Cuti Walberg es tambera y concejala de la localidad bonaerense de Lincoln. Si bien su sector no sufre tanto el impacto de las retenciones como sí lo hacen otros como el sojero, ella sabe que su producción de leche está atada a la situación económica del país en general. El sábado pasado decidió acompañar a otros productores de la zona en la movilización que se realizó hacia Plaza de Mayo, no para protestar como ella dice sino para unirse y manifestar cuál es la Argentina que la ciudadanía quiere y necesita.
“Queremos una Argentina en la que nos podamos proyectar, que guarde a nuestro jóvenes, en la que podamos soñar nuestro futuro. Una que no nos deje atrás de otros países como Brasil, Uruguay y Chile, sino que crezca con Latinoamérica”, dijo Walberg a Bichos de Campo.
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-¿Por qué decís que no te podés proyectar acá?- le preguntamos a la productora.
-Porque si este sector, que es el sector más competitivo, el que se mantiene unido al mundo porque producimos y exportamos, está para atrás ¿qué le queda al resto de Argentina? ¿Qué le queda a la clase media? ¿Qué le queda a las ciudades? Si nosotros no decimos “che, están matando nuestro futuro, el de todos”, ¿qué queda para todos los argentinos? Nos dicen siempre son unos egoístas. ¿Cómo vamos a militar la pobreza? Trabajemos por la producción, por un futuro próspero para cada uno de los argentinos.
-¿Qué hay que cambiar en la política para que muchos productores no tengan esta sensación?
-Yo hace diez años que volví a vivir a Lincoln desde Estados Unidos, y la razón por la que salí a hacer política es porque no teníamos médico, rutas, pagamos todos los impuestos, pero no vuelve nada en infraestructura. La Internet es una hazaña, la señal de teléfono es una hazaña. Esa es nuestra vida cotidiana. Acá hace años se pone plata en Argentina. ¿Por qué no vuelve?
-¿Y en otros políticos qué debería cambiar?
-Aún en las ciudades del interior no se habla del campo, no se habla de las cosas del campo. Se habla de cosas de la ciudad.
-¿Vale la pena luchar?
-Por supuesto, siempre hay que luchar por un lugar en la mesa para charlar.