideicomiso, que se nutre con recursos de la suba de 2 puntos en las retenciones al complejo sojero. Se supone que con ese dinero, que fue un adelanto, la firma debía bajar sus precios de venta de la bolsa mayorista de harina, para que sus clientes -panaderías y casas de pastas- pudieran reducir sus precios al consumidor.
Por ahora nada de eso se verificó. Por el contrario sus competidores denuncian que Cañuelas -con semejante suma de dinero- salió a “disciplinar” el mercado harinero: no les vendía harina a quienes les adeudaran alguna factura previa y además condicionó la venta de la harina subsidiada solo a comercios que le pagaran a plazos cortos de siete días.
No está de más recordar que a Cañuelas se le hacía muy difícil mantener su situación de liderazgo desde que en septiembre de 2021 se declaró en convocatoria de acreedores, con deudas semejantes a las que tenía el malogrado grupo Vicentin. Junto a sus firmas controladas debería cerca de 40.000 millones de pesos a una serie de acreedores, entre ellos bancos y organismos del propio Estado que ahora le facilitó una enorme suma de dinero. Y todo por una decisión de Feletti, que con esa decisión logró ponerse en contra a todo el resto del sector.
Muchos molinos se ilusionaron con que Hang, que tiene 39 años de edad y fue compañero de estudios de Guzmán y su principal asesor, iba a anunciar rápidamente el final de este engendro, especialmente porque a las demás empresas se les haría imposible competir con Cañuelas si ésta recibe semejante nivel de subsidios (el fideicomiso paga la diferencia entre el precio real del trigo, de unos 46.000 pesos la tonelada, y los 25.000 pesos a que cotizaba el cereal antes del inicio de la guerra en Ucrania).
La paradoja sería que la Secretaría de Comercio Interior aplicaría una política que fagocita la competencia desleal en el mercado interno, en vez de corregirla.
La velocidad que le imprimió Feletti antes de renunciar a esta multimillonario pago a Cañuelas contrasta con lo que sucede en los otros dos fideicomisos, que son de administración supuestamente privada, pues tanto quienes aportan plata (los exportadores de cereales) como los beneficiarios (los que reciben ese dinero) juegan como administradores.
En el caso de otro fideicomiso inventado por Feletti para subsidiar los paquetes de harina de 1 kilo que ingresan en el program de Precios Cuidados (y de los cuales la propia Cañuelas explica una buena porción), el aporte inicial de 25 millones de dólares como fondeo ya se estaría agotando y se desconoce cómo seguirán las cosas. Recién esta semana las empresas participantes recibirían los pagos correspondientes al bimestre marzo/abril.
El otro fideicomiso, el aceitero, se renovó en febrero pasado por un año más por insistencia del funcionarios kirchnerista, y pese al rechazo de las empresas aceiteras. En este caso se pretendía subsidiar el precio mayorista de los aceites refinados de soja, girasol y sus mezclas en envases de hasta cinco litros, en un operativo calculado en 190 millones de dólares anuales.
Pero buena parte de esa plata terminó en los bolsillos de los comerciantes e intermediarios, y no llegó a los consumidores, pues en su primer año de vigencia el operativo autorizó aumento del 26% a los elaboradores de aceite mientras que la gente común y silvestre soportó un aumento promedio del producto que llegó a 62%.
Pese a la evidencia del desatino y las sospechas de un claro favoritismo, Hang pidió tiempo. Por ahora, su apellido no se escribe con la misma H que harina y huevos.