El agrónomo José María Panero se desempeña como corredor de granos desde 1984. Oriundo de la ciudad bonaerense de Bahía Blanca, este asesor mantiene una extensa relación con las distintas bolsas de cereales, cámaras y centros de ingenieros agrónomos. Fue eso lo que le permitió sacar una conclusión triste pero veraz sobre el comercio de granos en la Argentina: el productor generalmente no se preocupa por la calidad de sus granos y entonces sufre los “castigos”, pero casi nunca recibe los “premios”.
Frente a estas distorsiones en el esquema comercial, como buen idealista que se considera, Panero sugirió en varias oportunidades modificar algunos mecanismos tradicionales en el sector. Como suele ocurrir con quienes buscan cambiar el status quo, no fue escuchado.
“Lo que hace un corredor es vincular al comprador con el vendedor, que puede ser primario, un pool de siembra o un acopio. Se encarga de asesorar a ambas partes, analizar el mercado y conseguir negocios. Se puede trabajar tanto en el mercado de futuros como en el físico”, explicó a Bichos de Campo este veterano de 70 años, que hace por lo menos 15 años insiste con una idea que nadie quiere oir.
“Lo que propuse fue fruto de la experiencia y de trabajar tantos años viendo cómo funcionan las cámaras, las bolsas, los puertos y la producción. Logré saber lo que quiere el productor y lo que quiere el comprador. Lo que note es que en general no se hacen análisis previos en los granos. Se cargan sin saber las cualidades y la calidad se determina recién en el destino. Esto trae muchas desventajas para el que produce”, señaló Panero a continuación.
Actualmente, una vez que un productor pesa sus granos, los carga y los envía a puertos, los controles quedan a menester de los acopios, las agroexportadoras y los peritos clasificadores. En caso de encontrar algo que incumpla con el contrato previo o debajo del estándar establecido (por ejemplo insectos, granos partidos, bajo contenido de gluten, etc), el productor sufre descuentos en el precio que percibe. Si no está de acuerdo puede recurrir a las Cámaras Arbitrales que, valga la redundancia, arbitrarán las diferencias entre comprador y vendedor. Pero tampoco suele hacerlo demasiadas veces.
Y por supuesto, muy rara vez cobra los premios si sus granos están por encima de la calidad prometida.
¿Por qué no se hacen análisis en origen que le brinden al productor certezas sobre la calidad de sus cosechas? Panero identifica varias razones.
“El que hace bien las cosas y manda con buena calidad tiene premio cero. Muchos no hacen trabajos a campos, no clasifican, porque los estándares no se premian”, remarcó en primer lugar.
Por otro lado consideró que en muchas ocasiones, “el productor es un tipo cómodo, capaz ni va a la cosecha o a las pesadas cuando el grano sale del campo. Es un tipo que deja que las cosas funcionen sin su presencia”, lamentó el agrónomo.
Además, en la mayoría de los casos, quien quisiera hacer los análisis seguramente se encontraría con que los peritos residen cerca de los puertos y no hay profesionales disponibles en ciudades o pueblos más alejados de las terminales de carga.
Argentina va camino a contar con su primer “mapa regional de calidad de la soja”
Los compradores, por su lado, persiguen un interés económico. “No quieren calidad en origen porque cuando llega la mercadería a sus manos ya está preparada y les quita un beneficio. La molinería te va a decir hipócritamente que quiere que el lote le llegue parejo, pero en realidad prefieren tener el problema porque cuando les conviene suben la vara o la bajan a su disposición. De esa forma la defensa del productor está en saber qué pone arriba del camión. Cuando llegue a destino mediará en todo caso la cámara arbitral”, afirmó el corredor.
-¿Qué propone entonces?
-La idea de mejorar la trazabilidad de los granos en Argentina implica ir a clasificar al campo. Esto coincide con llevar a los peritos a los pueblos y armar laboratorios en los pueblos. Así generás fuentes de trabajo y matás dos pájaros de un tiro, porque estás fortaleciendo la ocupación. Instalar un laboratorio implica además que vas a tener que llevar laboratoristas aparte del perito, porque el perito labura cargando el camión y haciendo las muestras. Todo eso es un beneficio para el productor porque puede tener cerquita los análisis de lo que produce.
-¿Cuántas veces propuso esto a lo largo de su carrera?
-La primera vez fue en 2007. Se lo presenté en su momento a CRA pero las entidades siempre tienen alguna otra urgencia y no les importan estos temas. Tampoco quieren pelearse con los sectores. Yo sigo apoyando esta idea porque si el día de mañana se quiere hacer un mapeo de granos, será necesario (tener estos análisis de calidad por zonas). Ahora por ejemplo dicen que la proteína en soja es muy baja. Todos dicen que no pagan la calidad y entonces seguimos en la misma historia. Es el huevo y la gallina. La idea de esto no es que moleste al acopio o a las cámaras. Ellos se potenciarían.
Lo que sí tiene claro Panero, que suele agitar la modorra que el país agrícola siente para discutir este tipo de temas, es lo que sigue: “No quiero seguir viviendo con este esquema comercial. Yo soy un tipo de 70 años de aquellos que quieren cambiar las cosas”.
Puede ser pero quién saco las bonificaciones por grado en trigo y maíz, acá somos todos ing, peritos y hablan mucho , los alquileres nadie opina