María Rosa Murmis Cucullu está vinculada al mundo agropecuario desde su infancia, pero se había alejado de el. Solía viajar de chica desde la ciudad de Buenos Aires a Lobos, en la provincia de Buenos Aires, a los campos de su familia para pasar allí temporadas enteras en los veranos. Luego migró a Canadá y allá se hizo especialista en temas de sustentabilidad y en cambio climático, trabajando como asesora de organismos internacionales.
Pero nunca pudo ni quiso desprenderse María Rosa de ese legado familiar. Ella prefiere el doble apellido y no para ostentar, sino porque le dan orgullo sus progenitores.
Murmis es el apellido por su padre, que fue un reconocido sociólogo rural que ayudó con su escritura a muchos pequeños productores. Lleva el apellido Cucullu por su madre, una mujer que siempre estuvo relacionada al sector agropecuario desde la producción.
Habiendo heredado los campos familiares en Lobos, a María Rosa no le quedó mucha más opción que volver a dedicarse de lleno al campo. Pero de un modo diferente, pues pone en práctica todos los conocimientos que adquirió en su vida profesional sobre sustentabilidad. Quiere mejorar el ecosistema sin dejar de producir.
Mirá la entrevista:
“Decidí empezar de a poco, tomé 200 hectáreas y puse mis propias vacas. La otra parte sigue alquilada, pero intenté con mi contratista hacer algunos cambios para que esa producción agrícola sea más afín al medio natural. Lo que fui introduciendo fue la idea de cultivos de cobertura”, comenta María Rosa.
-Los cultivos de cobertura sirven para reemplazar herbicidas, aportan nitrógeno, tienen un montón de utilidades ambientales y por eso se incorporan entre los cultivos de renta.
-Tal cual. Yo creo que es muy importante, cuando uno hace estas transiciones hacia la sustentabilidad, entender que las cosas se vienen haciendo de una forma por una razón, tal vez por tradición, tal vez porque funcionaron. Me parece muy importante esto de ir negociando de apoco los cambios para que todo el mundo sea parte de la transición a la sustentabilidad.
El camino emprendido por María Rosa se profundizó cuando ingresó a un grupo de Cambio Rural llamado Campos Sostenibles, que justamente pretende hacer una transición hacia un manejo más holístico y cuidadoso del medio natural. “Los asesores de ese grupo identificaron un área en mi campo que tiene unos pastizales muy importantes para las aves migratorias, y me dijeron ‘vos tenés que hablar con la gente de Alianza del Pastizal’”, recuerda.
-En ese grupo, más que incorporar cosas novedosas, más bien se trata de volver a una ganadería con mucho más manejo, no tan “desatendida”.
-Sí, y esa historia también me interesa reconstruirla. Sobre cómo se hizo originariamente ganadería en Argentina y cómo se llegó a los sistemas más intensivos que se usan actualmente. Yo creo que la idea es aprovechar los pastos naturales y que la reconstitución de esa naturaleza esté asociada a la producción. Que no haya que elegir entre la conservación y la producción.
Para la flamante productora Murmis Cucullu, estos sistemas a los que se intenta volver trabajan mucho con la observación de lo que está ocurriendo, de los pastos que están surgiendo. Por eso considera que el trabajo es mucho más intensivo en la ganadería sustentable que en la explotación industrial o estandarizada.
-¿Y ya te diste de cabeza contra algo en esta transición?
-Sí. Este año no hicimos cultivos de cobertura. Básicamente tuvimos que hacer soja porque era lo único que el campo podía sostener en un contexto de sequía. Mis desafíos tuvieron que ver más con que estuve menos presente en las decisiones y manejos del campo. No tuvo tanto que ver con la sequia, sino con las desprolijidades que hubo en el manejo del campo y esa es una gran lección: el productor de hoy tiene que estar muy presente en su campo y en las decisiones en el manejo que se hace ahí.