Hubo reunión el jueves de los molineros asociados a FAIM (Federación de la Industria Molinera Argentina): la asistencia fue masiva, con empresas que representan el 88% de la molienda de trigo del país. Se oyeron reproches a la pasividad del sector frente al fideicomiso triguero implementado por el secretario de Comercio, Guillermo Feletti, del que muchos sospechan ha venido preparando un traje a la medida de una sola empresa. ¿Cuál? La líder del mercado, Molinos Cañuelas, que en septiembre de 2021 se presentó en concurso de acreedores con una deuda acumulada casi tan grande, o más, que la que tenía Vicentin. Su pasivo era de 1.300 millones de dólares.
Hubo reunión el viernes en las dos otras cámaras que representan a los molinos: Apymimra (la asociación de Pymes molineras) y la CIM (Cámara de Industriales Molineros). También allí se rechazó de modo tajante la invitación oficial a adherir al fideicomiso, un instrumento con el que Feletti viene amagando desde diciembre pasado, pero que cobró más fuerza a partir del conflicto entre Rusia y Ucrania, que disparó todavía más los precios del trigo y metió presión a toda la cadena que lo utiliza como insumo. A partir de eso, todo se aceleró: el gobierno designó al BICE como administrador del mecanismo financiero y subió las retenciones a los derivados de la soja, para recaudar los 400 millones de dólares necesarios para subsidiar el costo interno del cereal.
La rebelión de los molinos tiene una masividad impensada y podría hacer fracasar el gran invento de Feletti por una deserción masiva de empresas. O quizás sea esto lo que se busca: si éstos no aceptan ingresar al sistema, entonces no recibirán los subsidios del fideicomiso y tampoco venderán más barata la bolsa de harina a panaderías y fabricantes de pastas y otros alimentos. Entonces no bajará el precio del pan común, el gran objetivo que blandió el secretario de Comercio para impulsar esta gran intervención en el mercado. Pero a la vez habría actores que podrían sacar ventaja de este escenario.
“¿Nos van a mandar a buscar con los falcón verde?”, se exaltó un importante empresario cuando alguno pasó el mensaje de Feletti de que el fideicomiso, su gran obra maestra, iba a salir sí o sí, por las buenas o las malas. El jueves, unas horas antes, el secretario había comenzado a sentir el rechazo de casi toda la cadena molinera cuando a la reunión formal que realizó para anunciar que ya estaba todo listo fueron los panaderos, los fideeros, los fabricantes de pastas, pero tan solo los representantes de dos molinos grandes y con llegada al consumo masivo: el mencionado Cañuelas y Molinos Río de la Plata.
¿Y por qué se rebeló la inmensa mayoría de los molinos, a punto de rechazar un jugoso subsidio que podría rondar los 15.000 pesos por tonelada de trigo? En principio porque no creen que el Estado cumpla en tiempo y forma con los pagos, y porque a la mayoría de esas empresas les resultaría imposible soportar el peso de “financiar” al fideicomiso. Si los pagos se atrasan, como todos sospechan, en un par de meses la mayoría de los molinos se fundiría. Sucedió con la ex ONCCA, que prometía repartir compensaciones semejantes en el primer gobierno de Cristina Kirchner. El que se quema con leche…
El segundo desencadenante del rechazo, y quizás el más importante, es que en todo el sector campea la sospecha de que a Feletti en realidad le importa poco y nada el precio del pan común, con el cual sensibiliza a la opinión pública, y que en realidad lo que estaría construyendo es un enorme y multimillonario mecanismo para beneficiar a Molinos Cañuelas, que como ya dijimos está concursada y que es la gran dominante del mercado desde que en 2016 absorbió las plantas que eran de Cargill. Llegó a tener casi 30% de la molienda, pero con sus desgracias financieras luego perdió participación y retrocedió el último año al 22/24%.
“En la molinería todos recuerdan lo que sucedió con la ex ONCCA y sus famosas compensaciones: la única empresa que terminó cobrando fue Cañuelas”, dijo a Bichos de Campo un empresario que padeció aquella historia y sabe que muchos molinos todavía están en juicio contra el Estado para recuperar -once años después- algo del dinero que aquel organismo dejó sin pagar cuando lo disolvieron en 2011 por los hechos de corrupción revelados en aquel entonces.
En la reunión del jueves en la FAIM, según los trascendidos, el primero en romper el hielo habría sido Cai Navilli, el representante de Cañuelas, que confirmó que su empresa iba a adherir al fideicomiso. Eso desató todo tipo de reacciones de parte de otros molineros, incluidos varios pesos pesados del negocio. Por ahora, los último retoques que hizo Feletti en menos de una semana (el 5 de mayo reemplazó los tres anexos de una resolución previa del 26 de abril) a los requisitos para sumar a todos los molinos a los subsidios del fideicomiso no hicieron efecto: el rechazo al mecanismo es casi generalizado y las sospechas de favoritismo son crecientes. Incluso algunas empresas ya están pensando en la posibilidad de recurrir a la justicia para impugnar todo el sistema.
¿Es para tanto? Hay por estas horas cuatro puntos que hacen mucho ruido en el sector y que colaborar a generar la sensación de que esta creación de un enorme fideicomiso que recaudará nada menos que 400 millones de dólares para subsidiar la harina mayorista es un gran “traje a medida” de la única empresa molinera que ha dicho hasta aquí que lo acompañaría.
¿Qué es lo que se le objeta al sistema? Por ahora enumeramos los puntos de la discordia, pero volveremos con profundidad a cada uno de ellos en próximas notas, porque cada uno de ellos merece profundizar:
Uno: Feletti, en el reglamente de su fideicomiso, planea otorgar cupos de subsidios o compensaciones a los molinos en base a sus operaciones de molienda de trigo de los últimos tres años. Es un plazo antojadizo que nadie explica bien. En el sector sospechan que este es un artilugio para elevar artificialmente la participación de Cañuelas en el reparto de la torta, ya que la empresa -a partir de su situación financiera y el concurso de acreedores- ha disminuido su “market share”, cediendo mercado a las empresas más pequeñas. Hoy muele el 24% del trigo. Pero las fuentes consultadas estiman promediar para atrás le serviría para elevar su participación. Y cobrar así más subsidios.
Dos: Entre los requisitos obvios para formar parte del fideicomiso y recibir las compensaciones se exige a los molinos que no tengan deudas con la AFIP, tanto impositivas como previsionales, entre muchos otros condicionantes para ingresar. Los trámites parecen infinitos y requieren de contadores muy avezados. Suena de lo más razonable exigir a los beneficiarios del fideicomiso no tener deudas con el Estado. Pero habría un artilugio para que no exista esa mismo “exigibilidad” a los pasivos acumulados por Cañuelas con el fisco y que han quedado entrampados dentro del concurso de acreedores. En rigor, como en el caso de Vicentin, uno de los principales acreedores del grupo es el Banco Nación.
Tres: Varios empresarios perciben que hay un claro operativo “apriete” desde Comercio Interior como para que los molinos acepten sin chistar estas reglas de juego. En tiempos de Paula Español, la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia (CNDC) aprobó en 2019 -luego de muchos años de investigación- la compra de Cargill por parte de Cañuelas, que se había cuestionado por configurar una clara posición dominante. Pero luego los mismos funcionarios tomaron solo una parte de esa investigación y , ya con la gestión de Feletti, acusaron a todo el sector molinero por “colusión” o por hacer un pacto de precios. En abril pasado, en una resolución firmada por el funcionario, se impusieron millonarias sanciones a todas las cámaras del sector, e inclusive a Molinos Cañuelas. Aunque el sector ha apeldado, llama la atención que ese tema se reflote justo cuando se pone en marcha el fideicomiso.
A la par, desde la ex ONCCA, que depende del Ministerio de Agricultura, en las últimas semanas se activaron decenas de expedientes viejos y se están aplicando multas “inapelables” hacia los molinos más pequeños, por hasta un par de millones de pesos, que los dejan tecleando y expuestos a nuevas sanciones.
Cuatro: Pero la principal argumentación de los molinos para sospechar de que esto del fideicomiso se trata de un ardid para acercar recursos frescos a la empresa de los Navilli es que de modo más que llamativo el secretario Feletti incluyó múltiples subproductos de la molinería en la lista de los rubros a subsidiar, cuando su promesa inicial siempre había sido la de rebajar los precios de la harina triple 000 (la más vulgar) que se utiliza sobre todo para elaborar el pan común. Muy lejos ya de ese eje discursivo, en la reglamentación del fideicomiso Comercio agregó productos mucho más refinados y que se dirigen a los segmentos de mercado de mayor poder adquisitivo. No es difícil adivinar cuál es la empresa que tiene una posición más que dominante en esos rubros, pues llega a las góndolas con gran cantidad de productos elaborados:
- La harina cuatro ceros también será subsidiada. Incluso en variedades con mayor contenidos de gluten que se utilizan para panificados especiales.
- La harina “tapera” es la que se utiliza esencialmente para tapas de pascualinas, pastelitos de confitería, entre otros productos que nada tienen que ver con el pan común.
- El semolín de trigo pan también recibirá dinero oficial para bajar su valor de mercado. Es la materia prima utilizada para las pastas largas o ñoquis, de alta calidad.
- Las premezclas especiales (por ejemplo, para la pre-pizza) serán de la partida, siendo que solo un puñado de molinos (sobre todo Cañuelas) tienen presencia en ese segmento del mercado, que requiere de altos costos operativos y maquinaria especial.
Los próximos días serán claves para definir la suerte del fideicomiso ideado por Feletti, para algunos una herramienta para rebajar los precios y para los otros un traje a medida de cierta empresa. Si solo ingresa esa firma (que muele uno de cada cuatro kilos de trigo), el restante 75% del mercado soportará una competencia desleal de parte de una compañía que podrá vender su harina más barata a pesar de estar en concurso de acreedores y deber tanto dinero como Vicentin. Si entran todos, aún así Molinos Cañuelas llevaría las de ganar, porque recibirá compensaciones por harinas especiales que no fabrican todo, porque se fijarían cupos por tres años para atrás (cuando su volumen de molienda era mayor) y porque tiene espalda financiera para soportar un eventual retraso en los pagos por parte del Estado.
Por ahora, todo el resto de la molinería está sublevado, desafiando las reglas que -no ajenas de aprietes y millonarias multas- fijó el contador que oficia de secretario de Comercio.